Frente al abandono, auge del nacionalismo
No es casual la fuerte oposici¨®n que han provocado en Galicia el Plan Director de Ordenaci¨®n Territorial, la planta nuclear de Xove (Lugo) o la Autopista del Atl¨¢ntico. El franquismo olvid¨® las caracter¨ªsticas diferenciadas del Pa¨ªs Gallego, y hoy incluso la derecha, exceptuada Alianza Popular, pide cuando menos un trato semejante al que se pretende en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco. Las exigencias podr¨ªan radicalizarse a medio plazo si no se busca una soluci¨®n adecuada, una terapia urgente para el problema gallego.A lo largo de los a?os, Espa?a ha tenido una visi¨®n triunfalista de las medidas que se arbitraban para superar el secular subdesarrollo de Galicia. De agosto a agosto, Meir¨¢s era una fiesta, pero hab¨ªa m¨¢s promesas que hechos. Est¨¢ por hacer la larga y densa historia de los acuerdos de Gobierno incumplidos o cumplidos a medias, desde el Plan Galicia de Educaci¨®n, al Concurso del Superpuerto, del Plan de Infraestructura Sanitaria del Litoral a los Polos de Desarrollo. Se aire¨® un plan educativo especial, pero lo cierto es que durante su vigencia -que termin¨® nadie sabe por qu¨¦- otras provincias espa?olas, sin planificaci¨®n de ning¨²n g¨¦nero, recib¨ªan una inversi¨®n per c¨¢pita muy superior a la de La Coru?a, Lugo, Orense y Pontevedra.
Se convoc¨® la construcci¨®n por la iniciativa privada de un Superpuerto en Arosa, en el que estaban interesados varios grupos financieros internacionales, pero se limit¨® a tr¨¢fico de s¨®lidos, aunque con el se?uelo de que, si quedaba desierto, seis meses despu¨¦s habr¨ªa un nuevo concurso para cargas liquidas, que era lo que interesaba a los inversores; seis meses que han pasado seis veces y las cosas siguen igual. Las obras de infraestructura sanitaria, consideradas urgentes hace cinco a?os -en Meir¨¢s, de donde han arrancado muchas frustraciones gallegas-, se han realizado en menos de una tercera parte. ?Y qu¨¦ decir de los Polos? Todav¨ªa no tiene agua el de Porri?o (Pontevedra), aunque terminaron hace tiempo los diez a?os de vigencia administrativa del mismo; el de La Coru?a ha fracasado y el de Villagarc¨ªa de Arosa no cuenta a¨²n con un sole metro cuadrado de suelo industrial urbanizado.
En la agricultura, el minifundio sigue siendo tan acusado que la extensi¨®n media de cada parcela es de 0,28 hect¨¢reas. Aun cuando existen varios programas espec¨ªficos para Galicia, necesitada de su propia reforma agraria, todos se realizan con una lentitud inquietante.
La industria es absolutamente insuficiente y da trabajo a poco m¨¢s del 23% de la poblacion laboral. Est¨¢ falta de integraci¨®n y es v¨ªctima de una pol¨ªtica centralista, puesta de manifiesto en uno de los m¨¢s importantes sectores de la econom¨ªa gallega: la construcci¨®n naval. Los astilleros de la costa dan trabajo a casi 17.000 personas, pero habr¨ªa puestos para 11.000 trabajadores m¨¢s si estuvieran ubicadas aqu¨ª las Industrias auxiliares proporcionales a esas factor¨ªas de integraci¨®n de elementos. La industria auxiliar naval, sin embargo, si sit¨²a en Madrid, Catalu?a y las provincias vascas, sin que se haya hecho nada por superar el desequilibrio.
Galicia tiene menos camas y menos m¨¦dicos que la media espa?ola; solamente dos de cada diez ni?os gallegos pueden conseguir plazas preescolares, frente a loscuatro que disponen de ellas en Espa?a.
Hoy, el hecho de que casi tres cuartas partes de los gallegos mantengan un tipo de vida rural o semirrural, con fuerte incidencia de las instituciones franquistas -cofrad¨ªas de pescadores, hermandades de labradores, etc¨¦tera-, hace suponer que hay una gran base conservadora, mimada por Alianza Popular en las ¨²ltimas semanas. Sin embargo, se detecta un cada d¨ªa m¨¢s intenso sentimiento nacionalista, que la burgues¨ªa no ha sabido asumir y moderar, por lo que hay claros indicios de una preponderancia de la izquierda, la cual, quiz¨¢ por simple t¨¢ctica en algunos casos, potencia el galleguismo. Los recientes sucesos de As Encrobas (La Coru?a) no son un hecho aislado. La central nuclear de Xove concita ahora la atenci¨®n de los gallegos y hay una tensa solidaridad con los vecinos de la zona. La autopista del Atl¨¢ntico ha despertado protestas considerables y el Plan Director de Ordenaci¨®n Territorial ha conseguido poner de acuerdo a la mayor¨ªa del pueblo y las instituciones -incluso instituciones en manos de pol¨ªticos continuistas-, que reclaman el derecho de Galicia a planificar su propio futuro.
Una crisis de grandes proporciones amenaza a varios sectof¨¦s fundamentales para la econom¨ªa gallega, lo que viene a complicar la situaci¨®n.
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