La hora sindical del presidente Su¨¢rez
Hay que reconocerle a Su¨¢rez, una vez m¨¢s, su sorprendente habilidad para afrontar los temas y sacar partido -en el momento oportuno- de las disensiones ajenas. En la agenda de trabajo del presidente le ha llegado- el turno, en los ¨²ltimos d¨ªas, al tema sindical.En los meses que han precedido al encuentro del presidente con las centrales, Mart¨ªn Villa, que supuso algo as¨ª como el ? 12 de Febrero? en la CNS, y Enrique de la Mata, en el papel de un Fraga liberal de la AISS (legalizaci¨®n de las centrales y prohibici¨®n de celebraciones el primero de mayo), hab¨ªan ido decantando el panorama sindical y preparando el terreno a Su¨¢rez. En el camino, plagado de contradicciones, Comisiones Obreras -sin duda, la organizaci¨®n de trabajadores m¨¢s coherente en los ¨²ltimos a?os de oposici¨®n clandestina a la dictadura- se parte en tres (salida de la corriente minoritaria: CSUT y SU) y la Coordinadora de Organizaciones Sindicales -?platajunta? de las centrales obreras- termina tambi¨¦n, por una cuesti¨®n menor (dimisi¨®n o no de enlaces en el vertical), en matrimonio desavenido y separaci¨®n de bienes.
Hay muchos paralelismos entre la evoluci¨®n pol¨ªtica y la sindical. La UGT recibe un aluvi¨®n de afiliados y se desarrolla con una aceleraci¨®n similar a la del PSOE; la USO tiene el prestigio y los afiliados de calidad (parodiando lo que dijo Tierno de su partido); y Comisiones Obreras se debate entre la falta de un congreso interno y las posiciones euromoderadas de un Camacho que se fotograf¨ªa sonriente con Jim¨¦nez de Parga y sale en su defensa cuando los empresarios se enfadan por determinadas declaraciones. En el registro de la AISS, por otra parte, se presentan siglas en cantidades y tonalidades similares a las recibidas en el registro de partidos pol¨ªticos. Y el grueso de los trabajadores, como el de los ciudadanos, sigue sin solicitar carnet de militancia.
Esta es la situaci¨®n y ah¨ª est¨¢ Su¨¢rez. El presidente no desciende a discutir la sem¨¢ntica del pacto social, como tampoco lo hizo con la reforma- ruptura. Se limita a convocar por separado a los dirigentes de las tres principales siglas y a proponerles en privado, que es la forma de que se sientan decisivos protagonistas y acepten aunque sea con reparos, al igual que hicieron los partidos de la oposici¨®n democr¨¢tica con la ley electoral, una sospechosa -no decimos ineficaz o innecesaria- colaboraci¨®n de expertos para estudiar la situaci¨®n y la salida de la crisis. La comisi¨®n se propone como de estudio, cuidadosamente se evita el t¨¦rmino negociaci¨®n, y se le otorga un elevado rango al designarles un secretario de Estado para su presidencia.
Hay que reconocer que unas reuniones t¨¦cnicas, unas comisiones de estudio, resultan m¨¢s anodinas y menos noticiables, al menos en apariencia, que unas negociaciones a nivel oficial entre los l¨ªderes sindicales y el Gobierno; pero pueden dar el mismo o incluso mejor resultado.
Lo lamentable, ante la creaci¨®n de esta comisi¨®n, es la debilidad y desuni¨®n con que las centrales los -trabajadores, en suma- van a acudir a la misma. Mientras las tres organizaciones convocadas a La Moncloa se tiran los trastos entre s¨ª e ignoran, t¨¢cita o expresamente, al resto de los sindicatos, cuya implantaci¨®n en el mundo laboral probablemente sea m¨ªnima, pero son las elecciones sindicales quien tendr¨¢n que decir la ¨²ltima palabra, los empresarios acudir¨¢n unidos en una patronal que agrupa al 50% del capital empresarial, y el Gobierno se limitar¨¢ a negociar concesiones, desde su posici¨®n empresarial y el Gobierno se limitar¨¢ a negociar concesiones, desde su posici¨®n de fuerza, sobre una pol¨ªtica de hechos consumados: el programa econ¨®mico, y una contrapartida, la articulaci¨®n de la libertad sindical y el reparto y devoluci¨®n del patrimonio de la antigua CNS.
Comisiones Obreras afirm¨® al concluir su entrevista con Su¨¢rez que las tres centrales convocadas representaban el 80 % de la afiliaci¨®n actual de los trabajadores a sindicatos, que unas conversaciones entre todas las organizaciones legalizadas en la AISS y la Administraci¨®n ser¨ªan dif¨ªciles, si no inviables, y que a la comisi¨®n propuesta por Su¨¢rez hab¨ªa que acudir con una representaci¨®n ¨²nica de las tres centrales hegem¨®nicas. Todo ello es cierto, pero habr¨ªa que matizarlo. El 80 % de afiliaci¨®n poco puede significar, cuando las cifras totales de militancia obrera alcanzan el mill¨®n y medio, sobre una poblaci¨®n laboral asalariada de nueve millones. Por ello, estas tres centrales, que son las llamadas por su mayor implantaci¨®n, y no s¨®lo porque hayan sido convocadas a La Moncloa, a llevar la voz de los trabajadores a las conversaciones con el Gobierno, no deben excluir, apriori, a nadie, sino esforzarse en com¨²n por lograr consenso a su representatividad del mayor n¨²mero de organizaciones posible. A¨²n as¨ª, no habr¨ªa garant¨ªas de que el grueso de los trabajadores, la mayor¨ªa no militante, aceptase lo acordado en la comisi¨®n mixta, a la hora de negociar un convenio; pero los riesgos ser¨ªan menores.
El problema de fondo es la unidad sindical, inaplazable al menos a nivel de acci¨®n, para no caer en la desestabilizaci¨®n pol¨ªtica o en la aceptaci¨®n, una vez m¨¢s, de que las consecuencias de la crisis se descarguen casi exclusivamente sobre las espaldas de los trabajadores. La responsabilidad de estas tres grandes centrales (CCOO, USO y UGT) tiene ribetes de hist¨®rica en estos momentos por los que atraviesa el pa¨ªs, y ser¨ªa grav¨ªsimo que no estuvieran a la altura de las circunstancias y se dejaran domar por el poder o rompieran la baraja con maximalistas intransigencias o individualistas afanes de protagonismo.
Su¨¢rez y los empresarios tambi¨¦n tienen su gran responsabilidad en este campo y en esta hora. Abusar de su prepotencia, aprovecharse y fomentar la divisi¨®n sindical creando sindicatos fantasmas, en vez de devolver generosamente el patrimonio sindical con urgencia y favorecer el fortalecimiento de los interlocutores obreros, puede resultar un p¨¦simo negocio.
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