Ordenaci¨®n del territorio, urbanismo y modelos de sociedad
?El conjunto del territorio hay que ordenarlo: su planificaci¨®n f¨ªsica debe hacerse en ¨ªntima relaci¨®n y coherencia con el organismo de planificaci¨®n econ¨®mica, inexistente hasta el momento, con la idea de hacer evolucionar el modelo actual y, naturalmente de acuerdo con la inevitable transformaci¨®n de la sociedad hacia un modelo de socialismo que sea resultado de nuestra evoluci¨®n hist¨®rica.?Esta y otras afirmaciones las suscrib¨ªa Ricardo Bofill en un oportuno art¨ªculo publicado no hace mucho en estas p¨¢ginas, bajo el t¨ªtulo: Reflexiones sobre el Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo.
Los problemas que en esas Reflexiones plantea quien tiene merecido prestigio internacional por sus trabajos urban¨ªsticos, son problemas arduos, complejos y de la mayor transcendencia para todos. Los an¨¢lisis que de tales problemas esboza, y la soluci¨®n que apunta (?... la construcci¨®n de un modelo socialista de acuerdo con nuestro proceso hist¨®rico nacional?) pienso que merecen algunas reflexiones adicionales. Esta es la ¨²nica motivaci¨®n de estas variaciones que recogen unas reflexiones personales m¨ªas, surgidas al hilo de la lectura de las del se?or Bofill, a las que -en gran medida- puedo adherirme.
Reforma administrativa. Un primer paso
Ricardo Bofill, tras reconoce que ?la reforma administrativa ha sido bastante h¨¢bil en sus enunciados formales?, considera que ?... la idea de unir obras p¨²blica y vivienda en un solo organismo... (es)... un primer paso hacia la futura y necesaria reestructuraci¨®n que deber¨¢ operarse en el seno del Estado ... ? Describe luego el ingrato cuadro que presenta ?... la realidad actual, los desequilibrios nacionales y regionales, la carencia de energ¨ªa y materias primas, el extra?o panorama que ofrecen las comunicaciones existentes, las desarticuladas relaciones campo-ciudad ... ?, para manifestar despu¨¦s su sorpresa por que ?... ning¨²n Ministerio de Obras P¨²blicas, de Vivienda, u ordenaci¨®n del territorio, se haya propuesto una pol¨ªtica de conjunto, y sus respuestas hayan sido siempre coyunturales y faltas de contenido?.Estoy de acuerdo con que la reforma (oficialmente calificada de mera ?reestructuraci¨®n ?) representa -en el campo que nos interesa- un primer paso. Pero de lo exiguo del mismo por el momento puede dar idea el eufemismo ?reestructuraci¨®n ? que ha sustituido al t¨¦rmino ?reforma?, pues no se daban los supuestos de replanteamiento de la funci¨®n p¨²blica que justificasen una adecuaci¨®n funci¨®n-forma (o una adecuaci¨®n forma-contexto, siguiendo el paradigma de Alexander). Y esos cambios de funci¨®n, una aut¨¦ntica re-forma y re-funci¨®n, no s¨®lo administrativa, sino pol¨ªtica (y ¨¦sta en su m¨¢s alto nivel y grado) son a mi juicio necesarias como primer paso eficaz para la resoluci¨®n de los problemas existentes.
No olvidemos que, si bien se ha adolecido de una falta de ?pol¨ªticas de conjunto? y de un exceso de ?respuestas coyunturales y faltas de contenido? por los ministerios directamente responsables, ¨¦stos han operado en el marco de una estructura determinada y siguiendo unas determinadas pol¨ªticas de gobierno. Pol¨ªticas, tanto si estaban explicitadas y articuladas como si no, pues el ser un ?t¨¦cnico?, o el ser ?apol¨ªtico? es tambi¨¦n una opci¨®n pol¨ªtica, como la izquierda (tan ensalzada por el se?or Bofill) ha repetido insistentemente.
La realidad que tenemos es el resultado de esas ?pol¨ªticas? o ?carencias de pol¨ªticas?: centralismo, pol¨ªtica fiscal, primac¨ªa del ministerio recaudador, descoordinaci¨®n de acciones sectoriales, subordinaci¨®n del orden territorial al modelo de crecimiento seguido, urbanizaci¨®n vertical y congestionada, industrializaci¨®n capital-intensiva, motorizaci¨®n privada, desertizaci¨®n del campo, emigraci¨®n, turismo. Como otra podr¨¢ ser la realidad que alcancemos con otros modelos pol¨ªticos. Los cuales pienso que deber¨ªan recoger al menos, no ya la descentralizaci¨®n, sino la devoluci¨®n de soberan¨ªa y competencias a naciones, regiones y entes locales. inferiores; el fomento innovativo de ?terceras v¨ªas? de participaci¨®n, -adem¨¢s de la representaci¨®n democr¨¢tica en el poder central y en los gobiernos locales-, mediante asociaciones de vecinos, organizaciones ciudadanas, ?ecologistas?, etc¨¦tera; una adecuada tecnificaci¨®n de las administraciones; un proceso de establecimiento participativo de grandes objetivos nacionales y de ¨¢mbitos territoriales inferiores; una funci¨®n y una forma administrativas que ayuden a perseguir y armonizar tales objetivos; un control ¨¢gil y correctivo de su complimiento; unos presupuestos dependientes de planes y programas, territorializados; una financiaci¨®n eficaz y equitativa; y un largo etc¨¦tera.
Todo ello, sin perder de vista las coordenadas de la actual situaci¨®n: inflaci¨®n, crisis energ¨¦tica, paro, d¨¦ficit comercial., endeudamiento, dependen cla internacional, etc¨¦tera.
Lo apuntado, y mucho m¨¢s que omito, perfila una opci¨®n -un modelo-, ni siquiera unas ?pol¨ªticas, que me parece necesaria para aproximarnos a ese orden territorial que apetecernos. No cabe entonces, pienso, arrojar to dav¨ªa un guante -siquiera peque?o, en proporci¨®n al ?primer paso andado?- al MOPU. Sin pretender con ello infravalorar el reto ?sectorial? o ?departamental? que dicho ministerio tiene planteado, sino subrayar la tirgencia de toda una pol¨ªtica de Gobierno que, por lo ingente de la tarea y lo retardado de los efectos deber¨¢ bifurcarse en la, negociaci¨®n de unos modelos, objetivos y estrategias a largo plazo y en paquetes de pol¨ªticas m¨¢s coyunturales (programas espec¨ªficos, etc¨¦tera).
Problema primario
?El problema urban¨ªstico es uno de los primeros que tiene planteada la nueva Administraci¨®n.? Y, sin embargo, por su complejidad, por la raz¨®n de que el ?caos urban¨ªstico? -y de igual modo, la contaminaci¨®n, los desequilibrios regionales, etc¨¦tera- son reflejo o resultado de una din¨¢mica econ¨®mico-sociopol¨ªtica, no parece plausible que tales problemas se resuelvan pronto. Lo que no exime de iniciar, cuanto antes, medidas que atajen las causas y corrijan los efectos.El r¨¦gimen de propiedad del suelo, la ley del Suelo, la especulaci¨®n desaforada, la doble -y en ocasiones antag¨®nica- funci¨®n del Plan de Inversiones P¨²blicas (instrumento de pol¨ªtica econ¨®mica, e instrumento de pol¨ªtica territorial), los d¨¦ficit de infraestructura y de vivienda social, la correcci¨®n del segregacionismo urbano, son problemas de distinta naturaleza y de la mayor importancia y urgencia.
La conservaci¨®n (revilalizaci¨®n social, cultural y econ¨®mica, no mera ?taxidermia?) de los centros hist¨®ricos, la peatonalizaci¨®n, los transportes colectivos, la regulaci¨®n del tr¨¢fico, ?implica (n) una complej¨ªsima instrumentaci¨®n y un gran talento en el dise?o?. ?Implica (n) un aprendizaje de disciplin¨¢s nuevas, ya en uso, en otros lugares; una transformaci¨®n de la Universidad, estableciendo, entre otras medidas, una escuela especial de dise?o territorial y paisaj¨ªstico y urbano, y un programa de investigaci¨®n s¨®lido sobre los problemas de morfolog¨ªa. ?
Cierto todo ello. Pero entendiendo que el aprendizaje de disciplinas nuevas y la transformaci¨®n de la Universidad no son problemas a resolver s¨®lo con una m¨¢s o menos eufem¨ªstica ?reorganizaci¨®n?, sino que se requerir¨¢ la reforma y la refunci¨®n, tras una detenida reflexi¨®n com¨²n sobre cu¨¢les son los talantes, cu¨¢les las habilidades, los conocimientos, las metodolog¨ªas que habr¨¢ que impartir a los profesionales que hayan de llevar a cabo tan ingente obra de ?ingenier¨ªa social?. Pues, a la postre, los problemas a que estamos aludiendo, y sus posibles soluciones, son de tal entidad que remiten a una concepci¨®n global de la sociedad, a una ideolog¨ªa, a un modelo de sociedad. Por lo que, a nivel profesional, har¨¢ falta la concurrencia de innumerables disciplinas, el intento de ciertas s¨ªntesis pluridisciplinares, actitudes y formaciones prescriptivas, orientadas al dise?o y a la transformaci¨®n de nuestro entorno. Pero, por tratarse de un proyecto de vida en com¨²n, no bastar¨¢n los profesionales: ser¨¢ necesaria la concurrencia de todos, moralistas, intelectuales, pol¨ªticos, ciudadanos.
Modelos
La ?construcci¨®n de un modelo socialista de acuerdo con nuestro proceso hist¨®rico nacional? parece ciertamente deseable e inevitable.Pero el sustantivo ?modelo? exige, en temas como el que nos ocupa, la cualificaci¨®n con una serie casi interminable de adjetivos. Socialismo, ??humanista??, ?marxista?, ?centralizado?, ?autogestionario?
Cuando modelo significa sistema social -y a¨²n m¨¢s, sistema social afieri-, una parca etiqueta no es significativa de sus contenidos ni de sus virtualidades. No es lo mismo que cuando.se utiliza la acepci¨®n de modelo que ?dentifica inequ¨ªvocamente al Ford ?t? o al Tupolev ?TU-144?. Tampoco es suriciente una alusi¨®n a la procesal (?... un modelo de socialismo que sea resultado de nuestra evoluci¨®n hist¨®rica?). En un sistema abierto, complejo, interactivo y motivado, el proceso hist¨®rico no determina el estado futuro del sistema.
La cuesti¨®n desborda ciertamente los l¨ªmites de un art¨ªculo period¨ªstico, pero me parec¨ªa necesario dejar de manifiesto que no est¨¢ disponible la soluci¨®n prefabricada, el modelo concluso. Lo que implica la necesidad de poner manos a la obra de construir (vivi¨¦ndolo) nuestro propio modelo de sociedad, al no caber el contrato de adhesi¨®n o el tomar un modelo de un estante.
Reconvertir
No cabe duda de la esencial contribuci¨®n que a todo este esfuerzo pueden hacer los ?... alrededor de cien brillantes arquitectos que est¨¢n relativamente desocupados ... ? Tampoco ser¨ªa manca la que podr¨ªan prestar los varios cientos de otros profesionales (soci¨®logos, ge¨®grafos, abogados, ingenieros, ec¨®logos) competentes en estas materias -a menudo con m¨¢s reconocimiento internacional que nacional- y que no est¨¢n plena y eficazmente ocupados. Por no hablar de aquellos otros cientos de cerebros emigrados que retornar¨ªan si aqu¨ª encontrasen un puesto de trabajo estimulante. Sin olvidar a los que en nuestro pa¨ªs no son cientos sino miles de profesionales en vergonzante subempleo o en paro absoluto.Realmente, los problemas son muchos, pero tambi¨¦n lo son los recursos ociosos o semiociosos. Tantos son ¨¦stos que el m¨¢s gigantesco e hiperactivo MOPU, o la m¨¢s seductora ideolog¨ªa pol¨ªtica, no alcanzar¨ªan a colmarlos todos. Quiz¨¢ haga falta algo m¨¢s: que con una adecuada reflexi¨®n nacional y con una estimulante pol¨ªtica del Gobierno, se movilice a toda la Administraci¨®n, a la empresa, a los profesionales, a los ciudadanos todos, a la tarea de dise?ar y dotar a nuestro propio futuro de un entorno institucional, sociocultural, econ¨®mico y f¨ªsico, m¨¢s noble y gratificante. Efectivamente, s¨®lo estamos en el comienzo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.