La alternativa de los PNN
Durante siglos, la Universidad ha luchado con diferentes adversarios que amenazaban su independencia. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, el combate fue particularmente duro con las ocurrencias de sucesivos personajes ministeriales y con una actitud del poder p¨²blico que compaginaba el m¨¢s profundo desinter¨¦s por los problemas universitarios y las interferencias pol¨ªticas de toda ¨ªndole. Pero parece que el destino es la lucha continua, porque cuando se avista un horizonte de normalizaci¨®n pol¨ªtica y social que deber¨ªa permitir a los universitarios ocuparse con serenidad de reconstruir lo derrumbado, fortalecer lo que de valioso queda en pie y cambiar lo que sea menester, la Universidad sufre el embate de fuertes presiones dirigidas a alterar su elemental estructura -la de sus criterios medulares, m¨¢s que la jur¨ªdica- de suerte que los recintos acad¨¦micos y las tribunas docentes pierdan pronto su espec¨ªfico destino y su genuina categor¨ªa.Un sector de los l¨ªderes de los PNN se halla en vanguardia de esta batalla, en la que tienen como aliados naturales la cobard¨ªa y los h¨¢bitos de inhibici¨®n alimentados durante a?os de autoritarismo en algunos grupos de los profesores permanentes. Hay entre ¨¦stos, por otra parte, quienes necesitan lavarse el rostro con urgencia y creen que lo lograr¨¢n expresando simpat¨ªas y adhesiones a ?coordinadoras? y ?asambleas? o, al menos, otorg¨¢ndoles t¨¢cita aquiescencia.
Hacer una cr¨ªtica sangrante al sistema universitario actual, con detenimiento en el mecanismo del concurso-oposici¨®n y en las tesis doctorales, es algo que est¨¢ al alcance de cualquiera que no drene su bilis y que utilice el poco riguroso m¨¦todo de elevar la patolog¨ªa al rango de normalidad y regla estructural. Se pretende que el resultado de la cr¨ªtica sea tan horroroso que, por comparaci¨®n, cualquier alternativa le parezca al lector una conquista sublime de la mente humana. Y, ciertamente, presentar casos reales (que los firmantes conocemos mejor que muchos PNN) como defectos consustanciales al ?sistema? puede tener un notable impacto literario. Pero no deja de constituir una falacia y una incongruencia descomunal para quienes siempre han predicado la cr¨ªtica de las estructuras m¨¢s que la denuncia de la inmoralidad individual.
Falacia
Este es el m¨¦todo utilizado por algunos PNN, que nosotros no queremos emplear para enjuiciar su comportamiento y sus pretensiones. Sin embargo, es forzoso que pongamos de manifiesto la falacia denunciada. Y para muestra, basta un bot¨®n: la presunta sumisi¨®n perpetua de los PNN ?al padre-maestro-empresario? (s¨®lo falt¨® el polic¨ªa). Una sumisi¨®n que se presenta como requisito absoluto del mantenimiento del PNN en su puesto. Una sumisi¨®n que evoca en el lector incauto escenas de esclavismo dignas de La caba?a del t¨ªo Tom. ?Se puede pedir prueba m¨¢s concluyente sobre la certeza de esa sumisi¨®n que la actual huelga, ante la cual nadie ha fumigado a los PNN como si fuesen insectos? ?Ser¨¢ verdad esa sumisi¨®n si es compatible - con la celebraci¨®n continua de asambleas y el abandono del trabajo o, sin ir m¨¢s lejos, con la pac¨ªfica publicaci¨®n de sus planteamientos ?reivindicativos??
Pues, por el mismo procedimiento de distorsi¨®n, todo: la preparaci¨®n de las oposiciones no redunda jam¨¢s en beneficio del opositor; Ortega, Besteiro, Unamuno y centenares de figuras m¨¢s son milagros de una naturaleza portentosa que super¨® indemne la barrera de las irracionales e inhumanas oposiciones; los mismos profesores y otros miles no dijeron nada contra ellas -siempre seg¨²n los PNN de marras- porque hubieran debido revelar los compromisos a los que hubieron de ceder para ganarlas y porque hasta hubiesen cuestionado su propia capacidad profesional; la tesis doctoral es un ?trabajo ahist¨®rico (?), pues sigue anclado en formas de trabajo individual y petsonalista?... de manera que los millares de tesis, cient¨ªficas o human¨ªsticas, producidas hasta ahora han sido in¨²tiles y obsoletas, merecedoras del fuego como los libros de caballer¨ªa de don Quijote; etc¨¦tera.
Universidad libre
No queremos esta Universidad napole¨®nico-villarpalasiana. Queremos otra Universidad, m¨¢s seria y m¨¢s flexible, verdaderamente libre. Pero esa Universidad nueva -que no se har¨¢ a golpes de BOE- es imposible construirla aceptando lo que algunos PNN plantean como alternativa. No hay tal alternativa, sino un conjunto de contradicciones, entre las que destaca la de postular el reforzamiento del car¨¢cter estatal de la Universidad y del control por parte del Estado y propugnar, al mismo tiempo, la falta de control, por el Estado, de lo m¨¢s elemental, a saber: una decente calidad del profesorado.
Se responder¨¢ a esto ¨²ltimo con muchos argumentos verbales: que no sepropugna una subrepticia c¨¢tedra ad vitam, sino que, por el contrario, los PNN significan el inusitado fen¨®meno de altruismo de unos profesores que no desean ser catedr¨¢ticos; que no se intenta lograr con el contrato laboral ?la propiedad vitalicia del cargo docente?, sino que habr¨¢ un control democr¨¢tico; que se admite una diferenciaci¨®n entre profesorado ?en formaci¨®n? y profesorado de ?plena capacitaci¨®n docente e investigadora?; que se acepta gustosamente la exigencia de una ?memoria explicitadora de las tareas docentes e investigadoras realizadas en cada per¨ªodo de tiempo que se determine?. Y, por ¨²ltimo, que existe un admirable invento, pieza fundamental del ?control democr¨¢tico?, que son ?las comisiones de contrataci¨®n en cada centro, constitu¨ªdas por representaciones paritarias de todos los estamentos, que examinen las solicitudes, aprueben los contratos y garanticen su cumplimiento?.
Esas piedras angulares de la alternativa no se sostienen ellas mismas en pie. En primer lugar, las comisiones de contrataci¨®n (un numerario, un no numerario, un alumno y tal vez un representante del personal no docente) constituyen un sistema de selecci¨®n y control que no es de recibo en ning¨²n pa¨ªs civilizado, que conserve colectivamente el uso de la raz¨®n: ?qu¨¦ sabe, por ejemplo, quien se dedique al Derecho Romano, sea PN o PNN, sobre la verdadera val¨ªa de unos trabajos de Derecho Fiscal presentados como m¨¦rito o como justificaci¨®n? ?Qu¨¦ sabe un alumno? En segundo t¨¦rmino, resulta contradictorio que se denuncie la fase de concurso de m¨¦ritos del vigente concurso-oposici¨®n y se fie el ?control democr¨¢tico? a una ?memoria explicitadora de las tareas docentes e investigadoras?. Pero, sobre todo, ocurre que los principios democr¨¢ticos no son trasplantables a numeros¨ªsimos aspectos capitales del quehacer universitario; conviene insistir, sin complejos propios de subnormales, en que la ciencia no se hace por votaci¨®n, ni los programas se construyen por sufragio universal de los alumnos, los profesores y los bedeles, ni la ense?anza se imparte por la asamblea, ni la investigaci¨®n se realiza atendiendo al principio ?un hombre, un voto?. S¨®lo quien nada sepa de la democracia o quien tome a sus conciudadanos por idiotas puede pretender que la aplicaci¨®n del adjetivo ?democr¨¢tico? hace santas y buenas sus propuestas. Se da la circunstancia, por lo dem¨¢s, de que no pocos de quienes propugnan ese ?control democr¨¢tico? para situaciones y circunstancias que no se resuelven por sufragio universal, luego s¨®lo consideran la democracia, para el pa¨ªs entero, como una corta y molesta estaci¨®n de tr¨¢nsito.
No hay tal alternativa para la ense?anza en lo que reclaman algunos PNN. Hay, lisa y llanamente, el principio de la ley del embudo.
Una lectora de este peri¨®dico se?alaba hace unas fechas c¨®mo la Universiada USA es la mejor del mundo y cu¨¢n grande dificultad encontraba para hacer comprender a un Profesor americano nuestro sistema de oposiciones. Lo primero es muy probable, y lo segundo es posible, pero el argumento se retuerce contra quien lo ha esgrimido. Porque el sistema de contrataci¨®n y nombramiento de profesores en los EEUU (que, seg¨²n parece, la lectora no ha entendido) est¨¢ a a?os luz del de la ?alternativa? de los PNN del Estado espa?ol; porque ese sistema de los EEUU encaja en el cuadro universitario general de dicho pa¨ªs, que no es el de la repetida alternativa; porque, en definitiva, la Universidad de los USA (?qui¨¦n la tuviera aqu¨ª!) se explica en funci¨®n de una sociedad competitiva, dotada de gran movilidad, con despido libre, que no es en absoluto la nuestra... por desgracia.
Dispuestos al cambio
Ya hemos dicho que estamosdispuestos a luchar -luchamos ya- por una Universidad distinta. No quisi¨¦ramos que los profesores fuesen funcionarios, ni que las actuales oposiciones hayan de ser, por los siglos de los siglos, el salvo conducto perpetuo para la ense?anza. Pero vemos con meridiana claridad que una reforma radical de las instituciones universitarias no comienza abriendo las puertas a la indefinida permanen cia de los PNN, sin pruebas de se lecci¨®n de ¨¢mbito general, p¨²blicas, y juzgadas por especialistas. Lo que tal vez comenzar¨ªa de esa manera -es un peligro simplemente, pero que no es l¨ªcito silenciar- es la ocupaci¨®n de la Universidad por un grupo de mediocres ide¨®logos y de notables activistas. Lo que seguir¨ªa es la perpetraci¨®n de un enorme fraude (mayor que el actual) al contribuyente. Por no hablar -y ya es mucho silencio- de las repercusiones de una eventual acogida de las propuestas pe nen¨ªsticas en toda la estructura de la Admirastraci¨®n y del Estado.
Entre tener parte de raz¨®n en una cr¨ªtica y estar proponiendo una soluci¨®n racional y legal, media un abismo. Eso es lo que no advierten much¨ªsimos PNN, qu sit¨²an en v¨ªa muerta sus justas peticiones. Y ese ocultamiento de falacia abismal es el que explota unos cuantos ?penenes?, tan tolerantes como los que han declarado ?personas no gratas? a cuatro companeros de La Laguna que se han perinitido exponer opini¨®n Suponemos, aunque no sea nuestro proposito provocar a nadie, que alcanzaremos pronto el honor de una declaraci¨®n similar.
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