?Qui¨¦n garantiza la negociaci¨®n obrera?
La pol¨ªtica salarial del Gobierno supone un reto de credibilidad a las centrales sindicales. Limitar el marco de la negociaci¨®n colectiva a un porcentaje de incremento salarial tope comporta la negociaci¨®n de un pacto social que garantice la aceptaci¨®n por parte de los trabajadores de la carga de sacrificio que a ellos corresponda, dentro del plan de austeridad que representan las medidas econ¨®micas del segundo Gobierno de la Monarqu¨ªa.Las centrales sindicales, como fuerza social organizada, presentan en la actualidad una pobre alternativa al vac¨ªo sindical que cuarenta a?os de verticalismo han propiciado. Tan s¨®lo mill¨®n y medio de trabajadores -sobre una poblaci¨®n laboral de trece millones, de los cuales nueve millones son asalariados- est¨¢n afiliados en la actualidad a las centrales sindicales con presencia en el mundo laboral.
En estas condiciones, cualquier negociaci¨®n de las centrales -empe?adas, por otra parte, en la recuperaci¨®n de un patrimonio acumulado por el verticalismo (350.000 millones de pesetas) que necesitan para su conformaci¨®n en aut¨¦nticos sindicatos- podr¨¢ ser cuestionada por la masa obrera todav¨ªa sin captar sindicalmente.
El pr¨®ximo oto?o habr¨¢n de negociarse convenios colectivos que afectan a unos dos millones de trabajadores. ?Qui¨¦n puede garantizar la aceptaci¨®n obrera de la limitaci¨®n salarial impuesta por el Gobierno? Las centrales sindicales, desde luego, no. Otro dato: la patronal se presenta ya unida, mientras el panorama sindical ofrece una diversidad similar a la de los partidos pol¨ªticos con los que se identifican las diferentes siglas sindicales.
Dos objetivos se hacen urgentes de alcanzar en estas circunstancias: la unidad sindical, al menos en cuanto a unidad de acci¨®n, de una parte, y la definitiva soluci¨®n al problema del patrimonio sindical, de otra. Las centrales, sin dinero, no pueden ofrecer a su potencial clientela laboral otra cosa que no sea ideolog¨ªa. Y, adem¨¢s de ideolog¨ªa, para negociar se requiere la fuerza que da el respaldo de la afiliaci¨®n posible, tan s¨®lo, desde unas prestaciones sociales que requieren una fuerte infraestructura econ¨®mica. Al Gobierno, a la oposici¨®n, a los trabajadores, a la patronal y a la sociedad en su conjunto, les interesan unas centrales poderosas con alta tasa de afiliaci¨®n. Para ello, la regulaci¨®n de la acci¨®n sindical en la empresa y el traspaso del patrimonio sindical, son condiciones previas inexcusables.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.