El cuadro pertenece al pueblo espa?ol
Conversaci¨®n con Jos¨¦ Mario Armero
De un tiempo a esta parte, y por obvias razones de liberalizaci¨®n, el tema del Guernica viene recobrando inusitada actualidad. Las declaraciones de Josep Renau y de Jos¨¦ Mario Armero, la reciente publicaci¨®n del libro de R. Arnheim, la solicitud del pueblo de Guernica al cumplirse el cuarenta aniversario del bombardeo que dio pie a la obra de Picasso, el escrito de Fernando Mor¨¢n, a la cabeza de un grupo de intelectuales, la petici¨®n formulada en el Senado, por Justino Azc¨¢rate, las conversaciones iniciadas entre el nuevo ministro de Cultura y la embajada norteamericana..., traen a primer plano el tan discutido problema, al que nos ha parecido oportuno dedicar estas dos p¨¢ginas monogr¨¢ficas.Conocido hombre p¨²blico, prestigioso abogado y presidente de la agencia Europa Press, Jos¨¦ Mario Armero es, adem¨¢s, afanoso humanista y promotor de humanismo, buen catador del arte y uno de los m¨¢s atentos coleccionistas (aunque ni le llena ni le place el t¨¦rmino) de pintura contempor¨¢nea. Suya es tambi¨¦n una holgada colecci¨®n de carteles pol¨ªticos y la m¨¢s completa, quiz¨¢, de postales (igualmente pol¨ªticas) de cuantas existen hoy en Espa?a. Desde hace unos a?os, y por cuenta y riesgo propios, dio en remover y aclarar el tan tra¨ªdo, llevado y nunca resuelto asunto del Guernica.
EL PAIS: Comencemos por el final. ?Cree usted que el Guernica vendr¨¢ a Espa?a en breve plazo?
Jos¨¦ Mario Armero: S¨®lo puedo decir por ahora que en los dos frentes decisivos en que se est¨¢ librando la batalla (el Museo de Arte Moderno de Nueva York, presidido por William Rubin, y la familia Picasso, representada por el abogado Dumas) se reconoce, por vez primera, la leg¨ªtima propiedad de Espa?a sobre el famoso cuadro. Y ello constituye ya un paso firme hacia la debida restituci¨®n.
EL PAIS: ?Desde cu¨¢ndo y por qu¨¦ viene usted ocup¨¢ndose del controvertido asunto?
J. M. A.: Desde hace unos cuatro a?os y por sola afici¨®n a los problemas de la cultura, en general, y, en particular, del arte, aparte de obvias razones de patriotismo o de simple conducta ciudadana. Puedo agregar que, como abogado, nadie me ha encomendado el caso, o que se trata de una causa sin cliente.
EL PAIS: ?Influy¨® su primera entrevista con Josep Renau?
J. M. A.: Ese fue el comienzo. Acud¨ª a Renau para tratar de desenmara?ar, desde sus or¨ªgenes, la madeja, aunque tambi¨¦n me guiara a dialogar con nuestro gran cartelista mi afici¨®n al trato con los exiliados.
EL PAIS: ?Otra faceta de su probado coleccionismo?
J. M. A.: S¨ª, por as¨ª decirlo, aunque el t¨¦rmino no me agrade, ni creo que sea el m¨¢s adecuado a una circunstancia tan de lamentar. Desde hace no pocos a?os he venido cultivando el trato con los tristemente proscritos por la guerra civil. Si de colecci¨®n puede hablarse, sin duda que la m¨ªa es una de las m¨¢s completas. Mi relaci¨®n con Renau se produjo, inicialmente, por v¨ªa epistolar. El trato personal data de hace, aproximadamente, a?o y medio, en Berl¨ªn, y me complace haber influido en la legalizaci¨®n, aunque su pasaporte siga siendo mexicano, de su retorno a Espa?a..
EL PAIS: El cargo de director general de Bellas Artes que Renau ostent¨® en el ¨²ltimo per¨ªodo de la Rep¨²blica ?entra?aba ese punto de partida?
J. M. A.: Efectivamente. Fue el quince, en nombre del Gobierno constitucional, encomend¨® a Picasso la ejecuci¨®n de un gran mural en torno a nuestra guerra civil y con destino al pabell¨®n espa?ol de la Exposici¨®n Internacional de Par¨ªs del a?o 37. Por razones t¨¦cnicas, lo que hab¨ªa de ser un fresco concluy¨® en el c¨¦lebre lienzo que hoy sigue en Nueva York, y, por ciertas circunstancias pol¨ªticas, el inicial y gen¨¦rico argumento antibelicista termin¨® por acomodarse a la escena concreta (el bombardeo de la villa de Guernica) que hoy representa.
EL PAIS: ?Cu¨¢les fueron esas circunstancias pol¨ªticas?
J. M. A.: Fundamentalmente, una: el hecho de que el bombardeo se viera llevado a cabo por las fuerzas alemanas. La prensa extranjera (la francesa, especialmente, y tambi¨¦n la yanqui) destac¨® con may¨²sculas la brutal injerencia hasta convertirla en mito. Otro tanto ocurri¨® con el ataque a la ciudad de Almer¨ªa, perpetrado por un barco alem¨¢n, pese a que resultasen escasas las v¨ªctimas, en el caso de que las hubiera. Sucesos, por el contrario, de an¨¢loga o mayor gravedad, como las matanzas de Badajoz, no adquirieron, por no haber mediado las tropas del Tercer Reich, semejante relieve internacional. En cualquier caso, Picasso y los otros espa?oles de Par¨ªs quedaron hondamente impresionados por la cat¨¢strofe de Guernica, y de ah¨ª el t¨ªtulo de este cuadro protot¨ªpicamente antibelicista.
EL PAIS: El mero hecho de hab¨¦rselo encargado a Picasso el Gobierno constitucional ?significa, sin m¨¢s, que el cuadro es de Espa?a?
J. M. A.: No. No hay un documento oficial que lo acredite.
EL PAIS: ?De nada vale la constancia de algunos testigos, como Jos¨¦ Luis Sert y Luis Lacasa, proyectistas del pabell¨®n espa?ol, Josep Renau, director general de Bellas Artes, Jos¨¦ Gaos, comisario oficial de la exposici¨®n, Jos¨¦ Bergam¨ªn, Juan Larrea..., u otras personalidades extranjeras, vinculadas al suceso, como Tristan Tzara, Alexander Calder, Louis Aragon, Paul Eluard, Jean Cassou...? ?Tampoco sirve el documento esgrimido por el mismo Renau, basado en una carta de Max Aub y acreditativo, incluso, de la suma entregada a Picasso?
J. M. A.: Obra en mi poder fotocopia de esa carta y conozco el testimonio directo de muchos de esos tan significados personajes. S¨¦, igualmente, que la Rep¨²blica se comprometi¨® a compensar a los artistas, y as¨ª lo hizo, en cuanto a trabajo y materiales. En atenci¨®n a tal compromiso, Picasso recibir¨ªa la suma a que Max Aub se refiere, aunque de ello no haya certificado oficial (el entonces director general de Rentas, Crescenciano Aguado, s¨ª lo reconoce), ni de ello queda deducir que Picasso renunciara ala propiedad del cuadro.
EL PAIS: ?Lo confirma el hecho escueto de que fuese el propio Picasso el que, con el oportuno documento legal, hiciera el dep¨®sito del Guernica al museo de Nueva York?
J. M. A.: El dep¨®sito y, sobre todo, la donaci¨®n, igualmente acreditada mediante documento oficial, del Guernica al pueblo espa?ol. Y est¨¢ claro que ¨²nicamente quien es due?o de una cosa puede donarla legalmente.
EL PAIS: ?Qu¨¦ relevancia tiene hoy la cl¨¢usula con que Picasso condiciona al restablecimiento de la Rep¨²blica la restituci¨®n del Guernica?
J. M. A.: ?No poco se ha jugado con la ya c¨¦lebre cl¨¢usula a la hora de desentenderse o negarse tajantemente a hacer efectiva la restituci¨®n! Hoy esa cl¨¢usula no tiene sentido. Los dos frentes a que antes alud¨ª (el Museo de Arte Moderno de Nueva York y la familia Picasso) entienden, interpretando los deseos del pintor (!un tanto peregrino eso de interpretar deseos ajenos!), que las condiciones democr¨¢ticas existentes actualmente en Espa?a se avienen de lleno al esp¨ªritu del documento redactado por Picasso.
EL PAIS: ?De d¨®nde, pues, proceden demoras y escamoteos?
J. M. A.: Interpretando, otra vez, los deseos de Picasso, el abogado Dumas ha tenido a bien agregar una nov¨ªsima cl¨¢usula, en principio admisible pero jam¨¢s suceptible de verse sometida a plazo caprichoso o arbitrario vencimiento.
EL PAIS: ?De qu¨¦ cl¨¢usula se trata?
J. M. A.: Se exige ahora que la naciente democracia se vea consolidada, lo cual no me parece mal, y se propone, lo que se me ocurre el colmo de la arbitrariedad, un plazo de diez a?os.
EL PAIS: ?En qu¨¦ funda el abogado Dumas, y con ¨¦l la familia Picasso y el Museo de Nueva York, la credibilidad de nuestra incipiente democracia?
J. M. A.: En el reconocimiento y legalizaci¨®n de los partidos pol¨ªticos, en general, y en la particular inclusi¨®n del Partido Comunista, del que Picasso, como es sabido, era miembro.
EL PAIS: Y si a tal legalizaci¨®n quedaba condicionado el punto crucial del problema, ?no conviene que sean los propios partidos pol¨ªticos los que (todos a una) den con la soluci¨®n?
J. M. A.: Ese es, a juicio, el camino de la eficacia, y por ah¨ª (antes y por encima del Gobierno) deben encauzarse los prop¨®sitos de todos (!todos!) los partidos. En tal sentido, la reciente y feliz intervenci¨®n de Justino Azc¨¢rate en el Senado debe ser urgentemente secundada y acrecida por todas las fuerzas pol¨ªticas, o por las provistas, al menos, de voz y voto.
EL PAIS: ?Influy¨® la muerte del general Franco en el cambio de intenciones respecto a la posible restituci¨®n del Guernica?
J. M. A.: Decisivamente. A los pocos d¨ªas de su fallecimiento, Herschel B. Chipp, profesor de Historia del Arte en la Universidad de Berkeley, en California, urg¨ªa, en las p¨¢ginas del New York Times, a la devoluci¨®n del Guernica por parte del Museo de Nueva York, resultando poco convincentes las objeciones que, a t¨ªtulo de respuesta, dejaba escritas William Rubin en el mismo peri¨®dico. Y no olvidemos que el profesor Chipp ha entregado y sigue entregando su vida a la causa de la celebrada obra picassiana.
EL PAIS: Usted, que ha escrito sobre el tema en la prensa de aqu¨ª y de all¨¢ de las fronteras, que ha hablado con los responsables de la Rep¨²blica, con la familia Picasso, con el abogado Dumas, con William Rubin, director del museo neoyorquino, con representantes, incluso, de las Naciones Unidas... ?ha encontrado alguna facilidad, dentro de tanta y tanta oposici¨®n?
J. M. A.: Escasas. Al igual que escrib¨ª en nuestra prensa con el ¨¢nimo de sensibilizar, en torno al caso, al pueblo espa?ol, intent¨¦ hacerlo, para sensibilizar al p¨²blico norteamericano, en las p¨¢ginas del New York Times. Y si en otras ocasiones abundaron las facilidades, en ¨¦sta brillaron por su ausencia. No por ello dej¨¦ de ocuparme ampliamente del tema en el Christian Science Monitor, diario, eminentemente, de opini¨®n, equivalente, en muchos aspectos, a EL PAIS. Cabe decir que frerite al establishment de la ciudad de Nueva York (en el que no s¨®lo cuentan intereses materiales, sino pr¨ªncipios de cultura y ¨¦tica ciudadana), hay otros sectores propicios a la feliz soluci¨®n del problema.
EL PAIS: Al margen de la solicitud conjunta, del lado de nuestros partidos pol¨ªticos, ?qu¨¦ otras actitudes o propuestas juzga usted viables en el momento actual?
J. M. A.: La primera de ellas, lograr que el Guernica salga cuanto antes del Museo de Arte Moderno de Nueva York. En este sentido, suscribo ¨ªntegramente el atinado escrito de Fernando Mor¨¢n y otros intelectuales en el que se propon¨ªa el iraslado del ya m¨ªtico cuadro picassiano a la sala del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. A partir de ah¨ª, ya ver¨ªamos.
EL PAIS: ?Y el Gobierno?
J. M. A.: Lo ¨²nico que debe hacer el Gobierno es ejercer alguna f¨®rmula de posesi¨®n, o solicitar formalmente la devoluci¨®n. Y nada m¨¢s. La burocracia y la diplomacia oficial no son las v¨ªas m¨¢s eficaces en casos como ¨¦ste.
EL PAIS: ?Dejarse fotografiar, por ejemplo, delante del Guernica?
J. M. A.: Hasta ahora, y a lo largo de cuarenta a?os, no lo ha hecho ni un solo ministro.
EL PAIS: Ya est¨¢ el Guernica en Espa?a. ?D¨®nde debe colgarse y quedar definitivamente expuesto?
J. M. A.: En el museo del Prado. No hay duda al respecto. Si todo el complejo proceso de devoluci¨®n (trabas y m¨¢s trabas incluidas) se viene subordinando a la interpretaci¨®n de los deseos de Picasso, en lo tocante a su destino las intenciones dan paso a los hechos. Es el propio Picasso quien condiciona, literalmente, el retorno del Guernica a su instalaci¨®n en las salas del Museo del Prado.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.