Marta C¨¢rdenas
Una ventana, a bierta de par en par al paisaje, defirie con toda pulcritud la perspectiva y nos lleva a desombrir emp¨ªricamente la ley de su conformaci¨®n. La ley del perspectivismo cl¨¢sico se hace cubista en el zig-zag de un pasillo. El pasillo de una galeria acristalada acoge .la luz y la convierte en espejo de geometr¨ªa. Un espejo roto refleja y descompone la figura en sus tantas fracciones. La fracci¨®n diagonal de unrayo de luz proyecta en el suelo sombras (formas) perfectamente delineadas, gecni¨¦tricas.No piense el lector que trato de exprimir ingeniosos aforismos o urdir un rosario ocasional de greguer¨ªas. Me limito, cr¨¦ame, a fijar el lugar y el punto, de vista con que Marta-C¨¢rdenas lo hizo suyo y hoy lo ofrece a los dem¨¢s: ventanas que enmarcan la perspectiva; pasillos que la destruyen, galer¨ªas que geometrizan la luz, sombras, no menos geom¨¦tricas, que la contrastan..., y ese espejo fracturado en el interior de una caja (roja, para m¨¢s se?as) que a su antojo compone y descompone la faz de quien a ¨¦l se asoma.
Marta C¨¢rdenas
Galer¨ªa Kreisler Dos Hermosilla, 8
La obra de Marta C¨¢rdenas es pura angulaci¨®n de las cosas: Su acto pict¨®rico se ve siempre precedido por una estrat¨¦gica escenograf¨ªa que concibe y dispone, con todo rigor y pormenor, los objetos que del entorno ir¨¢n a la tela, y la forma de su trayecto y presencia definitiva. Se ve el paisaje exterior previamente acotado por la mirada, el pasillo interior queda transfigurado por la mirada, y la mirada misma (en forma de retrato) habr¨¢ de ajustarse a la estructura de un escenario minuciosamente preestablecido.
Dif¨ªcil es discernir los g¨¦neros a que debiera atenerse una pintura como la suya, de aspecto palpablemente figurativo. Dif¨ªcil o dudoso resulta, en efecto, saber d¨®nde concluye el paisaje y comienza el interior, lo que es naturaleza muerta y lo que es retrato... Todo es aqu¨ª pura, escueta, y calculada angulaci¨®n que confiere parentesco esencial o condici¨®n de asunto com¨²n a cuantas cosas e instantes (horas, luces, accidentes y climas...) se ofrecen a la contemplaci¨®n, a trav¨¦s de una rigurosa y natural geometr¨ªa.
Por contradictorio que ello parezca, el contumaz geometrismo de nuestra pintora se acomoda a formas de abierta naturalidad. Marta C¨¢rdenas espera estrat¨¦gicamente a que el entorno natural amanezca por s¨ª mismo (en un momento de plenitud), investido de geometr¨ªa, una hora en que la ventana y la l¨ªnea del horizonte se vean quebradas por el recorte transversal de una sombra, y la luz se esquematice en el cristal o se refracte en el espejo..., un instante en que el universo se haga cubista... Y entonces, s¨®lo entonces, comienza a pintar las cosas con toda naturalidad.
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