La ley del Libelo, odiada por los periodistas brit¨¢nicos
?El Movimiento Nacional se va a deshacer?, viene a decir el Times en el titular de su informaci¨®n de ayer sobre las decisiones del ¨²ltimo Consejo de Ministros del Gobierno espa?ol. Para el diario independiente brit¨¢nico ?esto significa que el partido fundado por Franco dejar¨¢ de existir despu¨¦s de haber monopolizado el Poder desde que termin¨® la guerra civil?. La desaparici¨®n del art¨ªculo segundo de la ley de Prensa y el traspaso de los delitos de prensa a los tribunales ordinarios se consideran como pasos esenciales tomados por el Gobierno para abrir el camino electoral.
Durante los ¨²ltimos d¨ªas, la prensa se hab¨ªa, hecho eco de los temores que exist¨ªan en Espa?a de que el aparato autocr¨¢tico del anterior r¨¦gimen siguiera prevaleciendo hasta que se produjera el per¨ªodo electoral. Estas medidas parecen se?ar que, en efecto, el Gobierno va a neutralizar el Movimiento Nacional, indica el Times.En otros sectores, la informaci¨®n sobre la decisi¨®n del Consejo de Ministros sobre la prensa se ha tomado con cauteloso optimismo. Se indica que ser¨ªa deseable que una vez que el art¨ªculo dos ha dejado de existir, el control sobre lo que se publica responda m¨¢s a los nuevos rumbos de la sociedad espa?ola y menos a viejos moldes morales y sociales.
En Gran Breta?a, la Ley del Libelo es particularmente odiada por los periodistas, que no s¨®lo la miran con sospechas, sino que ?tienen que vivir bajo su peso todos los d¨ªas de su vida?.. El Libelo siempre se puede producir ?sin que ni nosotros ni nuestros abogados lo notemos, y puede venir por la denuncia de cualquier individuo que sobreestima lo que es personal y lo que es p¨²blico en sus vidas?, viene a decir un especialista en temas de prensa en un libro que se acaba de publicar en Londres.
Los da?os econ¨®micos que se pueden producir a partir del uso del Libelo suelen resultar enormes o, en todo caso, imprevisibles. Digamos que esa ley y la de Secretos Oficiales, que todav¨ªa est¨¢ en vigor, hacen de la prensa, brit¨¢nica un mundo que a?ora a cada hora las libertades formales que tienen sus colegas en Estados Unidos. El trabajo de un director de peri¨®dico, se?ala Bill Grundy, el especialista al que hemos aludido, debe ser el. de dirigir su medio de comunicaci¨®n y no el de malgastar su- tiempo en los tribunales.
Otra preocupaci¨®n de los directores brit¨¢nicos que se enfrentan a la Ley del Libelo como a la propia sombra del demonio es la posibilidad de que un trabajo publicado en su peri¨®dico sea considerada como una violaci¨®n de los secretos sumariales. En este caso, las condenas, que suelen ser severas, no las pagan sus empresas, sino que tienen que ser abonadas por su propio bolsillo.
La C¨¢mara de los Comunes, la madre del Parlamento, es otro elemento que puede hacer especialmente infernal la vida de un director de peri¨®dico en Gran Breta?a: los diputados pueden hacer uso de sus privilegios para denunciar cualquier historia publicada en la prensa referente a asuntos debatidos en la C¨¢mara o a la actitud personal de los parlamentarios.
Las principales amenazas la Ley del Libelo y la de Secretos Oficiales- son lo suficientemente imprecisas, se?alan los periodistas brit¨¢nicos ,como para ser aplicadas en diferente forma, seg¨²n la estimaci¨®n personal de los jueces y de acuerdo con las circunstancias en que viva la pol¨ªtica del pa¨ªs en ese momento.
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