Aparece una momia en Colmenar Viejo
?Ni?o! Que no se toca.? ?S¨®lo un poquito, mam¨¢.? El ni?o lleva el dedo hasta la piel acartonada de la momia. Toca. Siente la dureza flexible. Dice por dentro que ?Bah! Y mira sus ojos vac¨ªos, su nariz no es y sus dientes blancos. Es la momia. All¨ª le llaman simplemente el muerto.
La momia acaba de aparecer en la iglesia de Colmenar Viejo. ?Estaban levantando el suelo -nos dice el cura- para las obras de la calefacci¨®n, ?sabe?, y entonces se encontraron con eso. ?Eso es una momia aut¨¦ntica, sin pies, de un metro sesenta cent¨ªmetros. ?No sabemos nada, mire usted. No sabemos ni de cu¨¢ndo puede ser. No disponemos de un s¨®lo dato. La verdad es que han aparecido muchos huesos, porque la iglesia est¨¢ construida sobre lo que antes fue un cementerio parroquial. Aparecieron muchos huesos, es cierto; pero es que ¨¦ste es completo. Es el esqueleto, con su piel, muy bien conservado, con sus dientes y todo.?
?Yo he sugerido que se llamara al Instituto Anat¨®mico Forense para que nos digan algo. Si tiene alg¨²n valor, porque es de hace muchos a?os, pues la conservaremos. Si no, habr¨¢ que llevarla al osario.?
El muerto
Pero all¨ª es el muerto. Hay una procesi¨®n que entra en el peque?o recinto del dep¨®sito. Le miran. Se baja el tono de la voz. Las se?oras se santiguan.
-Mira, mira la mano. Seguro que es un milagro. Tiene la mano como un ni?o Jes¨²s, con dos dedos hacia arriba.
Mientras tanto, una se?ora inicia una genuflexi¨®n y se persigna con rapidez.
No falta la pla?idera. En el tono de la media voz, del silencio de ver el muerto, hay un suspiro.
-Mira. Pues yo creo que era hombre.
El ?parecido?
La historia de los muertos y las momias no habla de hombres y mujeres. Hay, entre el p¨²blico, como una apuesta permanente. ?Es muy alto para ser mujer?. ?Pues era bien parecido?.
-?Qu¨¦ dice, se?ora?
-Que deb¨ªa ser bien parecido...
La cara no es cara. La nariz no es nariz: es apenas un tri¨¢ngulo de huesos rotos. Y los ojos son apenas unos c¨ªrculos de tierra enormes y calav¨¦ricos. La boca es el m¨ªnimo muestrario de cuatro dientes muy blancos, muy solos, muy tristes...
-?Pobre!- dice una se?ora santigu¨¢ndose- ?Seguro que era un santo!
Esa mano recogida bajo la barba, con el ¨ªndice y el coraz¨®n desplegado, recogidos los otros dedos, da una imagen de cierta serenidad apost¨®lico-romana que impresiona.
-Lo que sabemos es que el cementerio parroquial estaba aqu¨ª, antes de que se construyera la iglesia. Y que aun con la iglesia construida pudo haber tambi¨¦n alg¨²n enterramiento posterior.
-?Alguna jerarqu¨ªa?
-No creemos, ciertamente, -nos dice el cura- Por lo menos no hay signos. Aunque entre los restos que se removieron con ocasi¨®n del hallazgo, han aparecido algunos pedazos de telas.., quiz¨¢ casullas.
-?Ni?o! No toques.
-S¨®lo un poquito, mam¨¢...
Hay una procesi¨®n recoleta, en voz baja, que gira alrededor del muerto de Colmenar Viejo. Es como aquel Esteban, de Garc¨ªa M¨¢rquez; aquel mayor ahogado del mundo. Es el muerto. Casi el ¨²nico.
-Ten¨ªa que ser un santo. ?Mira la mano!
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