La persecuci¨®n del entusiasmo
La capacidad de asombro se embota -y si se mira bien, ¨¦sta es una de las cosas m¨¢s asombrosas- De vez en cuando procuro salirme del engranaje de lo que se dice y se repite, y mirar las cosas en s¨ª mismas. Y no puedo comprender c¨®mo se aceptan tan f¨¢cilmente cosas que tan fuertemente contradicen la evidencia.Muchos espa?oles -no estoy seguro de que tantos como parec¨ªa- se han pasado varios decenios lamentando la situaci¨®n pol¨ªtica de Espa?a. Se quejaban de la omn¨ªmoda dictadura, de la concentraci¨®n del poder en una sola mano -o en dos, para ser m¨¢s exacto-, de la imposibilidad total de actuar sobre el Poder -no digamos conquistarlo-, de la insuficiente libertad de expresi¨®n, de la prohibici¨®n absoluta de partidos pol¨ªticos, sindicatos independientes, manifestaciones, huelgas, etc¨¦tera. Cualquier forma de democracia, aun la m¨¢s tenue, les hubiera parecido un sue?o, un sue?o pr¨¢cticamente imposible.
En menos de a?o y medio todo eso ha cambiado, no un poco, sino profundamente. Hay libertad de expresi¨®n verbal y escrita, cerca de doscientos partidos, demasiadas huelgas -y no muy justificadas-, manifestaciones, varias organizaciones sindicales, cr¨ªticas -casi no hay m¨¢s que cr¨ªticas-, las autoridades dan explicaciones y se cuidan de no insultar ni ofender a nadie (el rec¨ªproco no es cierto). Por si esto fuera poco, han regresado a Espa?a los m¨¢s notorios representantes del exilio, incluso los que significan posiciones extremas, y a ninguno se le ha pedido nada: no ya ninguna palinodia, sino ni siquiera alguna concesi¨®n.
?Ah, se me olvidaba! Va a haber elecciones generales dentro de un par de semanas. Es decir, se va a establecer la democracia en ejercicio, va a haber opciones pol¨ªticas entre las que se va a elegir, por primera vez en cuatro decenios va a existir un Gobierno representativo, los espa?oles van a volver a ser ciudadanos.
Cualquiera imaginar¨ªa que los espa?oles -salvo los franquistas- estar¨ªan llenos de alegr¨ªa y entusiasmo. ?Por f¨ªn! La hora tan esperada ha llegado. Y, por si fuera poco, sin graves da?os. sin haber pasado por una ¨¦poca de violencia, desorden constante alarma, inseguridad personal -o terror, que tampoco era imposible-. Una lectura de los peri¨®dicos o un examen de las declaraciones de los pol¨ªticos muestra que la realidad es la contraria. Con poqu¨ªsimas excepciones, vinagre, vinagre, vinagre. Pesadumbre, derrotismo, decepci¨®n previa, un gesto desenga?ado de ?estar de vuelta?.
Las so?adas elecciones no deben interesar. Se da por supuesto que est¨¢n ya decididas, que van a ser manipuladas, que su resultado ser¨¢ lamentable. El ideal de casi todos los que pretenden expresar la opini¨®n pol¨ªtica de los espa?oles ser¨ªa que ¨¦stos volvieran la espalda a las urnas, o en todo caso votasen con desgana y asco, como quien cumple un penoso deber, sin ilusi¨®n ninguna.
Yo no estoy tan seguro de que el resultado de las elecciones del 15 de junio vaya a ser lamentable. M¨¢s bien espero que refleje aproximadamente el estado de ¨¢nimo de los espa?oles, y como ¨¦ste no me parece malo, sino al contrario, tengo bastante confianza en las Cortes que puedan ser elegidas. Pero aun suponiendo que el resultado de las elecciones no fuese muy bueno, esto no empa?ar¨ªa en m¨ª el entusiasmo por las elecciones, que es lo que verdaderamente importa.
Hay muchos pol¨ªticos -y entre ellos algunos honestos y de aut¨¦ntico valor- que est¨¢n dolidos por la manera como se han establecido las coaliciones y candidaturas, especialmente los que han quedado fuera de ellas. Esto es humano. demasiado humano, pero respetable. No me cabe duda de que ha habido intervenciones abusivas, ego¨ªsmos personales o de grupo, todo g¨¦nero de impurezas. La pol¨ªtica es impura. pero cuando en vista de ello se prefiere otra cosa. se quiere que no haya pol¨ªtica, eso que la sustituye es impureza concentrada hasta la n¨¢usea: lo hemos experimentado sin limitaci¨®n.
Yo pedir¨ªa a esos pol¨ªticos descontentos que examinaran la situaci¨®n en su conjunto. Es decir. que buscaran todas las causas de esas impurezas. Probablemente encontrar¨ªan bastantes en la actitud de sus propios partidos, de los grupos m¨¢s pr¨®ximos, de los que ahora fingen deplorar la eliminaci¨®n de algunas figuras interesantes, despu¨¦s de haberles negado el pan y la sal, haber rehusado incorporarse a sus filas. haberles hecho las mismas objeciones que hacen hoy a los organizadores de las coaliciones. Esto que digo no es una conjetura, sino conocimiento cierto por experiencia cercana.
En todo caso, va a haber elecciones, va a haber opciones suficientemente diferenciadas, hasta ahora no hay prueba ningur¨ªa de que se vaya a impedir la libertad de votar. Es muy probable que ninguna de las listas electorales satisfaga a muchos -a m¨ª. desde luego, ninguna me complace enteramente-; escrib¨ª hace varios meses sobre los graves inconvenientes de las listas cerradas en las que no se puede ni siquiera tachar algunos nombres; pero conviene recordar que fue principalmente la ?Oposici¨®n? la que pidi¨® que las elecciones fuesen as¨ª.
Es ilusorio pedir m¨¢s que una aproximaci¨®n en unas primeras elecciones al cabo de 41 a?os. Cuando se organizan doscientos partidos, la democracia est¨¢ viciada en su origen, pero la culpa de ello la tienen los jefes de los llamados partidos, su incapacidad de coherencia. Tendr¨¢n que aprender, y las pr¨®ximas elecciones se har¨¢n con opciones m¨¢s discretas e inteligentes. Lo importante es que se hagan. Pero para que se hagan las segundas, es menester que se hagan las primeras, como muestra Perogrullo, maestro de maestros.
Este es nuestro tema inmediato: las elecciones del 15 de junio. Los electores deben ejercer su derecho. ?C¨®mo? Yo emplear¨ªa una f¨®rmula muy sencilla: con sinceridad y entusiasmo. Examinemos las dos partes.
Me parece bien que haya un amplio espectro de posiciones entre las cuales elegir; el que ninguna satisfaga enteramente no es grave objeci¨®n, porque alguna se acercar¨¢ a lo que a cada elector le parezca conveniente o deseable. No votar al preferible significa votar a los menos preferibles: no parece inteligente. El riesgo mayor es que el ba?o de vinagre a que estamos siendo sometidos introduzca el malhumor en el cuerpo electoral, y con ¨¦l la insinceridad. Dicho con mayor claridad: que, por despecho de que lo preferido no sea perfecto, se vote otra cosa. Hay partidos a prueha de imperfecciones, dispuestos a tragarse lo que sea, y que votar¨¢n f¨¦rreamente lo que les digan que deben votar, no hay miedo de que sientan decepci¨®n. ni tengan reservas. ni comparen lo que se les ofrece con lo que ?pudiera ser?. Pueden beneficiarse de ese malhunior inducido en el torso del cuerpo electoral. La condici¨®n de que las elecciones sean valiosas afecta primariamente a los electores: es menester que ellos voten a quien realmente deseen. no a aquellos cuyo triunfo les parecer¨ªa un desastre o al menos un grave contratiempo, en suma. un error.
Pero, adem¨¢s de sinceridad, hace falta entusiasmo. Sin ¨¦l no se va a ninguna parte ni se hace nada interesante. ?Es que s¨ª, cree que se puede rehacer un pueblo a fuerza de remilgos? Es, ni m¨¢s ni menos, lo que tenemos que hacer lo que -providencialmente- podemos hacer. ?Qui¨¦n hubiera cre¨ªdo hace a?o y medio que nuestro destino colectivo iba a estar en nuestras manos en la proporci¨®n en que lo est¨¢? ?Qui¨¦n hubiera pensado que los riesgos iban a ser tan moderados? Dije que Espa?a iba a ser devuelta a los espa?oles hacia 1976, y ese proceso de devoluci¨®n est¨¢ m¨¢s avanzado de lo que nadie pudo so?ar.
Cuando parece que ha terminado en Espa?a la era de las persecuciones, me preocupa que se inicie una nueva: la del entusiasmo. Tan pronto como asoma, caen sobre ¨¦l, desde la derecha o desde la izquierda, con cubos de agua fr¨ªa o con instrumentos m¨¢s contundentes. Los espa?oles deben defender su entusiasmo, porque es lo m¨¢s valioso que tienen, la clave de su futuro colectivo. Hace muchos a?os recomend¨¦ el entusiasmo esc¨¦ptico. Pero enti¨¦ndase bien: no es menos entusiasmo, sino al contrario, es el entusiasmo que, por no ser ingenuo, est¨¢ a prueba de todo y resiste las lluvias de vinagre y el viento tendencioso del desaliento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.