Un pa¨ªs marginado
La composici¨®n de la comisi¨®n que, por parte de la Oposici¨®n democr¨¢tica, deber¨¢ negociar con el Gobierno el establecimiento de unas normas y garant¨ªas electorales, para que posean aut¨¦ntica legitimidad democr¨¢tica las elecciones generales convocadas para antes de junio de 1977, no satisfizo a todos los que participaron en su elaboraci¨®n. La insatisfacci¨®n tiene un doble motivo: representatividad insuficiente de la comisi¨®n e indefinici¨®n de sus relaciones con el conjunto de la Oposici¨®n democr¨¢tica, de quien, de hecho, recibe el mandato y el apoyo para su gesti¨®n, pero ante la que no asume ning¨²n compromiso expl¨ªcito.Al mismo tiempo, la insuficiente representatividad de la comisi¨®n tiene tambi¨¦n una doble causa: ideol¨®gica, al no sentirse representados determinados partidos pol¨ªticos, y territorial, al haber sido claramente marginados pa¨ªses y regiones espa?olas que, desde el primer momento pidieron estar representadas directa o indirectamente en la comisi¨®n.
Este ¨²ltimo motivo de fricci¨®n en el seno de la Oposici¨®n democr¨¢tica ha sido silenciado casi por completo por los grandes medios de comunicaci¨®n con sede en Madrid y en Barcelona. Las en¨¦rgicas protestas emitidas por la Taula del Pa¨ªs Valenciano o por diferentes partidos de estructura estrictamente valenciana a duras penas han conseguido superar el puerto de Contreras, ni tampoco cruzar el Ebro.
En cualquier caso, el problema, como todos los que deber¨¢n afrontarse en un per¨ªodo constituyente. est¨¢ ah¨ª. Ser¨ªa absurdo darle la espalda. Lo que ya no ser¨ªa absurdo, sino tremendamente grave. es que en ese per¨ªodo constituyente, e incluso en el proceso previo que lo ha de posibilitar, prosperase la tesis impuesta ahora en el seno de la comisi¨®n negociadora.
En pocas palabras, dicha tesis considera que s¨®lo en los casos de Catalunya, Euzkadi y Galicia puede reivindicarse a priori unos ¨®rganos de autogobierno. Y ello es as¨ª, porque s¨®lo estas tres ¨¢reas territoriales -a las que, autom¨¢ticamente, se identifica como nacionalidades- dispusieron, en mayor o menor medida, de dichos ¨®rganos en tiempos de la II Rep¨²blica espa?ola. Con lo que los defensores de esta postura, y de sus consecuencias pol¨ªticas, cometen alg¨²n que otro error.
En primer lugar, al confundir un territorio bien delimitado con una ?naci¨®n?. Los vascos saben muy bien que Euzkadi, la naci¨®n vasca, no dispuso toda ella de un estatuto de autonom¨ªa durante la ¨²ltima Rep¨²blica. Los catalanes, de Catalunya se entiende, se han dedicado durante estos ¨²ltimos cuarenta a?os a profundizar el alcance de su identidad nacional. Y ahora resulta que la naci¨®n es Catalunya. Justo al mismo tiempo en que, tambi¨¦n en Madrid, valencianos, mallorquines y catalanes, de Catalunya se entiende, presentaban en p¨²blico el Congr¨¦s de Cultura Catalana.
Otro error parte de consideraciones mucho m¨¢s elementales. Vascos, catalanes, de Catalunya se entiende, y gallegos aceptan esa ?raz¨®n hist¨®rica? para el reconocimiento de sus reivindicaciones actuales. ?Es que acaso la historia de esos pa¨ªses est¨¢ limitada o puede concretarse en unos pocos a?os, aun en escasos meses de autogobierno restringido en la d¨¦cada de los a?os treinta? ?Puede mantener alguien con un m¨ªnimo de seriedad y de coherencia pol¨ªtica que de aquellos a?os o meses se transmite alguna legitimidad especial hasta hoy?
Cuando liberales, democristianos, socialdem¨®cratas, socialistas y comunistas, por no decir nombres, hemos estado repitiendo hasta la saciedad que condici¨®n indispensable para el establecimiento de un sistema democr¨¢tico es la libre formaci¨®n y funcionamiento de los partidos pol¨ªticos, sin exclusiones, todos sabemos perfectamente lo que queremos decir. Pues bien, no es la ¨²nica condici¨®n. Otra es que dispongan de sus propios ¨®rganos de autogobierno todos los pa¨ªses y regiones que forman Espa?a, sin exclusiones.
La estructuraci¨®n pol¨ªtica concreta de este principio es ahora lo de menos. Lo que no puede discutirse, lo que no puede negociarse son los principios. La democracia pluralista, sin exclusiones, no es negociable. puede serlo el m¨¦todo para llegar a ella.
Y el problema, referido nuevamente a la comisi¨®n negociadora. no estriba en que los dignos representantes de Catalunya. Euzkadi y Galicia no sean capaces de plantear un techo reivindicativo suficientemente elevado y correcto para la cuesti¨®n de las nacionalidades. Cualquiera que hubiera sido la designaci¨®n, esto era impensable. Una vez conocida, todav¨ªa con mayor motivo.
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