"La soberan¨ªa popular tiene su superior personificaci¨®n en la Corona"
?Se?ores diputados, se?ores senadores:Les saludo como representantes del pueblo espa?ol, con la misma esperanza que ese pueblo tiene depositada en ustedes: la esperanza de que el voto que les ha otorgado sea el punto de partida para la ,consolidaci¨®n de un sistema pol¨ªtico libre y justo dentro del cual puedan vivir en paz todos los espa?oles. Se abre hoy solemnemente la primera legislatura de las Cortesde la Monarqu¨ªa. Al presidir esta hist¨®rica sesi¨®n, veo cumplido un compromiso al que siempre me he sentido obligado como Rey: el establecimiento pac¨ªfico de la convivencia democr¨¢tica sobre la base del respeto a la Ley, manifestaci¨®n de la soberan¨ªa del pueblo.
Hace poco m¨¢s de un a?o y medio, en mi primer mensaje como Rey de Espa?a, afirm¨¦ que asurn¨ªa la Corona con pleno sentido de mi responsabilidad y consciente de la honrosa obligaci¨®n que supone el cumplimiento de las leyes y el respeto deja tradici¨®n. Se iniciaba una nueva etapa en la Historia de Espa?a que hab¨ªa de basarse, ante todo, en una sincera voluntad de concordia nacional y que deb¨ªa recoger las demandas de evoluci¨®n que el desarrollo de la cultura, el cambio generacional y el crecimiento material de los tiempos actuales exig¨ªan de forma ineludible, como garant¨ªa de? ejercicio de todas las libertades. Para conseguirlo, propuse como empresa comunitaria la participaci¨®n de todos en nuestra vida pol¨ªtica, pues creo firniemente que la grandeza y fortaleza de la Patria tiene que asentarse en la voluntad manifiesta de cuantos la integramos.
Se?ores diputados y senadores, su presencia en este sal¨®n de sesiones; la representaci¨®n que cada uno ostenta; la realidad visible de que las nuevas Cortes recogen una pluralidad de ideolog¨ªas, son la mejor muestra de que, por una parte, se ha traducido a la pr¨¢ctica aquella voluntad de concordia nacional y, por otra, que este solemne acto de hoy tiene una significaci¨®n hist¨®rica muy concreta: el reconocimiento de la soberan¨ªa del pueblo espa?ol.
El camino recorrido hasta el d¨ªa de hoy no ha sido ni f¨¢cil ni sencillo. Pero ha resultado posible por la sensata madurez del pueblo espa?ol, por sus deseos de armon¨ªa. por el realismo y la capacidad de evoluci¨®n de los l¨ªderes que hoy est¨¢n sentados en este Pleno y, por la favorable actitud de los altos ¨®rganos del Estado para asumirlas exigencias sociales.
La Corona despu¨¦s de las ¨²ltimas elecciones legislativas, se siente satisfecha al comprobar la forma en que se van logrando los fines que no hacc,mucho tiempo formul¨®. Hemos conseguido que las instituciones den cabida en su seno a todas aquellas opciones que cuentan con respaldo en la sociedad espa?ola.
No voy, por supuesto, a exaltar ahora el esfuerzo que nos permiti¨® llegar a esta meta. Pero s¨ª quiero decirles que entre todos hemos construido los cimientos de una estructura s¨®lida para la convivencia en libertad, justicia y paz. Esos cimientos constituyen nuestro punto de partida, para construir la Espa?a a la que todosaspiramos. Una Espa?a que queremos arm¨®nica en lo pol¨ªtico, justa en lo social, din¨¢mica en lo cultural y progresiva en todos los aspectos, basada en la concordia y con capacidad de protagonismo en el mundo. Hemos conseguido entre todos que haya un lugar para cada opci¨®n pol¨ªtica en estas Cortes. Ahora queremos que lo haya asimismo para cada ciudadano en el mundo del trabajo, de la cultura, de la econom¨ªa, de la informaci¨®n y de las dem¨¢s esferas de nuestra sociedad.
La democracia ha comenzado
Como Rey de Espa?a, al tener la soberan¨ªa popular su superior personicaci¨®n en la Corona, quiero convocarles a una colaboraci¨®n plena y decidida para conseguir esos fines. La democracia ha comenzado. Ello es innegable. Pero saben perfectamente que falta mucho por hacer, aunque se hayan conseguido en corto plazo metas que muchos se resist¨ªan a imaginar. Ahora hemos de tratar de consolidarla.
En estos momentos cruciales de nuestra historia hemos de procurar eliminar para siempre las causas hist¨®ricas de nuestros enfrentamientos. Creo que poseemos las condiciones de altura de miras y de af¨¢n de trabajo en com¨²n para encararnos con un porvenir de paz y. de progreso. Lo que a¨²n nos falta hemos de conseguirlo en la labor de cada hora, en la capacidad de di¨¢logo, en la conservaci¨®n de ese alto ejemplo de avenencia y esp¨ªritu abierto que se ha puesto de manifiesto desde el comienzo de los trabajos de estas C¨¢maras.
En ese esfuerzo estar¨¢ siempre presente la Corona, que permanecer¨¢ en estrecho contacto con el pueblo y con los representantes leg¨ªtimos del pluralismo de nuestra sociedad, que han de realizar una tarea ardua, pero apasionante. La instituci¨®n mon¨¢rquica proclama el reconocimiento sincero de cuantos puntos de vista se simbolizan en estas Cortes. Las diferentes ideolog¨ªas aqu¨ª presentes no son otra cosa que distintos modos de entender la paz, lajusticia, la libertad y la realidad hist¨®rica de Espa?a. La diversidad que encarnan responde a un mismo ideal: el entendimiento y la comprensi¨®n de todos. Y est¨¢ movido por un mismo est¨ªmulo: el amor a Espa?a.
Para la Corona y para los dem¨¢s ¨®rganos del Estado, todas las aspiraciones son leg¨ªtimas, y todas deben, en beneficio de la comunidad, limitarse rec¨ªprocamente. La tolerancia, que en nada contradice la f¨®rtaleza de las convicciones, es la ¨²nica v¨ªa hacia el futuro de progreso y prosperidad que buscamos y merecemos.
Como Monarca constitucional que hablo en nombre de la instituci¨®n a que me debo, no me incumbe proponerles un. programa de tareas concretas que ¨²nicamente a ustedes y al Gobierno corresponde decidir, ni ofrecer orientaciones para llevarlas a buen t¨¦rmino, pues ¨¦ste es cometido de los poderes pol¨ªticos. Pero s¨ª quiero se?alar la funci¨®n integradora de la Corona y su poder arbitral, que cobran un especial relieve en sus relaciones con las Cortes. Los aspectos de esta relaci¨®n habr¨¢ que desarrollarlos y concretarlos. Al Congreso y al Senado, que en esta jornada comienzan sus trabajos, les corresponde un doble papel: el de ser la primera concreci¨®n de la democracia y el de crear esa misma democracia como modo de convivencia y como sistema eficaz para una sociedad, libre y moderna, que permita la formulaci¨®n ue sus reivinuicaciones su transformaci¨®n y el progreso de la justicia.
La responsabilidad de las Cortes est¨¢ en recoger las aspiraciones de los espa?oles y canalizarlas adecuadamente. No podremos fracasar en esta tarea de crear y mantener la democracia, como han fracasado otros intentos hist¨®ricos, pues sabremos interpretar adecuadamente lo que m¨¢s convenga al servicio del pueblo espa?ol.
La Ley nos obliga a todos por igual. Pero lo decisivo es que nadie pueda sentirse marginado. El ¨¦xito del camino que empezamos depender¨¢ en buena medida de que en la participaci¨®n no haya exclusiones. Con la presencia en estas Cortes de los partidos que a trav¨¦s del voto representan a los espa?oles, damos un paso importante en esa direcci¨®n, y debemos disponernos con nobleza a confiar en quienes han sido elegidos para dar testimonio de sus ideas y de sus ilusiones.
Reconocimiento de las comunidades regionales
Adem¨¢s de estos objetivos, el pa¨ªs tiene pendientes muchos problemas concretos, sobre los que el pueblo espa?ol espera la acci¨®n directa de sus representantes. El primero es crear el marco legal adecuado para las nuevas relaciones sociales, en el orden constitucional, el regional,o en el de la corriunicaci¨®n hurnar¨ªa.
La Corona desea y cree interpretar las aspiraciones de las Cortes, una Constituci¨®n que d¨¦ cabida a todas las peculiaridades de nuestro pueblo y que garantice sus derechos hist¨®ricos y actuales.
Desea el reconocimiento de la diversa realidad de nuestras comunidades regionales y comparte en este sentido cuantas aspiraciones no debiliten, sino enriquezcan y hagan m¨¢s robusta, la unidad indiscutible de Espa?a.
La Corona desea un marco de justicia para las relaciones entre los hombres y un ejercicio de la autoridad sin discriminaciones.
La Corona desea que se creen los instrumentos necesarios exigidos por la dignidad del, hombre.
Y nada dignificar¨¢ m¨¢s a quienes estamos obligados a resolver en com¨²n nuestro destino, que la aceptaci¨®n de las normas que estas C¨¢maras van a elaborar. Estoy convencido de que en sus trabajos no olvidar¨¢n la necesidad de atender especialmente a los,sectores menos favorecidos de nuestro pueblo.
Con todo, perm¨ªtanme que les reitere el convencimiento de que s¨®lo una sociedad que atienda. a los derechos de las personas para proporcionarles iguales oportunidades y que evite las desigualdades injustas, puede ser hoy una sociedad libre El progreso a que aspiramos quedar¨ªa en una ficci¨®n vana si no comportara la mejora real de las condiciones de todos los ciudadanos, y singularmente la de quienes se encuentran m¨¢s lejos del nivel que en el aspecto humano exige la sociedad actual, desde el punto de vista de la cultura, del trabajo, del hogar y del bienestar familiar. Porque la expansi¨®n de lacultura y la mejora del orden social requieren un esfuerzo constante, dirigido a lograr una adecuada participaci¨®n en aquellos bienes que siendo fruto de la cooperaci¨®n de todos, son igualmente ind¨ªspensables para la general prosperidad. Espa?a atraviesa un momento de dificultades, econ¨®micas que obedecen, entre otras causas, a las repercusiones de la crisis internacional. Estas dificultades y las posible, soluciones no han de considerarse al margen de las ex?oencias sociales. Y si es cierto que las acciones directas no corresponden a estas Cortes en su totalidad, tambi¨¦n lo es que ellas deben velar por la integraci¨®n de los intereses de todos los sectores, por el reflejo de todas las aspiraciones y porque no existan desequilibrios perturbadores entre los ciudadanos ni en el reparto de las cargas que les pudieran corresponder.
Lugar de Espa?a en el mundo
Tambi¨¦n en este aspecto la Corona dedicar¨¢ su m¨¢ximo empe?o a estimular los avances sociales, a moderar las l¨®gicas tensiones de una sociedad en transformaci¨®n y a conseguir el nivel de vida que nuestro pueblo reclama. La reforma que en este campo demanda nuestro tiempo es el reto que asume la Monarqu¨ªa de todos los espa?oles.
La Corona defiende y promueve la amistad y la colaboraci¨®n con todas las naciones, sin distinci¨®n de reg¨ªmenes pol¨ªticos. Seguir¨¢ trabajando para conseguir la integridad de nuestro territorio. Y es consciente de que una sociedad. como la espa?ola, con una juventud entusiasta y unos profesionales perfectamente preparados, con un potencial humano como pocas veces hemos pose¨ªdo en nuestra historia, va,a permitir nos conquistar el lugar que nos corresponde en el concierto de las naciones.
La Corona espera que los intereses de Espa?a en el exterior se defendan por encima de las opciones concretas de cada partido, porque s¨®lo la uni¨®n de todas las fuerzas pol¨ªticas y sociales nos perrilitir¨¢ realizar con ¨¦xito en la acci¨®n exterior las aspiraciones nacionales.
Se?ores diputados y senadores: la consecuci¨®n de todos estos fines depende de una manera directa del rigor y del entusiasmo que, sin duda, pondr¨¢n en el ejercicio de las funciones y los deberes que el pueblo espa?ol les ha encomendado, buscando una sociedad m¨¢s igual, desprovista de privilegios, justa y en progreso constante.
Espa?a y el mundo miran hoy a estas Cortes. Estoy convencido, pues conozco la sinceridad de los ideales de sus miembros, que el sentimiento de esperanza con que nuestro pueblo conf¨ªa en los resultados de las tareas, no se ver¨¢ decepcionado. S¨¦ perfectamente que estas Cortes van a dar ejemplo al pa¨ªs de austeridad, de entrega y. de eficacia en su labor. En esa ilusionante tarea no les faltar¨¢ nunca el est¨ªmulo y el Impulso de la Corona. Yo pido a Dios que me ayude siempre a cumplir con mi deber en el servicio de Espa?a.
Los valores y las virtudes que los espa?oles han puesto de manifiesto; Ia esforzada entrega de sus representantes al quehacer pol¨ªtico; la labor de nuestras instituciones; la lealtad y disciplina de nuestras
Fuerzas Armadas y, en fin, el patriotismo de todos, nos permiten afrontar con entereza y optimismo los problemas del presente y confiar en un futuro de paz y libertad.
Con esos prop¨®sitos, con esa esperanza y con esa ilusi¨®n, queda abierta la legislatura. ?
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