Puntualizaciones sobre el presente y futuro de la banca
Recientemente he le¨ªdo en EL PAIS, tres importantes art¨ªculos sobre la Banca espa?ola, escritos por mis compa?eros del Grupo AFE, Raimundo Ortega y Jos¨¦ P¨¦rez. Creo de inter¨¦s algunas puntualizaciones.Se dice, en primer lugar, que los banqueros espa?oles se quejan de que el nivel actual del coeficiente de caja, tiene incidencias negativas sobre el nivel de sus beneficios. Parece, seg¨²n los autores, que alguna raz¨®n tienen y que tal vez ser¨ªa necesario bajarlo. En cualquier caso, es natural que se quejen y que quieran ganar m¨¢s dinero, ya que ¨¦sta es su funci¨®n. Siempre ser¨¢ mejor que los banqueros del pa¨ªs distribuyan los recursos l¨ªquidos y no que se creen fantasmag¨®ricas l¨ªneas de redescuento, para ayudar a alpargateros franquistas en suspensi¨®n de pagos.
M¨¢s adelante la cuesti¨®n es de naturaleza diferente. Se demuestra que los banqueros impiden que el mercado financiero espa?ol funcione eficazmente. El cuadro sobre los tipos de inter¨¦s aplicados por la banca muestra, indudablemente, la existencia de colusi¨®n entre los responsables de la banca. Que quieran ganar m¨¢s dinero nos Parece aceptable y conveniente; que exista colisi¨®n para conseguir dicho objetivo, es conducta normal en todos los grupos sociales. El que lo dude, puede leer con provecho lo que dec¨ªa Adam Smith en 1776.
Ahora bien, lo que no es serio es que la colisi¨®n permitida y aceptada por el Ministerio de Hacienda, el Consejo Superior Bancario y el Tribunal de Defensa de la Competencia o cualquier otro de los miles de instrumentos de control que, aunque ignoramos -sus nombres, deben existir en este pobre pa¨ªs nuestro, poblado de centros de control que no controlan.
En otra parte se afirma que la apertura de sucursales es una forma costosa de competir. Es cierto, pero suponemos que los bancos sabr¨¢n lo que hacen y en todo caso el fen¨®meno, es el resultado de una norma legal del Ministerio de Hacienda relacionada con la expansi¨®n bancaria. En una ¨¦poca de fuerte inflaci¨®n no creemos que el aumento de los activos netos con fuertes porcentajes de activos reales sea un mal negocio para la banca. Los espa?oles se compraban pisos -y los que pod¨ªan, residencias secundarias- y los bancos se compraban locales para instalar sucursales. Si en el futuro es necesario reducir sucursales, los bancos se encontrar¨¢n como las pobres monjitas en ¨¦pocas recientes, como oferentes de locales y solares bien situados en las ciudades y pueblos espa?oles.
En alguna parte del tercero y ¨²ltimo art¨ªculo, parece que se dice -y digo parece que se dice, porque hay cierta ambig¨¹edad en la expresi¨®n- que la banca ha sido l¨¢ instituci¨®n m¨¢s franquista -en el terreno econ¨®mico, por supuesto- de los ¨²ltimos cuarenta a?os. La afirmaci¨®n no es exacta, ni en el terreno econ¨®mico ni en cualquier otro. Desgraciadamente la caracter¨ªstica fundamental de los ¨²ltimos cuarenta a?os ha sido la inexistencia de las instituciones. Todas las venerables instituciones del pa¨ªs se convirtieron en puros mecanismos instrumentales del poder personal de un hombre. Del Consejo de Estado, al Cuerpo de Bomberos, desde la Universidad, a las casas regionales, todo perdi¨® tradici¨®n y prestigio para pasar a ser instrumento al servicio del poder fue una imagen burda, paleta y venal de la Teor¨ªa del Estado del nazi Carl Schm¨ªtt. A todo este conjunto de instrumentos es lo que los te¨®ricos y profesores del franquismo llamaban Estado de Derecho. En tal situaci¨®n es evidente que no puede achacarse a la banca el ser una ?instituci¨®n representativa?, de nada. Ni siquiera las instituciones piadosas se vieron libres en tal situaci¨®n. No es casual que el Carmelo de Avila tuviera que prescindir durante cuarenta a?os de su reliquia m¨¢s preciosa, el brazo de Santa Teresa, que durante este largo per¨ªodo recorr¨ªa todos los puntos cardinales de la rosa de los vientos, siguiendo al detentador del poder en sus desplazamiento pol¨ªticos, cineg¨¦ticos o en sus jornadas de pesca.
En tan dram¨¢tica situaci¨®n, la banca, o los banqueros, siguieron lo que podr¨ªamos llamar la regla de conducta t¨ªpica de la burgues¨ªa, seg¨²n la conocida teor¨ªa de J. A. Schumpeter, es decir, se beneficiaron en lo posible y capearon el temporal dando entrada, cuando era necesario en sus Consejos de Administraci¨®n, a alg¨²n paniaguado pol¨ªtico franquista cesado. Pura medida de precauci¨®n de burgueses asustados y no, el comienzo de ninguna grotesca teor¨ªa conspiratoria
No creo que pueda decirse que don Ignacio Villalonga -que fue un antifranquista activo, como los l¨ªderes a¨²n vivos de algunos de los partidos pol¨ªticos de la oposici¨®n pueden dar fe-, ni Esc¨¢mez, ni Bot¨ªn, hayan sido franquistas. Los del Banesto -Deleitosa, Garnica, Gandarlas, etc¨¦tera-, han sido y son cazadores y en cuarenta a?os es dif¨ªcil, por no decir imposible, no haber caido en lo que podr¨ªamos llamar ?afranquismo cineg¨¦tico?. Del Banco Urquijo, no hablemos, pues todos sabemos que ha sido ina especie de incubadora de j¨®venes lumbreras socialistas. Indudablemente, esta explicaci¨®n es incompleta y parcial, pero para el caso es operativa. Otra cosa implicar¨ªa adentrarse en el complejo mundo de lo que Amando de Miguel ha llamado ?franquismo sociol¨®gico?, que tantas sorpresas puede deparamos.
Finalmente, se hace necesario alguna puntualizaci¨®n sobre una de las soluciones m¨¢gicas que actualmente apasiona al pa¨ªs. Nos referimos al asunto de la nacionalizaci¨®n de la banca.
Antes de nada, que quede clara mi posici¨®n. Creo que lo que Espa?a necesita urgentemente es desnacionalizar, descorporativizar, desgremiar, descentralizar, etc¨¦tera. Se trata, en una palabra, de desbloquear la pobre econom¨ªa espa?ola, sometida a infinitos controles burocr¨¢ticos que agarrotan la econom¨ªa y que es una econom¨ªa administrativa que algunos ignorantes, llaman econom¨ªa capitalista. A este respecto Jos¨¦ Luis Ugarte, ha escrito con conocimiento y acierto palabras que bien merecen ser meditadas. S¨ª algo necesita la econom¨ªa espa?ola es un mayor gradode espontaneidad anarquista y no m¨¢s dirigismo, mayores dosis de individualismo agresivo y menos conformismo alimentado por la sopa boba del reglamento administrativo.
Dicho lo anterior, hay que indicar que no existe ning¨²n argumento v¨¢lido a favor de la nacionalizaci¨®n de la banca. Quien lo dude, -no tiene m¨¢s que meditar sobre el ¨²ltimo documento de la izquierda laborista brit¨¢nica. Sobre dicho tema se me dir¨¢ que en una sociedad socialista, es decir, en una sociedad comunista, puesto que es la ¨²nica sociedad ?socialista? que hist¨®ricamente conocemos, la banca debe estar nacionalizada. Esto es cierto, pero no es un argumento, sino pura y simplemente una tautolog¨ªa.
De lo que no hay duda, es que el sistema bancario y el sistema financiero espa?ol necesitan reformas importantes, ya que en realidad no cumplen el importante papel que deben jugar en una sociedad industrial moderna. Ahora bien, los defectos que se pueden achacar al sistema bancario espa?ol, son el resultado de la falta de competencia, pieza clave en el funcionamiento del sistema. La soluci¨®n no est¨¢ en la nacionalizaci¨®n, sino en aumentar el grado de competencia interna y externa. En este sentido ser¨ªa de desear que se autorizase la implantaci¨®n en Espa?a de la banca internacional. Con diez o doce bancos americanos, alemanes y suizos -y para que nuestros izquierdistas, muy de izquierdas, puedan solucionar sus problemas financieros, sin mala conciencia, ser¨ªa conveniente autorizar un Banco de las Pesquer¨ªas Sovi¨¦ticas y un Banco de la China Popular de los que tienen establecidas oficinas de Hong-Kong- junto con el cese por derrumbe de la mara?a administrativa que ?protege? al mercado financiero espa?ol, la banca espa?ola funcionar¨ªa y ver¨ªamos a nuestros grandes banqueros lanzar a sus bancarios a la calle a conseguir sus pasivos de cada d¨ªa y cumplir el mandato divino de ?ganar¨¢s el pan con el sudor de tu frente?.
Por supuesto, esa l¨ªnea de actuaci¨®n implicar¨ªa penosos reajustes pero, siempre ser¨ªa mejor para el pa¨ªs -es decir, para el espa?ol medio y para sus empresarios- que tener que hacer colas en los ante despachos de los bancos nacionalizados cuyos directores seguir¨ªan siendo hombres del tipo S¨¢nchez Bella y sus ilustres predecesores y sucesores.
En cualquier caso, antes de terminar querr¨ªa decir que tal vez la actuaci¨®n de nuestros banqueros mereciera el castigo de la nacionalizaci¨®n de la banca, pero sinceramente creemos que el pobre pueblo espa?ol y sus sufridos empresarios merecen mejor suerte.
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