?Ritual de libertad?
Prolongando de alg¨²n modo su obra pict¨®rica y sus montajes. Frederic Amat ofreci¨® el viernes pasado, y en el marco de su muestra en Juana Mord¨® (locales de la calle Castell¨®) la Acci¨® U, en la que colaboran con ¨¦l los hermanos Gelabert, para la danza, y Rafael Subirachs, para el sonido.L¨¢stima que no sean suficientes tas buenas intenciones en este asunto de los tinglados o acciones con que algunas galer¨ªas tradicionales pretenden colmar las grand¨ªsimas lagunas de su trayectoria que a diferencia de lo ocurrido en esta rnisma sala con Zaj nos quedemos con las ganas de ver algo m¨¢s que una accion fetiche, un amago de situaci¨®n otra que no desemboca sino en la desaz¨®n.
En el centro del c¨ªrculo constituido por los espectadores -carias en su mayor parte conocidas, la historia famillar no est¨¢ por hacer- yacen desnudos los cuerpos de una mujer y un hombre. Ambos est¨¢n apresados de brazos y piernas por sendos draps (los caracter¨ªsticos trapos o telas y t¨¦?idas de Amat. enderezadas por una estr ictura de ca?as).
Al son de una m¨²sica de vanguardia, aunque con ciertas resonancias primitivas comienzan a evolucionar los cuerpos y los draps como cris¨¢lidas o figuras aladas cuyas alas fueran entorpecedoras respecto a su libre movimiento en el espacio. Debati¨¦ndose con la estructura que les apresa, acerc¨¢ndose el uno al otro, traspasados por el plano, mimando dificultosa y violentamente los gestos del amor o del rechazo. La acci¨®n acompa?ada de m¨ªmicas, sonidos escasamente articulados y todo un repertorio de actitudes de relaci¨®n interpersonal termina con la liberaci¨®n de los cuerpos desnudos.
De alguna manera, m¨¢s que a los happenings norteamericanos o a la violencia sadomasiquista de los vieneses. Amat podr¨ªa recordar aqu¨ª a los artistas brasile?os del comportamiento. Un Oiticica o una Lygia Clark que recogen a la vez la experiencia neoconcreta y la cultura tradicional de su tierra (incluso la samba y la bossa-nova), las vierten en ceremonias que transgreden el orden mierosocial en que se celebran. Aqu¨ª tambi¨¦n es evidente la referencia antropol¨®gica a una cultura primitiva pero en lugar de haber una asunci¨®n rigurosa de esta ¨²ltima, resulta crispante observar c¨®mose incorporan algunos elementos gratuitos e inconexos a una coreograf¨ªa m¨¢s simbolista que otra cosa.De ah¨ª que ni pl¨¢sticamente (salvo la carrera circular o el hecho de implicar a los mirones) ni desde el punto de vista m¨¢s global de la construcci¨®n de situaciones se superan aqu¨ª los l¨ªmites del argumento y las referenclas simplistas a una contradicci¨®n entre cuerpo y estructura que la acci¨®n supuestamente resolviera.
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