Grave necesidad de centros de p¨¢rvulos
En el colegio Nuestra Se?ora del Pilar, en M¨®stoles, unos ochenta ni?os de edades comprendidas entre los tres y seis a?os se api?an en dos habitaciones que juntas sumar¨¢n unos treinta metros cuadrados. El poco espacio disponible hace que no puedan desarrollar ning¨²n juego o actividad que necesite libettad de movimientos. Se limitan a estar sentados, sin moverse, leyendo o escribiendo, hasta que sus madres acuden a recogerlos a la salida.El caso no es nuevo ni ¨²nico. En otros colegios, donde la entrada est¨¢ situada a un metro sobre el nivel del suelo, las escaleras y las ventanas est¨¢n enrejadas, se supone que para evitar accidentes, lo que no les quita en absoluto su aspecto exterior de c¨¢rceles para ni?os.
M¨®stoles sobrepasa los 100.000 habitantes, y en su mayor¨ªa son familias j¨®venes con ni?os de poca edad. No existen guarder¨ªas ni centros de ense?anza preescolar municipales, y no hay m¨¢s remedio que recurrir a la privada.
En el caso que nos ocupa, que puede servir perfectamente de ejemplo, las dos habitaciones est¨¢n totalmente ocupadas por bancos, donde se sientan cuatro ni?os, y algunos pupitres de dos plazas. El ¨²nico espacio no ocupado por los bancos lo est¨¢ por la mesa de la profesora, y para permitir que se abra la puerta, hacia dentro. Tienen un servicio para todos. Permanecen, de nueve y media a doce y media, y de tres a cinco de la tarde, sentados, sin poder realizar juegos o actividades creativas. Pagan mil pesetas mensuales.
Los directores del colegio, Faustino Mortes y su esposa, niegan que falte espacio, y se acogen al hecho de que el inspector de zona del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia nunca les ha hecho la menor recomendaci¨®n. El se?or Mortes, veinticuatro a?os en la profesi¨®n expone:
?Estoy perfectamente al d¨ªa en mi profesi¨®n, y se las medidas de espacio necesarias. Es m¨¢s, en el colegio tengo aulas vac¨ªas, y no iba a suceder esto si hubiera falta de espacio para los ni?os. Lo que le hayan contado a usted ataca mi dignidad profesional y personal. Lo que no le han dicho es que s¨®lo les cobro mil pesetas, cuando lo normal es que las clases tengan un precio superior?. Su esposa, minutos antes, nos hab¨ªa argumentado a la falta de espacio para jugar: ?Es que eso es una clase de p¨¢rvulos, donde los ni?os van a trabajar y estudiar, no a jugar. Si las madres quieren juegos, que les lleven a otro tipo de centros.?
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