Inquietudes y recelos
Delegado del Consejo Superior de C¨¢maras de Comercio, Industria y Navegaci¨®n de Espa?a ante las Comunidades EuropeasEl esbozo de decepciones y dificultades de nuestro anterior art¨ªculo no deben alejarnos de Europa, rompiendo la l¨ªnea tradicional de nuestra trayectoria. Al contrario, debemos tomar conciencia clara del problema y preparar la complementariedad en lugar de la divergencia, impidiendo, as¨ª, que en el momento hist¨®rico nacional que vivimos, Espa?a y sus pueblos sigan siendo la mala conciencia de Europa.
Es cierto que existen obst¨¢culos econ¨®micos y siempre los ha habido y lo que permite que hoy se hable exclusivamente de problemas econ¨®micos es, precisamente, porque al haber desaparecido los pol¨ªticos no existe ning¨²n otro obst¨¢culo que impida abordar los problemas t¨¦cnicos que se resuelven negociando.
Ante esta situaci¨®n, creo que debe hacerse, en primer lugar, un llamamiento urgente a nuestros pol¨ªticos, para que manifiesten a sus hom¨®logos europeos la imagen real del pa¨ªs y les digan que nuestros trabajadores y nuestros empresarios tambi¨¦n tienen serios problemas econ¨®micos planteados y que no es precisamente el momento m¨¢s oportuno ni consecuente con la demanda de adhesi¨®n para imponernos limitaciones, cl¨¢usulas de salvaguardia y servirse de nosotros para hacer declaraciones contrarias a las que han venido haciendo cuando la situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola imped¨ªa que aflorasen los problemas econ¨®micos.
S¨®lo dentro de un clima de distensi¨®n y serenidad podr¨¢ abordarse el tema fundamental inmediato: las negociaciones de adhesi¨®n.
Aceptabilidad de la candidatura
El Consejo de Ministros del 19 de septiembre o el inmediatamente posterior del mes de octubre deber¨¢n dar una respuesta de principio a la solicitud espa?ola, pero limit¨¢ndose a acusar recepci¨®n y a ordenar a la comisi¨®n europea la elaboraci¨®n de un informe. Paralelamente al estudio de la comisi¨®n, el Parlamento Europeo y el Comit¨¦ Econ¨®mico y Social se pronunciar¨¢n tambi¨¦n emitiendo sus propios pareceres.De acuerdo con las disposiciones institucionales vigentes, el Consejo, a la vista del informe de la comisi¨®n, se pronunciar¨¢ positiva o negativamente sobre la candidatura, inici¨¢ndose, entonces, la verdadera etapa de negociaciones que fijar¨¢n las condiciones de la adhesi¨®n y las modalidades de asunci¨®n, por parte del Estado adherente, del activo o logros comunitarios.
A pesar de las reacciones prudentes o negativas se?aladas anteriormente y de las inquietudes de ciertos Gobiernos que expondremos m¨¢s adelante, los Estados miembros y las instituciones comunitarias dar¨¢n, con toda seguridad, un s¨ª pol¨ªtico a la candidatura espa?ola y las instituciones consideran la adhesi¨®n de Espa?a como un hecho adquirido y como un bien pol¨ªtica y econ¨®micamente necesario.
Sin embargo, el dar una respuesta positiva a la apertura de negociaciones no prejuzga de sus modalidades institucionales ni econ¨®micas.
Por ello, la actuaci¨®n deber¨¢ concentrarse en la obtenci¨®n de una respuesta positiva, la negociaci¨®n de las condiciones y la preparaci¨®n adecuada para asumir con plenitud los derechos y obligaciones.
Con la presentaci¨®n de la candidatura no se hace sino poner en marcha un mecanismo que, dentro de seis u ocho meses dar¨¢ una respuesta que permitir¨¢ abordar o no la fase de negociaci¨®n.
Inquietudes comunitarias
La aceptaci¨®n de la candidatura espa?ola no deber¨¢ presentar ning¨²n problema de tipo pol¨ªtico porque los jueces de la democracia en Espa?a son nuestros propios partidos, reconocidos por ellos, no siendo, por consiguiente, admisible una injerencia exterior. Tanto la reuni¨®n informal de Leeds Castle como las reflexiones posteriores ponen de manifiesto la voluntad de una respuesta positiva, pero se?alan un triple orden de inconvenientes: los problemas institucionales y econ¨®micos y la globalizaci¨®n de las negociaciones con Portugal y Grecia.Los inconvenientes de orden institucional tienen una doble vertiente: los peque?os Estados temen que, con la ampliaci¨®n, se disuelva la idea de integraci¨®n europea en una vasta zona de concertaci¨®n y de libre comercio, al no consentir los ?grandes? la reforma de los mecanismos institucionales y, especialmente, del sistema de voto. El segundo aspecto del problema es, precisamente, que, con los mecanismos actuales, la admisi¨®n de tres nuevos miembros provocar¨ªa una gran pesadez del aparato administrativo.
Los problemas econ¨®micos empezaron a florecer al anunciarse la candidatura griega y la portuguesa pero ten¨ªan como punto de mira la candidatura espa?ola.
Los problemas econ¨®micos se refieren, en primer lugar, a los problemas agr¨ªcolas, ya que la adhesi¨®n de Espa?a a las comunidades incrementar¨¢ el grado de autoaprovisionamiento en ciertos productos y podr¨¢ acrecentar los excedentes, con lo cual se plantea un triple problema para la Comunidad: un problema de financiaci¨®n de excedentes, un problema de competitividad de cierias producciones, hoy comunitarias, y un problema de margen de negociaci¨®n agr¨ªcola internacional, especialmente en el Mediterr¨¢neo.
En su dimensi¨®n industrial, los problemas que plantea la adhesi¨®n de Espa?a se resumen en unos pocos productos que coinciden con sectores en declive en la propia Comunidad.
En los aspectos presupuestarios, la principal preocupaci¨®n es expresada por Alemania que calcula que el costo presupuestario adicional ser¨¢ de 2.000 millones de unidades de cuenta, de los cuales mil millones ir¨ªan en beneficio de Espa?a, Portugal y Grecia.
Finalmente, de un punto de vista general, el problema que plantean los comunitarios es el del desnivel de las situaciones econ¨®micas comparativas, que constituir¨ªa un handicap para la integraci¨®n econ¨®mica y monetaria de los ?doce?, institucionalizando, en la pr¨¢ctica, una integraci¨®n europea a dos velocidades, seg¨²n el grado de desarrollo econ¨®mico de las dos categor¨ªas de paises que la componen.
Por lo que se refiere al ¨²ltimo de los inconvenientes generales, es decir, la globalizaci¨®n de las negociaciones con Grecia, Portugal y Espa?a, el problema que se plantean los comunitarios es el de saber si deben proseguir y concluir las negociaciones con Grecia e iniciar las negociaciones con Portugal, independientemente de la candidatura espa?ola.
Inquietudes espa?olas
Los problemas institucionales tienen un peso menor dentro de las inquietudes espa?olas, siendo conscientes de la necesidad de aligerar la mec¨¢nica institucional y deseando, de la misma forma que B¨¦lgica, Holanda y Luxemburgo, que se progrese en el camino de la integraci¨®n supranacional econ¨®mica y pol¨ªtica, puesto que una Europa de mercaderes no tiene el suficiente atractivo como para constituir el polo de orientaci¨®n de una opci¨®n pol¨ªtica. Sin embargo, en materia institucional, no interesan a Espa?a soluciones intermedias que s¨®lo permitan una asociaci¨®n en los mecanismos de decisi¨®n, en lugar de una participaci¨®n completa. Toda tentativa en esta direcci¨®n debe ser desechada.Las inquietudes espa?olas se manifiestan, m¨¢s bien, a nivel de las relaciones transitorias, hasta la adhesi¨®n, y en los ¨®rdenes industrial y agr¨ªcola.
En materia de relaciones transitorias el gran problema consiste en encontrar, en el pr¨®ximo oto?o, una f¨®rmula que, al mismo tiempo que nos prepare a asumir las consecuencias comerciales de la adhesi¨®n y a rodarse en la participaci¨®n institucional, permita establecer un clima de confianza y un trato de casi-partenaire, eliminando las discriminaciones a las que actualmente est¨¢ sometida la exportaci¨®n espa?ola frente a pa¨ªses que no quieren, o no pueden, formar parte de la Europa comunitaria. Lo que es evidente, a este respecto es que la preparaci¨®n a la adhesi¨®n debe ser mutua, no pudiendo servir la candidatura ¨²nicamente para que la Comunidad exija de Espa?a desarmes arancelarios industriales que le interesan, sino para que se nos conceda un trato como futuro hermano, en todos los ¨®rdenes -industrial, agr¨ªcola, pesquero, institucional, etc¨¦tera-. Si es cierto que Espa?a debe prepararse, tambi¨¦n lo debe hacer la Comunidad y ser¨ªa incongruente -so pena de pensar en ego¨ªsmos y que de Espa?a s¨®lo interesa su mercado- que se nos siguiera considerando como pa¨ªs tercero.
Las preocupaciones industrial y agr¨ªcola tienen como motivaci¨®n esencial el establecimiento de una uni¨®n aduanera y la adopci¨®n de los compromisos comerciales exteriores de las Comunidades, lo que supone, por una parte, la libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas con los ?nueve?, la adopci¨®n de un arancel a terceros sensiblemente inferior al actual de Espa?a y la concesi¨®n de las preferencias industriales y agr¨ªcolas que las Comunidades han otorgado a numerosos pa¨ªses, por v¨ªa de acuerdos o mediante decisiones aut¨®nomas. En cifras, esto supone que, partiendo de la estructura actual de la balanza comercial, en 1986, el 65% de las importaciones espa?olas se efectuar¨ªan con derechos nulos. Los temores nacen, por consiguiente, de las incidencias que sobre la producci¨®n industrial tendr¨ªa la casi total supresi¨®n de la protecci¨®n arancelaria. En materia agr¨ªcola, mayor incidencia que la liberalizaci¨®n aduanera podr¨ªa tener el juego de los mecanismos de la pol¨ªtica agr¨ªcola en todos aquellos sectores en los que Espa?a es deficitaria (cereales, productos l¨¢cticos, etc¨¦tera) o con muy baja rentabilidad (agricultura de secano).
Adem¨¢s, se a?aden a estas inquietudes otras derivadas de la multitud de disposiciones en materia fiscal, social, mercantil, etc¨¦tera, que, por ser consideradas como ?logro comunitario?, constituyen un cuerpo importante de derecho derivado que Espa?a deber¨ªa introducir en su sistema jur¨ªdico interno.
Elementos de respuesta
Para dar una respuesta adecuada a las inquietudes que se plantean creo necesario partir de dos consideraciones gen¨¦ricas:Toda estructura econ¨®mica, social o pol¨ªtica es perfectible y la Comunidad de ma?ana no tiene por qu¨¦ ser id¨¦ntica a la Comunidad de hoy. M¨¢s a¨²n, los te¨®ricos de la construcci¨®n europea est¨¢n de acuerdo en que la Comunidad debe repensar su estructura y funcionamiento si se quiere progresar en el camino de la integraci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica, porque las coordenadas de 1977 son distintas de las de 1958.
La adhesi¨®n de Espa?a a las Comunidades, por otra parte, como la de cualquier otro pa¨ªs, requiere un plazo de tiempo relativamente largo, lo que permite la puesta en marcha de mecanismos apropiados para que la adecuaci¨®n de las econom¨ªas se haga sin traumatismos y sin riesgos.
Partiendo de estos supuestos, y dentro de un esp¨ªritu de objetividad y neutralidad, es necesario precisar algunos extremos de las inquietudes que espa?oles y comunitarios expresan.
En materia institucional, es cierto que la ampliaci¨®n puede ocasionar ciertos problemas, pero que no son graves ni de soluci¨®n imposible, con tal de que exista una voluntad pol¨ªtica por parte comunitaria. Precisamente, la reflexi¨®n y la reforma institucional, sobrepasando los ?acuerdos de Luxemburgo?, ser¨ªa la prueba manifiesta de que la Comunidad no quiere quedar estancada, sino progresar.
Los problemas econ¨®micos, industriales y agr¨ªcolas son m¨¢s espectaculares porque se prestan, en primer lugar, a un f¨¢cil manejo demag¨®gico y porque, en segundo lugar, pueden producir consecuencias nefastas, si no se abordan correctamente. Sin embargo, los problemas t¨¦cnicos encuentran siempre soluciones a trav¨¦s de mecanismos adecuados y de calendarios apropiados.
Entre ellos, uno de los problemas de trato m¨¢s delicado ser¨ªa, sin ning¨²n lugar a dudas, el agr¨ªcola, porque, hasta el momento, nunca la pol¨ªtica agr¨ªcola comunitaria se ha atacado al fondo de los problemas estructurales, limit¨¢ndose a consolidar las posiciones nacionales y a montar un complicado mecanismo interno y externo que permitiese que las situaciones nacionales siguieran existiendo. En la Comunidad de hoy, la situaci¨®n es ya insostenible, porque la modificaci¨®n de la estructura de los costos agr¨ªcolas y de la competencia obliga a derrochar medios financieros importantes, ¨²nicamente para el sost¨¦n de precios, restituciones a la exportaci¨®n y fluctuaciones inter-monedas. La experiencia demuestra que los Estados no se atacan a las pol¨ªticas agr¨ªcolas hasta que no se ven obligados a hacerlo. En Europa se han ido postergando las soluciones hasta llegar a un impasse.
En el fondo, todos los problemas e inquietudes que hemos manifestado tienen un denominador com¨²n: iniciar una reflexi¨®n conjunta sobre los aspectos institucionales, industriales, agr¨ªcolas, presupuestarios, etc¨¦tera, para inventar nuevas soluciones que den un ¨ªmpetu renovador a Europa.
Esto es lo que personalmente entiendo por globalizaci¨®n, es decir, reflexi¨®n general. Es evidente que los mecanismos especiales, fechas de transici¨®n, etc¨¦tera, para Grecia, Portugal y Espa?a deben ser distintos, por ser distinta su estructura econ¨®mica, pero ser¨ªa un grave error ampliar la Comunidad sin una reflexi¨®n global del presente y futuro de Europa.
A este respecto, no ser¨ªa una mala idea convocar un Consejo Europeo de miembros y candidatos que abordasen los problemas de principio, mientras que grupos t¨¦cnicos buscar¨ªan soluciones id¨®neas.
Si ya muchos europeos convencidos creen en la necesidad de un nuevo Messina, para dar a Europa su ?segundo soplo?, ?por qu¨¦ la perspectiva de ampliaci¨®n no ser¨ªa el motivo? ?No podr¨ªa el Gobierno espa?ol convocarla, encargando a un grupo de personas la redacci¨®n de un informe de base, como lo fue el rapport Spaak?
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