La p¨¦rdida de los caladeros europeos supondr¨¢ diez mil millones a la pesca espa?ola
Entre 8.000 y 10.000 millones de pesetas estiman medios pesqueros vigueses que perder¨¢n las flotas de Galicia y Pa¨ªs Vasco al abandonar las aguas comunitarias,?Podr¨ªamos recurrir al Tribunal de La Haya. con muchas posibilidades de que nos diera la raz¨®n, pero, ?de qu¨¦ servir¨ªa??, han declarado a EL PAIS. ?Para cuando llegara la resoluci¨®n, habr¨ªamos muerto de hambre los casi 5.000 pescadores gallegos que acudimos a los caladeros del Mercado Com¨²n y los armadores de esos barcos.?
Los armadores consideran mayoritariamente que la soluci¨®n debe ser pol¨ªtica: una presi¨®n del Gobierno de Madrid que eleve considerablemente el cupo de 124 licencias concedido a Espa?a.Hist¨®rica y legalmente los gallegos tienen s¨®lidas razones para defender su permanencia en los mares europeos. Fueron de los primeros en descubrir el caladero del Grand Sole, en Irlanda, sin duda el m¨¢s rico de Europa. Posteriormente, hace menos de quince a?os, Gran Breta?a e Irlanda firmaron un compromiso con Espa?a, para que nuestra flota pudiera permanecer en sus aguas al menos hasta 1986. El compromiso con Francia mediante un tratado de reciprocidad tiene semejante alcance.
?Si pa¨ªses civilizados no respetan leyes, ?qu¨¦ podemos esperar??, han manifestado directivos del grupo portuario de armadores de pesca de Vigo.
Galicia resultar¨¢ afectada por los acuerdos de la CEE de manera semejante al Pa¨ªs Vasco. De m¨¢s de quinientos barcos que faenan en aguas comunitarias 240 son gallegos: 160 de La Coru?a, que es el primer puerto espa?ol en recepci¨®n de pesca fresca y ochenta de Vigo, primer puerto pesquero de Europa, por la notable incidencia que aqu¨ª tienen las descargas de pesca congelada.
Entre 4.500 y 4.800 son los tripulantes de los bargos gallegos que en las pr¨®ximas horas podr¨ªan recibir orden de abandonar el Grand Sole
?No estamos dispuestos -dicen algunos armadores- a que cada dos por tres nos capturen un barco y esto suponga para nosotros un grave quebranto econ¨®mico. Hasta hace poco m¨¢s de una semana confi¨¢bamos en que el problema tuviera una soluci¨®n r¨¢pida, pero la detenci¨®n repetida de pesqueros provoca una situaci¨®n tensa que resulta insostenible. ?
Por otro lado, parece que ser¨¢ muy dif¨ªcil que la Administraci¨®n preste la ayuda que necesita para superar la crisis. Una p¨¦rdida estimada en casi 10.000 millones de pesetas ser¨¢ dif¨ªcilmente evitada. Esta p¨¦rdida, que coincide, adem¨¢s, con una situaci¨®n ca¨®tica para la flota, que afecta tanto a los barcos de fresco como a los congeladores.
Las flotas vascas y gallega obtienen en Europa aproximadamente el 20 % de las capturas que se desembarcan en Espa?a. Las alternativas de otros caladeros no son v¨¢lidas. La ICNAF, organismo internacional que controla diversas zonas pesqueras ha reducido en m¨¢s de 150.000 toneladas los cupos en tres a?os, incluyendo el pr¨®ximo. Se pierde buena parte de la captura de camar¨®n de Groenlandia que se hab¨ªa conseguido hace poco tiempo. En Africa del Sur existe el riesgo de que la extensi¨®n de la soberan¨ªa mar¨ªtima a doscientas millas reduzca tambi¨¦n las 150.000 toneladas que todav¨ªa hoy se pescan en aquellos caladeros. Las negociaciones con pa¨ªses suramericanos muy poco estables pol¨ªticamente ofrecen escasas garant¨ªas. En definitiva, que lo que se pierde en la CEE no se recuperar¨¢ en otros mares, sino que ser¨¢ un sumando m¨¢s en los n¨²meros rojos de la flota pesquera espa?ola.
En medios pesqueros gallegos ha sorprendido la decisi¨®n comunitaria, no s¨®lo por el compromiso existente por parte de algunos pa¨ªses, sino tambi¨¦n porque cient¨ªficos del Mercado Com¨²n, en negociaciones formales con expertos gallegos hablan llegado a la conclusi¨®n de que la riqueza de sus caladeros permit¨ªa mantener los niveles actuales de capturas sin riesgo de extinci¨®n. Una de dos: o deja de pescarse todo lo que se puede obtener de los caladeros europeos, ya que las flotas de la CEE no tienen capacidad para absorber esa riqueza, o los barcos espa?oles podr¨ªan ser sustituidos por la de otras banderas, que aprovechar¨ªan nuestra ausencia. Se trata pues de un problema esencialmente pol¨ªtico al que la Administraci¨®n espa?ola no ha sabido dar por ahora soluci¨®n.
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