La almendra de un "derby"
Hoy domingo, el partido, lo que se llama el partido del d¨ªa, se juega en el terreno de la carretera de Sarri¨¢, que en tiempos se lianl¨® ?La Manigua?. por el Espa?ol y el Barcelona. Es uno de los arandes derbies locales que se juegan en Madrid, en Barcelona y en Sevilla. El vasco es otra cosa regional, porque en tiempos la rivalidad local estaba representada por los Athletic-Arenas en Bilbao y por el Real Uni¨®n-Real Sociedad en el corner guipuzcoano. Los otros han sido siempre locales, como en otro terreno lo es el Valencia-Levante que trajo al f¨²tbol la rivalidad entre la ciudad y el puerto, la Valencia de la huerta y la Valencia del mar.De todos ellos. la rivalidad m¨¢s pol¨ªtica se agazap¨® siempre en el partido de Barcelona, ya en los tiempos del campeonato regional y en la Liga que lo continu¨® desde hace cerca de medio siglo. No s¨®lo el Barcelona puede decir contemplando su espectro sociol¨®gico y su historia que es algo m¨¢s que un club sin que el Espa?ol diga algo parecido. Hubo tiempos en que uno o dos Barcelona-Espa?ol tuvieron que jugarse a puerta cerrada con el campo rodeado por fuera, para evitar aproximaciones, de los guardias de seguridad acaballo. La rivalidad barcelonesa hab¨ªa escindido, tirando cada equipo de un lado, hasta la pareja m¨¢s famosa del f¨²tbol de entonces: Zamora y Samitier, y los partidos electrizantes comenzaban con el saludo de los dos como los adalides de cada bando, siendo amigos y companeros inseparables de toda la vida. Luego, cuando empezaba el juego, del roce del de ambos sal¨ªan las m¨¢ximas chispas futbol¨ªsticas. Samitier sol¨ªa estar en el v¨¦rtice del ataque y en la puerta contraria estaba Zamora. Y en los rader¨ªos o alrededores entre la gente del CADC1 y la Pe?a lb¨¦rica alg¨²n guantazo se perd¨ªa.
A pesar de que la politizaci¨®n nacional podr¨ªa haber renovado estas estampas, amarillean corno celuloide rancio y han quedado ancladas en los tiempos de Primo de Rivera. Sin embargo, ser¨¢ ilusorio creer que en la rivalidad deportiva que se mantiene por todo lo alto no hay impl¨ªcita una manera de ser o estar en Barcelona, y sea cualquiera el momento de cada club y su posici¨®n en la Liga. Ahora, dos puntos y dos puestos, del primero al cuarto, separan al Barcelona del Espa?ol cuando se va a jugar el ¨²ltimo partido del a?o y toda la cargaz¨®n emocional de un derby de tantas ra¨ªces va a complicar tal vez, seg¨²n el resultado, la situaci¨®n en la cabeza del Barcelona, todav¨ªa en precario y sin distancia suficiente para prevertir una derrota hablendo equipos a un tanto y dos tantos. Cuando partidos de esta trastienda adem¨¢s de lo que se traen consigo, haga fr¨ªo o calor, de noche o de d¨ªa, y desde los m¨¢s dispares lugares de la clasificaci¨®n de Liga, llevan tambi¨¦n en sus vuelos situaciones decisivas de car¨¢cter nacional-futbolista. se ponen imposibles de presi¨®n, de voltaje y de decibelios.
Y, sin embargo, la almendra que existe debajo de tanta c¨¢scara es un partido de f¨²tbol que la mayor parte de las veces se resucive por la regla de tres del f¨²tbol, dos equipos y un ¨¢rbitro. Espa?ol y Barcelona han sido esta temporada equipos que ante las fluctuaciones de alinecaci¨®n y de juego de otros, se han arreglado pronto. Al Barcelona le funciona esta temporada el sistern¨¢ Cruyff (que es m¨¢s exacto que llamarle sistema Michels), despu¨¦s de algunas vacilaciones iniciales y el sisterna t¨¦cnico del Espa?ol ha hecho la hombrada de no perder la cara neutralizando la falta de Caszely y de Solsona, el rematador descuidero y el armador de la casa, sin grave estropicio, como lo demuestra su situaci¨®n. En Sarri¨¢ se hundi¨® ante el Atl¨¦tico de Madrid, pero al Real le pas¨® por encima.
Para el Barcelona es un encuentro dif¨ªcil, una ?salida? grave. El a?o pasado con Weisweiler en el puente de mando, perdi¨® por 3-0 y a Michels no se le da bien Sarri¨¢. Y, sin embargo, el ?Bar?a? necesita ganar o puntuar para entrar en 1977 en primer lugar y lo destacado que pueda. Por otra parte, todo lo que no sea la victorla, supondr¨ªa al Espa?ol descolgarse este a?o de su puesto en el pelot¨®n de cabeza. Por eso, los espa?olistas de raza dar¨ªan cualquier cosa porque el resultado fuese como aquellos que hac¨ªan a sus rnayores de anta?o, qu¨¦ compatibilizaban su corona con el escudo y el t¨ªtulo de Real con alg¨²n lerroxismo impl¨ªcito, cantar con la solfa de las lagarteranas de Guerrero:
Somos espa?olistas/ de la corona, de la corona/ somos especialistas/ en dar palizas/ al Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.