Desilusi¨®n pol¨ªtica y desilusi¨®n popular
Gerald Ford y Jimmy Carter obtienen en estas horas el veredicto de los americanos; seg¨²n ese veredicto uno de ellos habr¨¢ de gobernar, o desgobernar Estados Unidos durante los pr¨®ximos cuatro a?os. Los sondeos preelectorales indican un gran margen de diferencia y es posible que muchos electores no hayan acudido a las urnas.En buena parte se puede culpar a los dos candidatos de la apat¨ªa de los votantes. Ninguno de los dos ha demostrado tener la capacidad de liderazgo necesaria para acceder a la Casa Blanca. Sus campa?as se han caracterizado por el estilo agobiante y no por el contenido de sus ofertas, por la artificiosidad y no por la propuesta de soluciones, por el personalismo y no por los programas.
En cierto sentido, la falta de brillo que caracteriza a Ford y a Carter puede ser lo que los electores americanos buscan: pura median¨ªa despu¨¦s de los tumultuosos a?os vividos dentro y fuera del pa¨ªs.
Pero la elecci¨®n presente refleja tambi¨¦n los s¨ªntomas de uno de los grandes problemas de la democracia: la participaci¨®n del ciudadano y su porci¨®n de responsabilidad en la formaci¨®n de un Gobierno que controlar¨¢ una parte considerable de su vida. En 1972 s¨®lo el 57 % de los votantes acudieron a las urnas en una confrontaci¨®n presidencial ganada por Richard Nixon por muy escaso margen. Las previsiones para este a?o han sido m¨¢s bajas: quiz¨¢ no vote m¨¢s que el 50 % del electorado.
En las elecciones locales, no nacionales, algunas veces vota menos del 20%, aunque esas elecciones puedan decidir asuntos tan importantes como la construcci¨®n de una nueva escuela, la financiaci¨®n de ferrocarriles o el suministro de agua.
La apat¨ªa de los votantes es lo que aprovechan los caciques pol¨ªticos durante a?os para construir sus peque?os imperios. Justamente un peque?o porcentaje de los votos resuIta suficiente para ganar cuando el resto de los votantes se quedan en casa.
Como jefe del Partido Dem¨®crata, Carter ha registrado m¨¢s votos; esto es, mayor n¨²mero de gente se ha declarado dem¨®crata que republicana.
Pero en las pasadas elecciones han sido los votantes independientes, o sin partido, los que han decidido las elecciones presidenciales. Las encuestas este a?o indican que muchos independientes no votar¨¢n. Los tres debates televisados entre Ford y Carter han hecho poco para entusiasmar al votante, aunque Ford haya recuperado veinte puntos en los sondeos. Pero estas encuestas fueron hechas despu¨¦s del nombramiento de Carter por el Partido Dem¨®crata cuando ¨¦l hab¨ªa alcanzado la cresta de una publicidad favorable.
Nadie realmente cree que el presidente de Estados Unidos, informado por el Consejo Nacional de Seguridad, la CIA, el Departamento de Estado, piensa que Europa Oriental no est¨¢ bajo la dominaci¨®n sovi¨¦tica. Pero si esto es as¨ª, ?por qu¨¦ Ford dijo lo contrario en el debate? Podr¨ªa ser el mismo g¨¦nero de dislate en una conferencia en la ?cumbre?.
Por el mismo motivo, las observaciones que hizo Carter sobre la pureza ¨¦tnica o sus comentarios sobre el adulterio ex.
La experiencia americana con Watergate subraya un punto que los cient¨ªficos pol¨ªticos han acentuado durante a?os: el grupo de hombres que rodean tal vez al hombre m¨¢s poderoso del mundo es casi m¨¢s importante que el presidente mismo.
Todav¨ªa ni Ford ni Carter han dicho mucho acerca de qui¨¦nes estar¨¢n a su lado si ganan la presidencia. Ford, por su experiencia en la Casa Blanca desde la ca¨ªda de Nixon ha hecho algunas indicaciones, pero Carter, preguntado acerca de qui¨¦nes podr¨ªa llevar a su Gabinete, pareci¨® considerar la pregunta impertinente y rehus¨® responder.
Ning¨²n americano que viva en el extranjero puede ver las elecciones presidenciales sin impresionarse por lo poco que cuenta la pol¨ªtica exterior en el pugna electoral. ?Derrot¨® John F. Kennedy a Richard Nixon en 1960 a causa de su actitud en Cuba, en Quemoy o Matsu?
Harry Truman gan¨® la presidencia en 1948, cuando los sondeos se revelaron falsos por un peque?o porcentaje de puntos. Los problemas entonces eran, en su mayor parte, econ¨®micos, que es lo que preocupa a la mayor¨ªa de los votantes en 1976.
Jimmy Carter es una cara nueva, pero con pocas ideas nuevas. Ford, seg¨²n Carter, es un hombre honesto pero nada m¨¢s.
Si los sondeos son realmente aproximados, como dicen los expertos, y el estado de ¨¢nimo es favorable al cambio, pero no para un gran cambio, la honestidad puede ser suficiente para mantener a Ford en la Casa Blanca.
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