Una historia en dos mitades
Dejando aparte su copiosa producci¨®n de cortometrajes, en gran parte dedicada a temas de arte, la cinematograf¨ªa de los Pa¨ªses Bajos s¨®lo ocasionalmente da se?ales de vida. Condicionamientos de mercado a los que el idioma no es ajeno, han limitado su escuela hasta el punto de que la aparici¨®n en nuestras pantallas de un filme belga-holand¨¦s puede calificarse, por lo menos, de ins¨®lita. No es que sus pel¨ªculas no lleguen habitualmente a los grandes circuitos europeos, caso ¨¦ste de otros muchos cines -el espa?ol por ejemplo-, sino que apenas se ruedan o cuando salen a la luz, siguen la pauta de los g¨¦neros menores en temas que recuerdan los filmes mediocres de sus vecinos m¨¢s dotados econ¨®micamente. Sin embargo, en este s¨²bito despertar de las cinematograf¨ªas nacionales, no pod¨ªa faltar la aportaci¨®n original de estos pa¨ªses fundamentales, en la historia de Europa y en la nuestra, por supuesto.Sus filmes, como en el caso del nuevo cine australiano recientemente premiado en San Sebasti¨¢n, vienen a tener un cierto aire demod¨¦, bien realizado, con una fotograf¨ªa ejemplar que por curiosa coincidencia o por moda trae ante nosotros la misma ¨¦poca tambi¨¦n: aqu¨¦lla que abarca los a?os veinte y treinta. El tema de Angela, por otra parte, es el mismo de la ¨²ltima obra de Bodganovich estrenada en Espa?a con el t¨ªtulo de Una se?orita rebelde: el enfrentamiento de una muchacha americana sin los prejuicios de la sociedad europea que acabar¨¢ por rechazarla, rechazando a la vez a su pareja. Lo ¨²nico que cambia es el estrato social en que la acci¨®n se desarrolla; en el filme de Bodganovich, el mundo de la alta burgues¨ªa; en el de Van der Heyden, la sociedad rural en la Holanda de los veinte, cazurra, hostil y por supuesto m¨¢s violenta. La acci¨®n se estructura en dos partes demasiado diferenciadas, por no decir casi independientes. Cada cual se refiere a uno de los protagonistas y si la primera nos ofrece un exhaustivo planteamiento de la historia, la segunda la desarrolla, eludiendo en cierto modo, el desenlace. La primera nos narra el fracaso de Harm en sus estudios y su vuelta a casa dominada por un padre vulgar y desp¨®tico que ejerce su dominio, no s¨®lo sobre obreros y empleados, sino sobre su mujer, sensible y so?adora a la que echa en cara la educaci¨®n poco pr¨¢ctica del hijo.
Angela
Gui¨®n y direcci¨®n, Nikolay Van der Heyde. Fotografia, J¨¹rgen Persone. M¨²sica, Georges Delerve. Int¨¦rpretes, B¨¢rbara Seagull, Sandy Van der Linden, Palph Meeker. Dram¨¢tica. Holanda Color. 1973. Local de estreno: Cine Galileo.
Hay en esta serie de secuencias, alguna que otra anotaci¨®n de ambiente y personajes bastante lograda, aunque los caracteres rocen a menudo el t¨®pico. Con la llegada de un viejo amigo de la madre que a¨²n se muestra enamorado de ella a pesar de los a?os trascurridos en Am¨¦rica, el filme toma un derrotero distinto, no s¨®lo para la madre de Harm sino para ¨¦l mismo que conoce a Angela, amiga del reci¨¦n llegado y personaje un poco vago y literario aunque eficaz como contraste en el mundo gris hasta entonces retratado. Esta Angela que da nombre a la pel¨ªcula, futura madre, que con su ni?o en el vientre y su joven amigo se propone huir hacia el sur en busca del sol, desafiando la lluvia y el riesgo de campesinos hostiles y mostrencos, bebiendo leche orde?ada al paso y con los pies descalzos, nos recuerda demasiado a cierta juventud de ahora, no como precursora, sino como personaje elaborado desde hoy y trasplantado a un mundo y un ambiente convencionales. Su final, ya se ha dicho, que se elude directamente, quiz¨¢s por no herir susceptibilidades nacionales, y de igual modo queda in¨¦dita el de de los amor¨ªos de la madre en una especie de happening que enlaza con el pr¨®logo a modo de ficci¨®n feliz cuando en realidad no es sino una evasi¨®n por donde el desenlace aut¨¦ntico se escapa.
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