De la pausa al par¨®n en la econom¨ªa espa?ola
, Grupo AFELa econom¨ªa espa?ola est¨¢ atravesando un per¨ªodo de estancamiento en su ritmo de crecimiento, del que podr¨ªa comenzar a salir hacia finales de a?o. Si bien estamos compartiendo un rasgo del proceso de recuperaci¨®n de las principales econom¨ªas occidentales -en Estados Unidos el ritmo de crecimiento real del PNB pas¨® de un 9% en el primer trimestre del a?o a un 3,8% en el tercero-, en nuestro caso han operado, adem¨¢s, tres factores negativos t¨ªpicamente ind¨ªgenas: las incertidumbres del proceso de transici¨®n pol¨ªtica, la mezcla de reivindicaciones pol¨ªticas y econ¨®micas en las reivindicaciones sindicales y la falta de una pol¨ªtica econ¨®mica competente por parte del Gobierno.
La actividad productiva: estancamiento
De acuerdo con el ¨ªndice de producci¨®n industrial, el fuerte impulso ascendente iniciado en marzo/abril registr¨® en junio su primer desfallecimiento -v¨¦ase gr¨¢fico 1- para, posteriormente, en julio, experimentar una fuerte subida -6% en ese mes-, que, sin embargo, dej¨® paso en agosto a un nuevo descenso. A partir de estas cifras el crecimiento de la actividad productiva a lo largo del a?o puede estimarse que no ser¨¢ superior al 2-2,5%. Aun cuando ¨¦ste no parezca un objetivo excesivam ente ambicioso para la economia espa?ola, su consecuci¨®n depender¨¢, fundamentalmente, de la marcha de la producci¨®n en noviembre y diciembre. Y a juzgar por las opiniones de los industriales, aqu¨¦lla no est¨¢ asegurada.
La demanda: sin recuperarse
La aton¨ªa de la actividad productiva ha sido en estos meses reflejo del comportamiento de una demanda d¨¦bil. Resulta arriesgado aventurar pron¨®sticos sobre la marcha del consumo -ya sea privado o p¨²blico- en t¨¦rminos reales. Ciertamente, las rentas salariales comenzaron a crecer fuertemente a partir de marzo. As¨ª, en el segundo trimestre del a?o, el salario real -es decir, descontada el alza del coste de vida- crec¨ªa a tasas superiores al 10%. El problema es algo m¨¢s complicado, sin embargo, pues en estas circunstancias nada permite predecir en qu¨¦ forma afectar¨¢ a las intenciones de gasto de los consumidores la fuerte inflaci¨®n que padecemos. En los dos ¨²ltimos a?os la reacci¨®n consisti¨® en mantener el consumo a costa de reducir su ahorro; justamente lo contrario de sus hom¨®nimos europeos y americanos.La inversi¨®n es, con todo, la cenicienta de esta historia. S¨ª la construcci¨®n es el componente de la misma que marcha relativamente mejor, la inversi¨®n en maquinaria no se ha recuperado todav¨ªa del bache del a?o anterior y las posibilidades de que lo haga de aqu¨ª a final de a?o son escasas si uno atiende a las previsiones de los empresarios, a la flojedad creciente mostrada por la cartera de pedidos y a la evoluci¨®n del ¨ªndice de inversi¨®n aparente. La faceta m¨¢s pesimista de este componente es que si los industriales no inician ahora nuevos procesos de inmovilizaci¨®n, el empuje inicial dado por la reposici¨®n de existencias:corre el riesgo de agotarse sin que la inversi¨®n fija haya tomado el relevo.
Balanza de pagos: el tend¨®n de Aquiles
Las exportaciones de mercanc¨ªas constituyen por el momento el componente m¨¢s firme de la demanda. En los diez meses transcurridos su aumento en pesetas respecto a igual per¨ªodo del a?o 1975, ha sido del 30 % -11 % en d¨®lares-, destacando los incrementos de ?productos minerales?, ?qu¨ªmicos? y ?agr¨ªcolas?, as¨ª como los de ?maquinaria? y ?material de transporte?. El porvenir de nuestras exportaciones depender¨¢ de dos factores que no se presentan muy brillantes: la evoluci¨®n del comercio mundial y la tasa de inflaci¨®n interna. Las previsiones de la OCDE han ido reduciendo el ritmo de crecimiento del primero a medida que transcurr¨ªa el a?o, al tiempo que nuestros precios no cesaban de crecer mes tras mes. Respecto a las importaciones una vez dicho que han crecido en pesetas un 18% -un 2,3% en d¨®lares-, conviene distinguir claramente entre las compras de crudo y los restantes productos. Las primeras aumentaron un 35%, cifra que se agrava si se tiene en cuenta que su adquisici¨®n su pone casi la tercera parte de nuestras compras en el exterior. De aqu¨ª la importancia que cobra la desdichada pol¨ªtica energ¨¦tica practicada desde hace a?os. Los restantes componentes han mostrado una evoluci¨®n m¨¢s satisfactoria.La marcha de la balanza comercial indica una mejora respecto al a?o anterior cercana a los cuatrocientos millones de d¨®lares. La balanza por cuenta corriente ha ido mucho peor, debido, fundamentalmente, a los menores ingresos por turismo unos 330 millones de d¨®lares hasta agosto y el peso creciente de una deuda exterior que rondar¨¢ los 11.000 millones a finales de 1976. En resumen, en contra de las previsiones hechas en el momento de la devaluaci¨®n, el d¨¦ficit por cuenta corriente no s¨®lo no mejorar¨¢ este a?o, sino que es posible que empeore entre 250 y 400 millones de d¨®lares.
Precios y paro: un poco peor.
Si, como se ha dicho, el estancamiento de la actividad y el progresivo deterioro del d¨¦cifit por cuenta corriente constituyen los dos grandes problemas que la econom¨ªa debe resolver, la aceleraci¨®n de las tensiones inflacionistas es el medio menos adecuado para ello. Despu¨¦s de la moderaci¨®n de los meses de verano, el ¨ªndice del coste de vida ha vuelto a mostrar alzas insostenibles -v¨¦ase gr¨¢fico 2-. En l¨ªneas generales, todos sus componentes han contribuido a esos incrementos pero conviene aislar el de ?vestido y calzado? como caso tipo de un proceso de formaci¨®n de precios que, de no desaparecer pronto va a arruinar cualquier intento de estabilizac¨ª¨®n. Durante los meses de septiembre y octubre ese grupo creci¨® un 5% -o sea, un 34% en tasa anual-. Pues bien, el curioso lector y sufrido consumidor que va a comprarse un par de zapatos debe saber, entre otras cosas, lo siguiente: que la industria del calzado est¨¢ compuesta de no menos de 2.400 plantas; que la industria curtidora incluye m¨¢s de quinientas empresas, que no existe una pol¨ªtica previsora de existencias que aminore las fluctuaciones de los precios de las pieles; que los curtidores aprovecharon la devaluaci¨®n de la peseta para revalorizar sus existencias, y que el calzado de se?ora y caballero est¨¢ protegido por un derecho a la importaci¨®n del 40% ?Sin comentario!Nos refer¨ªamos antes al estancamiento de la actividad productiva, indicando tambi¨¦n el fuerte incremento experimentado por las remuneraciones salariales en t¨¦rminos reales. Ambos hechos constituyen las dos hojas de la tijera del paro, que al finalizar junio alcanzaba al 5,5% de la poblaci¨®n activa -unas 730.000 personas.
Conclusi¨®n: el error de tipo II
De este sombr¨ªo panorama puede deducirse que el presente y el porvenir de la econom¨ªa espa?ola es muy dif¨ªcil. Precisamente por ello extra?a m¨¢s que el Gobierno no est¨¦ a la altura de las circunstacias. Si para muestra basta un bot¨®n, las medidas contenidas en el ¨²ltimo real decreto de octubre son un ejemplo claro de una pol¨ªtica econ¨®mica a lo ?rey canuto?. Insistir en el control administrativo de precios cuando su ineficacia ha sido comprobada, ordenar congelaciones salariales cuando pol¨ªticamente se ignora a los interlocutores que podr¨ªan hacerlas cumplir, subir los aranceles cuando lo que la econom¨ªa necesita es competencia a raudales, hacer vagas referencias a la pol¨ªtica monetaria cuando se piensa seguir utiliz¨¢ndola s¨®lo como medio de respiraci¨®n artificial, o a la pol¨ªtica fiscal cuando se presentan unos presupuestos hu¨¦rfanos de toda referencia a la evoluci¨®n del ejercicio econ¨®mico en que regir¨¢n; todo ello le deja a uno con graves dudas sobre la seriedad del Gobierno en estas materias -?dudas que aumentan al o¨ªr a un ministro declarar en RTVE que una de las causas del d¨¦bil crecimiento del PNB en el a?o en curso ser¨¢ efecto de la devaluaci¨®n de febrero!-.La situaci¨®nes grave, y el Gobierno hace mal en no expon¨¦rselo sinceramente al pa¨ªs, pues es posible que todav¨ªa estemos a tiempo de evitar la cat¨¢strofe. Acaso algunos nos tachen de agoreros, pero creemos que en el momento actual lo peor que podr¨ªamos hacer los responsables de nuestra pol¨ªtica econ¨®mica es cometer lo que los estad¨ªsticos denominan error de tipo II; es decir, aceptar que la coyuntura actual no es grave y seguir actuando en consecuencia.
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