Actores excelentes

Esta Parranda bronca, desgarrada y burlona a veces supone para Gonzalo Su¨¢rez un paso realmente importante en su carrera cinematogr¨¢fica. Su colaboraci¨®n como escritor y hombre de cine con otros narradores espa?oles le ha llevado desde nombres cl¨¢sicos hasta esta historia de Blanco-Amor con vagas resonancias de Valle.Lo que en otras ocasiones supon¨ªa a veces una cierta limitaci¨®n m¨¢s o menos aceptada, un esquema a seguir sin demasiadas opciones a imponer su propio estilo, aqu¨ª parece haberse borrado en gran medida, dejando al realizador frente a su propia forma de hacer ya adivinada en obras anteriores.

Esta parranda o juerga en la que las mujeres no toman parte sino en su condici¨®n de mito o mercanc¨ªa, pero que est¨¢n presentes como algo viejo y eterno a la vez, como algo inalcanzable en la ilusi¨®n y el deseo del protagonista, viene a convertirse en s¨ªmbolo de un estado de cosas moral y ¨¦tico que se adivina claramente bajo la superficie de la an¨¦cdota llevada adelante por tres actores excelentes. En tanto el alcohol dura, los tres se aman, se odian, pelean o razonan, resumiendo en s¨ª un modo de afrontar la vida desde fuera de la vida, sobre un tel¨®n de fondo en el que campean la desesperaci¨®n y el sexo. Este amor elemental, confuso a ratos y a ratos declarado entre los personajes que interpretan Jos¨¦ Luis G¨®mez y Antonio Ferrandis, servido sobre todo por ¨¦ste de modo muy brillante, ambiguo en uno, monocorde el otro, acabar¨¢ por resultar la clave que pondr¨¢ en movimiento la tragedia. As¨ª, esta fiesta absurda, como la mayor¨ªa de las fiestas de hombres solos, llega a transformarse en una especie de friso tr¨¢gico en el que la pasi¨®n, a pesar de su apariencia elemental, se acaba perfilando netamente hasta dejar a la luz los oscuros caminos que mueven a veces el coraz¨®n de los humanos.

Gonzalo Su¨¢rez, en un paisaje que sirve admirablemente a esta historia a la vez complicada y elemental, agria y distante, ha construido una f¨¢bula casi perfecta en la que el sexo y la amistad, la burla y la desgracia, se mezclan y funden como sus tres protagonistas y los dem¨¢s personajes que como el de Fern¨¢n-G¨®mez vienen a dar, con su gracia y su iron¨ªa, un contrapunto irreal, una carga de humor ceremonioso al relato.

El proceso del que interpreta Jos¨¦ Sacrist¨¢n en su espl¨¦ndido trabajo, desde su iniciaci¨®n hasta llegar a convertirse en uno m¨¢s de la parranda, hasta tomar, partido por su amistad a trav¨¦s de la juerga, est¨¢ dado con claridad y sutileza, as¨ª como su pat¨¦tica confesi¨®n a lo largo del filme, que sirve para cerrar su breve viaje a la sombra del vino, m¨¢s all¨¢ de donde nunca quiso ir, m¨¢s lejos -como ¨¦l dice- del cerrado mundo de los pobres.

Queta Claver, en un papel a su medida, destaca, junto a Marilina Ross, en esa l¨ªnea incierta, entre infantil y alucinada, tan dif¨ªcil de mantener sin un oficio seguro. Isabel Mestre y Charo L¨®pez completan un reparto al que una fotograf¨ªa excelente tambi¨¦n procura un ambiente exacto, ni m¨¢s ac¨¢ de lo real, ni m¨¢s all¨¢ del habitual tenebrismo con que suele ayudarle lo fant¨¢stico.