"Final", libro en marcha de Jorge Guill¨¦n
La obra de Jorge Guill¨¦n, agrupada bajo el t¨ªtulo global de Aire nuestro, consta de cuatro libros o ?series?: C¨¢ntico, Clamor, Homenaje, Y otros poemas. La quinta serie se llamar¨¢ -?si Dios quiere?, dice su autor- Final. Publicamos aqu¨ª un poema in¨¦dito de los que integrar¨¢n ese libro, y que Guill¨¦n ha dado a EL PAIS, peri¨®dico que -confiesa- le recuerda mucho El Sol, aunque (ineluctablemente) no encuentre ya en sus p¨¢ginas, y eche de menos, los folletones de Ortega. La complejidad est¨¦tica e ideol¨®gica de la poes¨ªa y -en general- las letras contempor¨¢neas viene siendo puesta en claro por algunos estudios recientes. Al admirable libro de Jos¨¦ Mar¨ªa Aguirre sobre el simbol¨ªsmo, por poner un ejemplo, han sucedido los an¨¢lisis de los prerrafaelistas (Rub¨¦n, Machado), por F. L¨®pez Estrada, la atenci¨®n a las ra¨ªces krausistas y a la Vanguardia, el estudio de rasgos del manierismo y del barroco en narradores actuales, etc¨¦tera.
En nuestra opini¨®n, para entender la poes¨ªa y la cr¨ªtica literaria de Jorge Guill¨¦n es preciso acudir a dos claves: la est¨¦tica del simbolismo y la de los movimientos de vanguardia. Se remonta al Simbolismo, nos parece, la idea guilleniana de crear una obra ¨²nica, de medida coherencia interna. Don Jorge lo expres¨® una vez, en cita bien sabida: ?El autor de estas poes¨ªas no ha sido precoz: empez¨® a versificar cuando ten¨ªa veinticinco a?os.? ?Por qu¨¦ no lo hab¨ªa intentado antes? Porque no se atrev¨ªa.. Alguna vez dijo: ?Lo dar¨ªa todo por escribir un libro de versos.? Pensaba ya en una obra como unidad. org¨¢nica. Le fascinaba la construcci¨®n rigurosa de Les Fleurs du Mal.
Esta obra de cuatro series, Aire nuestro, va a tenerla pr¨®ximamente el, lector espa?ol editada conjuntamente en otros tantos vol¨²menes (Barral); y como dato revelador del cuidado de la medida interna y proporcionalidad buscadas por Guill¨¦n podemos decir que env¨ªa sus libros a la imprenta ya paginados, y por tanto, perfectamente distribuidos. Proporcionalidad que fue puesta en claro, adem¨¢s en libro maestro de hace unos a?os, por Ignacio Prat.
Ahora bien, as¨ª como en un volumen de, prosas narrativas, El jard¨ªn de las delicias, de Francisco Ayala, Emilio Orozco ha sabido ver lo que en ¨¦l hay de rasgos manieristas y de rasgos barrocos, nosotros podemos hacerlo con la obra guilleniana. Pues, en efecto, don Jorge, m¨¢s all¨¢ de la yuxtaposici¨®n manierista en cada una de las series de piezas po¨¦ticas sueltas, ha sabido dotar a esas series de una radical coherencia y unicidad no s¨®lo formal (simetr¨ªas, etc¨¦tera), sino tem¨¢tica (el cielo de enlace arnanecer -mediod¨ªa- noche), y todo ello con sabor a vida de raigambres realistas. Se cumple as¨ª, creemos, un principio de la est¨¦tica barroca.
Pero hablamos apuntado antes que Guill¨¦n es hombre de una de nuestras generaciones vanguardistas, la del veintisiete. Adem¨¢s hay que notar que el veintisiete espa?ol es coet¨¢neo del formalismo ruso (Shklovski, Jakobson, Tinianov), y que quiz¨¢ por ello la teor¨ªa de la literatura de los rusos y la de nuestros autores del veintisiete sean una y la misma, aunque hist¨®ricamente independientes. Se explica as¨ª que don Jorge haya titulado su opus magnum cr¨ªtico Lenguaje y poes¨ªa, pues en la concepci¨®n de esos movimientos lo po¨¦tico se reduce a constructo ling¨¹istico-formal. Lo puro po¨¦tico no es sino lenguaje de poema, esto es, lenguaje en el poema. La poes¨ªa, ha escrito en tal libro Guill¨¦n, existe atravesando toda suerte de materiales (ling¨¹¨ªsticos) brutos.
El feliz encuentro, texto que aqu¨ª publicamos, se incardina perfectamente en el conjunto del corpus guilleniano. Poetiza, sin duda, el encuentro con (los dones de) la realidad, que antes de nada fascina al hombre que la contempla, volvi¨¦ndose luego esa contemplaci¨®n firme pulso. No ignora el poeta que junto a las ocasiones del vivir valioso se yerguen las de crisis (c¨¢ntico frente a clamor, hab¨ªa dicho antes en bell¨ªsimo ?tr¨¦bol?), pero anhela, sobre esas crisis, el impulso a intensa vida del alma serenada.
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