Como en las corridas veraniegas
Las Ventas volvi¨® a llenarse ayer de emoci¨®n. La mansedumbre de unos toros con unas defensas descaradas y que no ten¨ªan nada de sospechosamente romas, hizo recordar a los aficionados las, corridas veraniegas que se celebran en la primera plaza del mundo. Esto sucede siempre cuando en la arena hay toros que tiran ?bocaos? y toreros que a¨²n est¨¢n lejos de la cumbre.La plaza casi se llen¨® ayer. El principal motivo fue la repetici¨®n de Juan Moura, y desde luego no defraud¨®. Fue capaz de poner en pie al p¨²blico y de arrancar una de las ovaciones m¨¢s clamorosas de toda la feria. Hizo a?orar tardes espl¨¦ndidas de toros que a San Isidro resisten asomarse este a?o. Y eso que ayer; climatol¨®gicamente hablando, fue un d¨ªa propicio de toros. En el sol, camisas multicolores; en la sombra, menos, porque no era preciso quitarse la chaqueta. Cuando Moura dio la vuelta al ruedo, qued¨® al descubierto otra diferencia m¨¢s: en la sombra llovieron claveles y sombreros; en el sol, prendas de vestir diversas y botas de vino.
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