El caf¨¦ duplica su precio desde hoy
El coloquial ??tomamos caf¨¦??, que diariamente pronuncian la mayor¨ªa de espa?oles, puede convertirse en algo m¨¢s gravoso para nuestro bolsillo, a ra¨ªz de la segunda subida del a?o que, l¨®gicamente, afecta al tonificante producto, bebida nacional por excelencia. La primera subida la protagonizaron los peri¨®dicos, que tambi¨¦n son productos de consumo diario.El kilo de caf¨¦ sube, a partir de hoy, nada menos que un 112%, ponderando entre las oscilaciones de sus distintas variedades. Y aunque este nuevo precio permite calcular el costo adicional del caf¨¦ cotidiano, resulta dif¨ªcil adivinar cu¨¢nto costar¨¢ de m¨¢s a partir de esta ma?ana en cualquier establecimiento. De hecho, algunos bares y cafeter¨ªas han incrementado ya sus precios, a raz¨®n de cuatro pesetas por taza, a pesar de que el propio comisario de Abastecimientos y Transportes y director general de Pol¨ªtica Alimentar¨ªa, F¨¦lix Pareja, aseguraba ayer que la repercusi¨®n no podr¨ªa suponer, en modo alguno, m¨¢s de 2,50 pesetas por taza, ya que s¨®lo se emplean entre cinco y siete gramos de caf¨¦ en cada una.
Mientras los estamentos oficiales -l¨¦ase la Administraci¨®n y la aludida Comisar¨ªa- justifican la elevaci¨®n del precio en raz¨®n de la importante sangr¨ªa de divisas que supone la importaci¨®n de caf¨¦ - 15.000 millones de pesetas anuales- y, abogan por una dr¨¢stica reducci¨®n del consumo, acudiendo a los suced¨¢neos, los torrefactores de caf¨¦, reunidos ayer en Madrid para estudiar la situaci¨®n, sostienen que la subida no beneficia m¨¢s que al Estado, y que los m¨¢rgenes que la nueva ordenaci¨®n de precios les depara son de todo punto insuficientes para el sostenimiento de su actividad.
Todos -torrefactores y Administraci¨®n- coinciden en afirmar que la medida era inevitable, como directa consecuencia de la evoluci¨®n de los precios del caf¨¦ en lo mercados internacionales, y que la situaci¨®n no lleva visos de mejorar toda vez que es improbable una inflaci¨®n de los precios internacionales antes de 1979. El encarecimiento de los precios del caf¨¦ en los mercados internacionales tuvo su origen en las heladas sufridas por Brasil en 1975, que cercenaron notablemente sus posibilidades de abastecimiento al mercado mundial. Al mismo tiempo, otro gran productor, Angola, abandona pr¨¢cticamente su producci¨®n a ra¨ªz de sus circunstancias b¨¦licas por las que atraves¨® en los ¨²ltimos a?os. Las cifras hablan por s¨ª solas: en mayo de 1975 una tonelada de caf¨¦ costaba ochocientos d¨®lares: hoy, la misma tonelada est¨¢ valorada en 5.114 d¨®lares. Al mismo tiempo, y en la base de esta evoluci¨®n de los precios, hallamos una reducci¨®n de la producci¨®n de los pa¨ªses encuadrados en la OIC, la organizaci¨®n que agrupa a los productores de caf¨¦ del mundo.
S¨®lo el Estado importa caf¨¦
En Espa?a consumimos anualmente unos cien millones de kilos de caf¨¦, y desde el inicio de las subidas el Estado subvencionaba las compras de caf¨¦ espa?olas, canalizadas de modo exclusivo a trav¨¦s de la CAT, que se convierte as¨ª en uno de los m¨¢s importantes compradores de caf¨¦ del mundo. Esta subvenci¨®n estatal, que permit¨ªa esquivar subidas al consumidor, con las oscilaciones de los precios en los mercados exteriores, supuso al erario p¨²blico casi 3.000 millones de pesetas en el per¨ªodo comprendido entre los meses de junio y diciembre del pasado a?o de 1976. Seg¨²n el se?or Pareja, la subvenci¨®n se mantuvo hasta finales del pasado a?o, ya que se confiaba en una inflexi¨®n de los precios. Esa inflexi¨®n no se ha producido.Aunque se ha demostrado con diversos productos que el consumidor espa?ol no reduce sus niveles de consumo por elevaciones de precio, los responsables de la CAT insisten en la necesidad de restringir el consumo per c¨¢pita de caf¨¦ de los espa?oles y conf¨ªan en que el encarecimiento sea una incitaci¨®n a ello. De hecho, sin subvenci¨®n, el precio del caf¨¦ queda sujeto desde ahora a las oscilaciones de su cotizaci¨®n internacional, y no es descabellado prever revisiones -l¨¦ase subidas- de su precio al consumidor cada tres meses. No resulta dif¨ªcil fijar el per¨ªodo, porque las compras de caf¨¦ se realizan con esa periodicidad.
Sin embargo, y aunque el comisario de Abastecimientos y Transportes apueste por un creciente consumo de relajante tila entre los espa?oles, el abastecimiento nacional est¨¢ asegurado, y la CAT est¨¢ adquiriendo compromisos de compras para dentro de tres a?os, cuando la producci¨®n mundial est¨¦, previsiblemente, recuperada. Se da el caso de que, incluso, algunos acuerdos bilaterales prev¨¦n el intercambio de tecnolog¨ªa espa?ola -sector naval- por sacos de caf¨¦; tal es el caso de Costa de Marfil. De este modo, los responsables de la CAT aseguran el consumo presente y el previsible a corto plazo, pero tambi¨¦n se comprometen a adquirir determinadas cantidades de caf¨¦ cuando la escasez haya desaparecido. El caso del az¨²car viene, inevitablemente, a la memoria.
Contra los acaparadores
Como siempre, el fantasma de la especulaci¨®n se cierne sobre el sector. Para evitarlo, la CAT dice haber ordenado a sus delegaciones provinciales el levantamiento de actas en base a las existencias de esta misma ma?ana. Los almacenistas y torrefactores deber¨¢n ingresar a la CAT las diferencias correspondientes. A pesar de ello, nadie duda que la picaresca -a mayor o menor escala- tendr¨¢ buen coto en esta coyuntura.Finalmente, hay que se?alar que de las 563 pesetas que el consumidor pagar¨¢ desde hoy por un kilo de caf¨¦, s¨®lo 360 corresponden al precio del producto en puerto espa?ol; el resto corresponde a los costos -especialmente al 20% de merma en el tueste- y 35 pesetas al margen comercial: ese mismo que los torrefactores denunciaban ayer como insuficiente.
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