El mundo es de los buenos
Rocky, que con sus premios y su fama debe cerrar esta semana cinematogr¨¢fica, vuelve una vez m¨¢s sobre el tema del ring, aunque en este caso con diversa moraleja. En el camino de otros filmes recientes vendr¨ªa a expresar, aunque m¨¢s vagamente, un rechazo o al menos una cierta negativa en ese af¨¢n tan americano por el dominio de las masas que com¨²nmente entendemos por ¨¦xito.
La historia es una de tantas escritas o filmadas en torno al boxeo como espect¨¢culo, con alguna variante actualizada. En Filadelfia, un p¨²gil con excesivos anos ya para triunfar y, sobre todo, con pocas ambiciones, tiene, cuando menos lo espera, la. oportunidad de luchar por el t¨ªtulo contra el campe¨®n de su categor¨ªa. La vida en torno cambia para ¨¦l, incluso en el amor. El combate que marca la diferencia entre los dos, no s¨®lo deportiva, sino incluso humana, acaba en tablas. El campe¨®n conserva el t¨ªtulo; el aspirante, este Rocky honrado, buen chico, que a?ora un hogar y gusta de las tortugas, y por el que nadie daba un c¨¦ntimo, gana, aparte de su bolsa, otra llena de compensaciones morales y amorosas e incluso familiares.Como puede adivinarse, se trata de un relato destinado a la gran masa del p¨²blico que gusta de so?ar o suspirar, a los que nunca llegaron a triunfar; destinado a perpetuar, una vez m¨¢s, el mito de un pa¨ªs en el que cualquiera puede llegar a triunfar en el ring o en el camino hacia la presidencia; una trama bien urdida por el mismo protagonista, esta vez autor del gui¨®n, tras haber trabajado para la televisi¨®n durante bastante tiempo.
El filme, dentro de un naturalismo bastante superado, dice poco cinematogr¨¢ficamente. En realidad va directo al p¨²blico, a quien habla en un lenguaje concreto y f¨¢cil. A Pesar de la sangre o los am bientes s¨®rdidos o miserables, no estamos, por supuesto, ante Fat city, de Huston, aunque tipos y personajes se nos den bien conseguidos y Stallone, como actor, tenga lo que en t¨¦rminos taurinos se en tiende por buenas maneras.
Los secundarios, a las ¨®rdenes de John G..Avilden, est¨¢n a la altura de este tipo de empe?os, es decir, excelentes, arropando en el arte y la ficci¨®n al protagonista. Talia Shire y Burt. Young destacan entre ellos, as¨ª como la sombra de aquel gran comediante que se llam¨® Burgess Meredith.
As¨ª, este filme simp¨¢tico y elemental, pero no tan ingenuo como aparenta, sino sabiamente dirigido a las claves del ¨¦xito, es decir, a un p¨²blico, sentimental que gusta de los buenos, los honrados y los santos, a los que aman a los animales y creen en la Biblia y los milagros, ha llegado a la cima del Oscar y al coraz¨®n del p¨²blico, de igual modo que llegar¨¢ al de este certamen de Valladolid, que quiz¨¢, para que no se le acuse de demasiado politizado, ha reservado para su final una historia de claraldeolog¨ªa peque?o burguesa.
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