El "Zentrum" cat¨®lico
La verdad es que ten¨ªa el prop¨®sito de no seguir escribiendo sobre la Iglesia y el poder pol¨ªtico, y por eso, como en un caso determinado, el de la carta-art¨ªculo ?Sobre el taranconismo y sus anexos?, a m¨ª dirigida por Miguel Benzo, habr¨ªa sido, descortes¨ªa suma no responder, me apresur¨¦ a hacerlo en carta particular. Este procedimiento no ser¨ªa el adecuado con respecto al nuevo art¨ªculo de Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Patino, ?Divinas impaciencias?, por lo cual, con una cierta pereza -estaba ya en otra cosa- vuelvo sobre el tema eclesi¨¢stico.En primer lugar, para congratularme ante las nuevas maneras. Como me hac¨ªa notar un amigo com¨²n de Patino y m¨ªo, hace veinte a?os, cuando yo proced¨ªa como cat¨®lico sumiso, quiero decir que somet¨ªa mis escritos a la censura eclesi¨¢stica, ello no me evit¨® muy duros ataques e incluso me vali¨® un monitum condenatorio de Roma -evidentemente suscitado desde este pa¨ªs-, referido a un libro que, seg¨²n he contado otras veces, hoy parecer¨ªa, incluso a los m¨¢s conservadores, mesurado y razonable. Y en cambio ahora, cuando yo tambi¨¦n he pasado por el proceso de secularizaci¨®n, consiguiente distanciamiento de las estructuras eclesi¨¢sticas y denuncia que, en mi caso, no me atrever¨ªa a llamar ?prof¨¦tica?, como caritativamente la juzga Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez Ruiz, se me llama, con lenguaje pemaniano, divino impaciente. Pero no, mi paciencia, si la hay, es meramente humana, es laica, es pol¨ªtica.
Tras el nuevo art¨ªculo de Patino veo que estamos mucho m¨¢s de acuerdo de lo que pens¨¦. En su pensamiento no se trata de la desaparici¨®n del poder pol¨ªtico, sino de la sustituci¨®n de la antigua y tradicional manera de ejercerlo por otra. S¨ª, reconozco que he entendido, ingenuamente, mal. La jerarqu¨ªa se dispone ahora a ?coejercitar? el poder mediante modos m¨¢s sutiles que los de anta?o. ?Modos muy modernos? Relativamente. Al haber dejado en libertad de votar, rechazando a la vez los partidos confesionales, dec¨ªa yo que ha perjudicado a la izquierda cat¨®lica moderada, pero como no me duelen prendas agregar¨¦ que tambi¨¦n ha perjudicado a la ultraderecha cat¨®lica. Es decir, que ha optado por el llamado centro. Pero esa pol¨ªtica eclesi¨¢stica del llamado centro o, para decirlo en alem¨¢n y que quede m¨¢s claro, de Zentrum cat¨®lico, es hist¨®ricamente anterior, m¨¢s anticuada y por supuesto m¨¢s de derecha que la democristiana. Esto debe quedar bien puntualizado. Que la jerarqu¨ªa, al proceder as¨ª, haya usado de una ?estrategia de evoluci¨®n? bajo la cual latir¨ªa una ?realidad de ruptura? es cosa de la que ni entiendo ni quiero entender. Quien suela leer mis art¨ªculos sabe de sobra que yo no entro en materia de estrategias pol¨ªticas.
Si del pragmatismo pol¨ªtico pasamos ahora al otro extremo, el estrictamente doctrinal, debo confesar a Patino que, pese a ser profesor de ¨¦tica, no s¨¦ qu¨¦ es eso de ?¨¦tica cat¨®lica?, o de ¨¦tica cristiana. En este punto, y aun cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez Ruiz no lo entendiese as¨ª, sin duda por culpa m¨ªa o, mejor, por la imposibilidad de decir todo en un art¨ªculo, estoy de completo acuerdo con ¨¦l en que a la fe cristiana no correspond¨¦ una cultura -ni, por tanto, una moral- determinada, sino muchas. La fe cristiana, mientras fue culturalmente fecunda, alumbr¨® tipos de moral tan diferentes como la claustral en sus muchas variedades, mon¨¢stica, conventual mendicante, la militante en el mundo al modo jesu¨ªtico, la moral luterano-existencial, la moral calvinista y puritana del ascetismo mundano, etc¨¦tera. Lo que lamento es que hoy el cristianismo haya perdido esa capacidad generadora de cultura y, concretamente, de moral. Pues, en efecto, para m¨ª no son creativos movimientos tales como el de los Propagandistas y el Opus Dei, ni el de la predicaci¨®n, un tanto tard¨ªa, de la ?sana sexualidad? cristiana. En cuanto a los ?cristianos por el socialismo?, aunque me sienta cerca de ellos, el impulso renovador de un genuino cristianismo, es evidente que no les ha venido de ¨¦ste, que estaba ah¨ª esperando, desde hace casi 2.000 a?os, sino del socialismo.
Si ahora, dejando los extremos, llevamos la discusi¨®n al intermedio plano sociol¨®gico, advertimos que las ¨²nicas fuerzas sociales cat¨®licas que operan abiertamente como tales son la jerarqu¨ªa, el Zentrum cat¨®lico favorecido por ella, la Democracia Cristiana y, por ahora, m¨ªnimamente, esas ?comunidades? a las que alude Patino, no sin agregar, no s¨¦ con qu¨¦ grado de reserva mental, que sus miembros act¨²an ?con el nombre de cristianos?. (Los nuevos te¨®logos espa?oles creo que ?carecen de importancia? pol¨ªtica, salvo en la medida en que proporcionan bases te¨®ricas a alguna de las fucrzas citadas.) Pero junto a esas fuerzas, que confiesan lo que son, hay dos ?asociaciones? que, encubiertamente, constituyen poderes pol¨ªticos: el Opus dei y los Propagandistas.
Del Opus dei se ha hablado mucho. De los Propagandistas no tanto como ser¨ªa menester. Hay un libro, publicado por Ruedo Ib¨¦rico en Par¨ªs, que no conozco. Est¨¢ haciendo mucha falta, en Espa?a, un buen estudio sobre ellos. Al llegar aqu¨ª respondo ya m¨¢s bien a Miguel Benzo. Como ya le dec¨ªa privadamente, ¨¦l tend¨ªa a hacerme ver a m¨ª a los Propagandistas como en el colegio me hac¨ªan ver a los masones. No he hablado para nada de ?conspiraciones? (Hay quien, al parecer con buena informaci¨®n, habla de muchas y muy concretas ?conversaciones entre obispos y pol¨ªticos Propagandistas, pero yo no me dedico al periodismo sensacionalista.) Ahora bien, decir que Adolfo Su¨¢rez, cuando fue designado por primera vez, llam¨® a su amigo Alfonso Osorio, el cual le propuso unos nombres que dio la casualidad de que eran de Propagandistas, pero que interven¨ªan en pol¨ªtica estrictamente a t¨ªtulo privado, se parece demasiado a las respuestas a las que, en casos semejantes, nos tiene harto acostumbrados el Opus dei. Y, sin embargo, creo, de acuerdo ahora con Benzo, que no hace falta recurrir a la hip¨®tesis del ?misterio? y la ?conjura?. Jerarqu¨ªa y Propagandistas marchan pol¨ªticamente de consuno porque son los mismos, porque pertenecen a la misma subcultura clerical, porque existe entre ellos una coincidencia previa. Por lo dem¨¢s, es sabido que en los estatutos de los Propagandistas -estatutos ahora, seg¨²n parece, en v¨ªas de renovaci¨®n- se establec¨ªa, como de rigor, el servicio a la Iglesia personificada en la jerarqu¨ªa y la necesaria licencia de ¨¦sta para la aceptaci¨®n de cargos p¨²blicos. La jerarqu¨ªa, ciertamente, ha evolucionado, por supuesto con prudencia pol¨ªtica -es lo que llamo taranconismo- a posiciones menos cerradas, m¨¢s sedicentemente centristas (seg¨²n el modelo del vetusto Zentrum). Y ahora se tratar¨ªa de la jubila ci¨®n de los viejos Propagandistas y su reemplazo por los j¨®venes Propagandistas-suarecistas. Supongo que mi amigo Miguel Benzo est¨¢ contribuyendo a este giro, y lo celebro. Pero sin exagerar.
Por otra parte, los j¨®venes y quienes nos sentimos cerca de ellos, tendemos a exagerar el ?nivel de secularizaci¨®n? de Espa?a. Es lo que, dir¨ªa yo, le ocurri¨® en su art¨ªculo a Juli¨¢n Santamar¨ªa. Ni en la ¨¦poca de Aza?a, ni siquiera ahora, ?Espa?a ha dejado de ser cat¨®lica?. Entre nosotros queda todav¨ªa mucho catolicismo, y todavia m¨¢s del que se suele denominar ?sociol¨®gico?. Y por eso, quiera o no -y todo parece indicar que s¨ª quiere- la jerarqu¨ªa, con sus ?anexos?, conserva un poder pol¨ªtico.
En fin, y para resumir nuestro contraste de posiciones en muy pocas palabras: los art¨ªculos de Patino son, seg¨²n mi lectura, eminentemente pol¨ªticos y pretenden estar en la l¨ªnea, como ¨¦l mismo declara, de una ?estrategia de evoluci¨®n? conducente, seg¨²n se dice, a la ruptura real. (Pero ?no es as¨ª como definir¨ªa su pol¨ªtica el propio Su¨¢rez?) Los m¨ªos son escritos por un hombre voluntariamente marginado de la ?pol¨ªtica?, porque estoy en otra cosa. Que, naturalmente, es tambi¨¦n, sin comillas, pol¨ªtica.
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