Aceite y grasas y piensos y carne, la trampa del ma¨ªz / 1
Desde hace algunos a?os, la pol¨ªtica agraria, poca o mucha, de este pa¨ªs ha basculado sobre un eje en cuyos extremos se encuentran las pol¨ªticas de grasas y ganadera. La barra de conexi¨®n entre esos extremos pasa por el aceite de oliva en cuanto a la primera y por los piensos en cuanto a la segunda; y ambas conjuntamente est¨¢n provocando serios probleemas en la balanza de pagos. Cierto que el d¨¦ficit comercial agrario en 1976 ha sido inferior en un 23 % al del a?o anterior, pero todav¨ªa se halla a un nivel de esc¨¢ndalo si se tiene en cuenta la grave situaci¨®n por la que atraviesa el sector exterior de la, econom¨ªa espa?ola.En un editorial publicado el pasado d¨ªa 1 de febrero, EL PAIS mostraba su inquietud por la cuant¨ªa de las importaciones de ma¨ªz y soja, y su preocupaci¨®n por la dependencia que de estos productos tienen las numerosas explotaciones ganaderas sin tierra que han proliferado en los ¨²ltimos a?os. En dicho editorial, basado en el an¨¢lisis de precios relativos, se planteaba la posibilidad de provocar una baja en el consumo y producci¨®n de pollos -grandes devoradores de divisas- en favor de una pol¨ªtica de fomento de carne de vacuno y porcino. Tal planteamiento puede ser interesante siempre que se analicen con mayor amplitud las diferentes alternativas y se tengan en cuenta las complejas variables econ¨®micas y t¨¦cnicas que intervienen en el problema.
Para empezar habr¨¢ que decir que la barra de transmisi¨®n de las pol¨ªticas de grasas y de ganado a las que se alud¨ªa al principio, se halla agarrotada por la estructura productiva de las f¨¢bricas de piensos y de las molturadoras de semillas. El sector espa?ol de piensos compuestos, con m¨¢s de ciento cincuenta mil millones de pesetas de ventas anuales, es uno de los mayores de Europa, y sin duda, el m¨¢s dependiente tecnol¨®gicamente de la utilizaci¨®n de ma¨ªz y soja americanos en sus procesos de producci¨®n. En cuanto a las f¨¢bricas molturadoras de semillas oleaginosas (soja y girasol principalmente), cabe decir que su capacidad productiva es la segunda de Europa, s¨®lo detr¨¢s de Alemania Federal, y que las m¨¢s importantes entre ellas se hallan estrat¨¦gicamente situadas cerca de los puertos del Levante espa?ol a la espera de materia prima procedente del exterior. Ni que decir tiene que tanto el sector de piensos como el molturador de semillas se encuentran fuertemente penetrados por el capital extranjero.
De lo hasta aqu¨ª dicho se puede deducir que la sangr¨ªa de divisas proviene tanto o m¨¢s de las necesidades de las industrias transformadoras como de la insaciabilidad de nuestros ganados. Cu¨¢l de estos dos hechos fue primero en el tiempo y hasta qu¨¦ punto los intereses multinacionales presionaron para fomentar un determinado tipo de producci¨®n de carne, es algo dif¨ªcil de discernir. El hecho es que las importaciones agrarias se han disparado, que no ha sido por casualidad y que -dada la situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs- hay que tratar de sustituirlas.
En primer lugar, y como apuntaba el editorial de EL PAIS, parece posible sustituir en parte las importaciones de ma¨ªz mediante el fomento de su cultivo, y el de otros cereales pienso, en Espa?a. Pero ?hasta qu¨¦ punto es imprescindible el ma¨ªz en la alimentaci¨®n del ganado? Si se consiguen buenos rendimientos y variedades aptas en el cultivo de cebada -teniendo en cuenta problemas t¨¦cnicos como el descascar?llado-, su utilizaci¨®n corno alimento puede compararse a la del ma¨ªz, con la ¨²nica diferencia de que habr¨ªa que compensar con algu?a leguminosa u oleginosa la p¨¦rdida del 2% de grasa que la sustituci¨®n de este ¨²ltimo comportar¨ªa. Por lo dem¨¢s, la cebada contiene m¨¢s prote¨ªna y de mejor calidad (mayor, proporci¨®n de lisina) que el ma¨ªz. Todo ello por lo que respecta a la alimentaci¨®n de gaiado vacuno, ovino y de cerda.
En cuanto al sector aviar, el problema es algo m¨¢s complejo. Los pollos ?espa?oles? no s¨®lo comen ma¨ªz y soja americanos, sino que ellos mismos son de procedencia ?yanqui?; claro est¨¢ que los americanos se limitan a exportar h¨ªbridos neg¨¢ndose a hacerlo con estirpes puras, cosa que les permite resarcirse de las sumas enormes dedicadas a la investigaci¨®n gen¨¦tica fomentada a lo largo de d¨¦cadas. Pero parte de toda esta dependencia podr¨ªa subsanarse con una adecuada orientaci¨®n del consumidor espa?ol; porque para lo que el ma¨ªz se hace ciertamente insustituible es para conseguir pollos de piel amarilla y huevos de yema fuertemente coloreada, caracter¨ªsticas que aqu¨ª se consideran signos inequ¨ªvocos de calidad. Pues bien, los europeos comen carne de pollo de piel blanca y huevos de color p¨¢lido y nadie puede afirmar que est¨¦n mal alimentados.
As¨ª pues, no parece justificable que vacas, ovejas y cerdos, consuman piensos compuestos a base de ma¨ªz y que las aves sigan aliment¨¢ndose casi exclusivamente de este producto. Si fu¨¦ramos capaces de duplicar los cinco millones de toneladas de cebada, obtenidos el a?o pasado, las importaciones de ma¨ªz podr¨ªan quedar reducidas a la tercera payte de las actuales (que son cuatro millones de toneladas). Pero (d¨®nde est¨¢n las tierras para producir esos diez millones de toneladas de cebada? Para contestar la pregunta hay que volver a hablarnada menos que del aceite de oliva
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