Majestad, sobre todo Espa?a"
?Majestad, sobre todo Espa?a.? Con estas palabras, que oy¨® de su padre, Alfonso XIII, al cederle sus derechos din¨¢sticos, pronunciadas tras hacer una profunda inclinaci¨®n de cabeza y despu¨¦s cuadrarse militarmente ante su hijo, el rey don Juan Carlos, termin¨® su discurso don Juan de Borb¨®n. El hasta ayer depositario de la herencia de Alfonso XIII dio despu¨¦s vivas a Espa?a y al Rey, que fueron contestadas por todos los presentes. El texto ¨ªntegro del discurso es el siguiente:
?Mi padre, su majestad el rey Alfonso Xill, el 14 de abril de 1931, en su mensaje de despedida al pueblo espa?ol, suspendi¨® deliberadamente el ejercicio del poder, manifestando de forma terminante que deseaba apartarse de cuanto fuese lanzar un compatriota contra otro en fratricida guerra, pero sin renunciar a ninguno de sus derechos, que no consideraba suyos, sino, como dijo, ?un dep¨®sito -acumulado por la historia, de cuya custodia ha de pedirme rigurosa cuenta?. Esta actitud de mi padre, que revela un amor acendrado a Espa?a, que todos le han reconocido, ha sido una constante de mi vida, pues desde joven me consagr¨¦ a su servicio.Por circunstancias especiales de todos conocidas, recay¨® sobre m¨ª este dep¨®sito sagrado, y el rey Alfonso XIII, el 15 de enero de 1941, en su manifiesto de abdicaci¨®n, dec¨ªa: ?Ofrezco a mi patria la renuncia de mis derechos para que por ley hist¨®rica de sucesi¨®n a la Corona quede autom¨¢ticamente designado, sin discusi¨®n posible en cuanto a la legitimidad, mi hijo el pr¨ªncipe don Juan, que encarna en su persona la instituci¨®n mon¨¢rquica y que ser¨¢ el d¨ªa de ma?ana, cuando Espa?a lo juzgue oportuno, el rey de todos los espa?oles. ?
En su testamento recomend¨® a su familia que me reconociesen como jefe de la familia real, como siempre le hab¨ªa correspondido al rey de la Monarqu¨ªa espa?ola.
Cuando lleg¨® la, hora de su muerte, con plena conciencia de sus actos, invocando el santo nombre de Dios, pidiendo perd¨®n y perdonando a todos, me dio, estando de rodillas junto a su lecho, el ¨²ltimo mandato: ?Majestad: sobre todo, Espana.?
El 28 de febrero de 1941 yo ten¨ªa veintisiete a?os. No se hab¨ªan cumplido todav¨ªa dos desde la terminaci¨®n de nuestra guerra civil y el mundo se sumerg¨ªa en la mayor conflagraci¨®n que ha conocido la historia. All¨ª, en Roma, asum¨ª el legado hist¨®rico de la Monarqu¨ªa espa?ola que recib¨ªa de mi padre.
El amor inmenso a Espa?a que caracterizaba fundamentalmente al rey Alfonso XIII, me lo inculc¨® desde ni?o. y creo no s¨®lo haberlo conservado, sino quiz¨¢ aumentado en tantos a?os de esperanza ilusionada El esp¨ªritu de servicio a nuestro pueblo, la custodia de los derechos de la dinast¨ªa, el amor a nuestra bandera, la unidad de la patria, admitiendo su enriquecimiento con las peculiaridades regionales, han sido constante que, grabadas en mi alma. me han acompa?ado siempre.
Preocupaci¨®n familiar
El respeto a la voluntad popular, la defensa de los derechos personales, la custodia de la tradici¨®n, el deseo del mayor bienestar posible promoviendo los avances sociales justos, han sido y ser¨¢n preocupaci¨®n constante de nuestra familia, que nunca regate¨® esfuerzo y admiti¨® todos los sacrificios, por duros que fuesen, si se trataba de servir a Espa?a. En suma, el Rey tiene que serio para todos los espa?oles.
Fiel a estos principios, durante 36 a?os he venido sosteniendo invariablemente que la instituci¨®n mon¨¢rquica ha de adecuarse a las realidades sociales que los tiempos demandan; que el rey ten¨ªa-que ejercer un poder arbitral por encima de los partidos pol¨ªticos y clases sociales sin distinciones; que la monarqu¨ªa ten¨ªa que ser un Estado de derecho, en el que gobernantes y gobernados han de estar sometidos a las leyes dictadas por los organismos legislativos constituidos por una aut¨¦ntica representaci¨®n popular, que aun siendo la religi¨®n cat¨®lica la profesada por la mayor¨ªa del pueblo espa?ol, habla que respetar el ejercicio y la pr¨¢ctica de las otras religiones dentro de un r¨¦gimen de libertad de cultos, como estableci¨® el Concilio Vaticano Segundo, y, finalmente, que Espa?a, por su historia y por su presente, tiene derecho a participar destacadamente en el concierto de las naciones del mundo civilizado.
No siempre ¨¦ste -mi pensamiento pol¨ªtico- lleg¨® exactamente a conocimiento de los espa?oles a pesar de haber estado en todo momento presidido por el mejor deseo de servir a Espa?a. Tambi¨¦n sobre mi persona y sobre la monarqu¨ªa se vertieron toda clase de juicios adversos, pero hoy veo con satisfacci¨®n que el tiempo los est¨¢ rectificando.
Por todo ello, instaurada y consolidada la Monarqu¨ªa en la persona de mi hijo y heredero don Juan Carlos, que en las primeras singladuras de su reinado ha encontrado la aquiescencia popular claramente manifestada y que en el orden internacional abre nuevos caminos para la patria, creo llegado el momento de entregarle el legado hist¨®rico que hered¨¦ y, en consecuencia, ofrezco a m¨ª patria la renuncia de los derechos hist¨®ricos de la Monarqu¨ªa espa?ola, sus t¨ªtulos, privilegios y la jefatura de la familia y Casa Real de Espa?a, que recib¨ª de mi padre, el rey Alfonso XIII, deseando conservar para m¨ª, y usar como hasta ahora, el t¨ªtulo de conde de Barcelona.
En virtud de esta, mi renuncia sucede en la plenitud de los derechos din¨¢sticos como rey de Espa?a a mi padre el rey Alfonso Xlll, mi hijo y heredero el rey don Juan Carlos I.
Madrid.14 de mayo de 1977"
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.