Los presupuestos de la negociaci¨®n social
Si algo hay claro en la actitud de los sindicatos obreros ante la crisis econ¨®mica que el pa¨ªs padece, es el reconocimiento de la existencia de la crisis, y el convencimiento de que es necesario, e inaplazable, sanear la econom¨ªa espa?ola.Alg¨²n lector, al leer estas palabras, pensar¨¢ que no son sino una perogrullada, pues es evidente que la crisis econ¨®mica existe, y es asimismo evidente que su superaci¨®n es cosa de todos los espa?oles. Lo cierto, sin embargo, es que, desgraciadamente, sigue siendo necesario recordar que los trabajadores no quieren hundir el pa¨ªs. Pero una cosa es eso, y otra, bien distinta, el pensamiento de quienes entienden que la manifestada discrepancia de los sindicatos con el plan de urgencia econ¨®mica del Gobierno Su¨¢rez es una insensatez, una falta de patriotismo, como si el reconocimiento de la existencia de la crisis econ¨®mica y de que hay que luchar contra ella, tuviera como corolario inexorable estar de acuerdo con las medidas econ¨®micas y sociales recientemente aprobadas por el Gobierno.
Parece poco dudoso que, en opini¨®n de los sindicatos obreros, el Gobierno tiene que reconocer p¨²blicamente que en los acuerdos tripartitos (Gobierno, sindicatos y organizaciones patronales) a trav¨¦s de los cuales puede intentarse la superaci¨®n de la actual crisis econ¨®mica, el papel de los sindicatos no puede quedar reducido a los temas estrictamente laborales, tales como el ritmo de aumento de los salarios o la creaci¨®n de puestos de trabajo.
Con esta afirmaci¨®n pretendo, de una parte, recordar que los sindicatos obreros no est¨¢n por el pacto social entendido como suced¨¢neo de la congelaci¨®n salarial. o como instrumento de subordinaci¨®n de los sindicatos o la pol¨ªtica del Gobierno Su¨¢rez, y, de otra parte, afirmar que los sindicatos democr¨¢ticos tienen pleno derecho a tener su propio proyecto pol¨ªtico, lo que les legitima para opinar (y, por supuesto, para negociar) sobre temas no estrictamente laborales, tales como la reforma fiscal, Ia pol¨ªtica de inversiones p¨²blicas, la evasi¨®n de capitales o la pol¨ªtica crediticia, entre otros.
Por todo ello es requisito imprescindible de una eventual negociaci¨®n entre el Gobierno, los sindicatos y las patronales, el que aqu¨¦l tome conciencia clara de que los sindicatos no son ni el hermano menor ni el pariente pobre de los partidos pol¨ªticos.
Mucho me temo que, hoy por hoy, el Gobierno Su¨¢rez padezca nnopia sindical, y que no haya adquirido a¨²n las gafas que le permitan ver claramente que sin los sindicatos obreros, la econom¨ªa de este pa¨ªs no tiene salvaci¨®n posible.
S¨®lo desde esa miop¨ªa sindical puede entenderse que, a estas alturas, el Gobierno no se haya sentado a negociar con los sindicatos la salida definitiva de la herederade la Organizaci¨®n Sindical verticalista, la Administraci¨®n Institucional de Servicios Socio profesionales (AISS).
Por el momento, el futuro de la AISS, que es lo mismo que hablar del futuro del patrimonio sindical y del de 31.000 desesperados funcionarios, est¨¢ en manos de una Comisi¨®n de Transferencia que, presidida por el ministro de Trabajo, est¨¢ integrada exclusivamente por representantes de los Ministerios Civiles. No hay, por tanto, ni un solo representante de los sindicatos obreros, ni tampoco de las organizaciones patronales que, equivocadamente o no, reclaman su parte del viejo patrimonio de la Organizaci¨®n Sindical.
No parece descabellado afirmar que si, de verdad, el Gobierno quiere negociar con los sindicatos obreros, el Gobierno debe ser el primer interesado en que esos sindicatos sean fuertes y, por tanto, negociadores fiables. Pues bien, en tanto no se decida de una vez qu¨¦ va a ser de la AISS, en tanto no se devuelva el patrimonio sindical a los sindicatos democr¨¢ticos, y se resuelva el futuro de los funcionarios de la AISS, los sindicatos obreros andar¨¢n de cabeza, por falta de locales para celebrar sus reuniones, y peor de personal de todo tipo, pero especialmente de abogados laboralistas para atender jur¨ªdicamente a los miles de trabajadores que cada d¨ªa acuden a afiliarse a las oficinas de esos sindicatos obreros. Devolver el patrimonio sindical a los sindicatos obreros y buscar f¨®rmulas para que no haya ni un solo trabajador afiliado sin asistencia en sus problemas ante las Magistraturas de Trabajo, ante las Delegaciones de Trabajo, es un requisito, funcional y pol¨ªticamente necesario para poder hablar de iniciar una negociaci¨®n tripartita entre el Gobierno, los sindicatos y los empresarios.
Desconocer esa realidad es un error pol¨ªtico que vamos a pagar todos los espa?oles. Que el Gobierno pague sus propios errores es l¨®gico, pero lo que no es admisible es el semivac¨ªo sindical que el pa¨ªs padece porque el Gobierno no act¨²a. F¨®rmulas para dar carpetazo definitivo a la AISS hay varias, desde la participaci¨®n de las centrales sindicales en la Comisi¨®n de Transferencia de los bienes, los servicios y el personal de la AISS, hasta el planteamiento ante el Congreso de Diputados de una proposici¨®n de ley. Los grupos parlamentarios tienen la palabra.
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