M¨²sica de alta calidad y altos precios
Dos jornadas de jazz, a cargo de Wallace Davenport New Orleans all Stars, inauguraron la vigesimosexta edici¨®n del festival santanderino, uno de los tres que nos representan en el mapa de la Asociaci¨®n Europea de Festivales. No es la primera vez que los ciclos de la Porticada cuentan con la m¨²sica de jazz del mismo modo que atendieron y atienden otros aspectos populares o parapopulares. Quiero decir que, incluido el jazz, el presente festival se atiene a las estructuras de los anteriores: buenos conciertos sinf¨®nicos, grandes solistas, ?ballet? en distintas dimensiones y significaciones, algo de teatro dram¨¢tico y el ?estir¨®n? hasta el Santuario de la Bien Aparecida para integrar, siquiera sea ?fuera de abono?, algunas de las audiciones de ¨®rgano y corales que all¨ª se celebran.La sinf¨®nica de RTVE y Mogilewsky
Santander ha acogido con entusiasmo la presencia de la Sinf¨®nica de Radiotelevisi¨®n. Los buenos aficionados, que no son pocos en la capital monta?esa, siguen la labor del conjunto madrile?o a trav¨¦s de las c¨¢maras y micr¨®fonos, pero la presencia directa bien sabemos que es ?otra cosa?, un fen¨®meno distinto. La impresi¨®n general ha sido m¨¢s favorable que la ya positiva formada por audiciones radiotelevisadas. Incluso se han podido verificar los largos avances de la centuria sinf¨®nica con relaci¨®n a anteriores intervenciones en la Porticada. Realmente, los dos programas dirigidos respectivamente por Od¨®n Alonso y Garc¨ªa Asensio han puesto de relieve la gran calidad, la extraordinaria flexibilidad de los ?radiotelevisivos?, lo que se advirti¨®, a modo de llamada en el Voluntary, de Purcell, que abr¨ªa el primer concierto. Jos¨¦ Chicano fue especialmente aplaudido como solista.
Od¨®n Alonso dirigi¨® en la segunda parte la Sinfon¨ªa grande, de Schubert, obra cargada de dificultades de todo g¨¦nero, a empezar por las de un planteamiento capaz de unir lo ?ortodoxo? y lo ?personal?. El mundo schubertiano se alarga en tal c¨²mulo de riquezas, se extiende en un discurso moroso y significativo, que Alonso aliger¨® quiz¨¢ para facilitar la audici¨®n, quiz¨¢ a la vista de una ac¨²stica sui generis como la de la Porticada -a mitad de camino entre el aperto y el local cerrado-, quiz¨¢ obedeciendo a su propio impulso individual. Lo cierto es que su concepto qued¨® tan meridianamente explIcado que resulta dificil negarle validez. Me parece m¨¢s honesto apuntar que se trata de una de las interpretaciones posibles, legitimada por la buena realizaci¨®n, la efusiva expresividad, la l¨®gica discursiva y constructiva y el cuidado minucioso por la belleza de la materia sonora.
Antes, Eugenio Mogilewsky protagoniz¨® el Concierto n¨²mero uno de Tschaikowsky. No hace mucho escrib¨ª sobre este superdotado de la escuela sovi¨¦tica. ?Un fuera de serie -dec¨ªa- entre los fuera de serie.? En Santander todo elogio qued¨® justificado, no s¨®lo por el poder¨ªo t¨¦cnico de Mogilewsky, sino por la gracia creativa, la inspiraci¨®n personal con que nos llegaron unos pentagramas peligrosamente ret¨®ricos. Retorcer el pescuezo a la elocuencia, cuando el pescuezo se llama Tschaikowsky, supone tarea purificadora y, a la vez, b¨²squeda de lo que hay tras el grito antes que entregarse, sin m¨¢s, a gritar. Tschaikowsky diferente, tambi¨¦n ?fuera de serie? por la concepci¨®n de Eugenio Mogilewsky, uno de los grandes del pianismo actual. Triunfo extremado para todos y hasta cierto desencanto por no recibir alg¨²n encore como es usual en las orquestas cuando van de gira.
M¨²sica y econom¨ªa
Hay quien piensa que la tarea del cr¨ªtico empieza y termina con la m¨²sica. Que esto sea lo principal me parece indudable; que con la m¨²sica y tras la m¨²sica existen problemas que no deben olvidarse se me antoja igualmente cierto. No me quedar¨ªa tranquilo si no dijera algo sobre los precios de los conciertos de la RTVE en Santander. S¨¦ muy bien cu¨¢nto cuesta resolver la econom¨ªa de un festival, s¨¦ tambi¨¦n que este a?o la devaluaci¨®n ha creado y crear¨¢ no pocos problemas a la hora de contratar o hacer efectivos los contratos anteriores con artistas extranjeros que no cuentan en pesetas, sino en d¨®lares, marcos o francos suizos. Sin embargo, dado que el festival de Santander no es elitista, m¨¢s a¨²n, que su tradici¨®n se basa en el car¨¢cter popular que el mismo escenario de la Porticada demanda; dado que la Sinf¨®nica de RTVE es una orquesta estatal -esto es, nacional-, aunque resida en Madrid, creo firmemente que, en ning¨²n caso debe actuar en provincias a precios superiores a los del Real. Si ello comporta subvenci¨®n, si la debe pagar tal o cual organismo, es cosa en la que no entrar¨¦. Pero setecientas pesetas -precios de Santander- supone un precio de butaca tan enormemente elevado en comparaci¨®n con el habitual en Madrid, que puede producir hasta irritaci¨®n. Para bien servir a la D de difusi¨®n del ministro Cabanillas, el tema de los precios resulta primordial. As¨ª ha sido posible que el entusiasmo del p¨²blico asistente a la plaza Porticada haya tenido el triste contrapeso de muchos sitios vac¨ªos. Hubo buena entrada, cuando deb¨ªa haberse colocado el ?No hay billetes?.
Algunos aseguran -y la experiencia les da bastante la raz¨®n- que el p¨²blico ?llena? s¨®lo cuando hay Novena sinfon¨ªa o espectaculares oratorios. Raz¨®n de m¨¢s para no crear un nuevo obst¨¢culo con los precios. Promover quiere decir, por lo pronto, dar facilidades. El fondo perdido en dinero puede tornarse fondo ganado en difusi¨®n de la cultura y en igualdad de tratamiento a cuantos espa?oles quieran acceder a ella, vivan en Madrid, Barcelona, Santander, Granada o Palencia.
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