Conceptos b¨¢sicos en torno al "centro hist¨®rico"
Los centros hist¨®ricos, los monumentos y las obras de arte son la herencia que emerge de una fase cronol¨®gica anterior, -en la cual los contrastes de la situaci¨®n actual -entre ¨¢reas de baja y alta densidad de poblaci¨®n, entre barrios regulares, chozas y rascacielos- todav¨ªa no hab¨ªan salido a flote. Si la gesti¨®n actual, que se caracteriza por estos contrastes, debe ser rechazada y combatida, lo que queda de la gesti¨®n anterior ser¨¢ la ¨²nica parte aceptable del patrimonio instalado actual, ya que esa parte demuestra que el mecanismo actual de desarrollo no es el ¨²nico posible y se debe conservar, junto con el ambiente natural, como el ¨²nico punto de apoyo desde el cual se podr¨ªa ir hacia el futuro, para construir un nuevo sistema de asentamientos m¨¢s justo y m¨¢s humano.Seg¨²n esta perspectiva, los centros hist¨®ricos, los monumentos y las obras de arte son a la vez un residuo del pasado y un adelanto del futuro. Deben ser conservados como acto de respeto hacia los, antecesores del actual desarrollo y como un acto de fe hacia un desarrollo alternativo que todav¨ªa no existe, pero que es culturalmente necesario y t¨¦cnicamente posible, aun cuando contraste con el sistema de los intereses vigentes.
Si se acepta este planteamiento, los centros hist¨®ricos, los monumentos y las obras de arte deben ser tratados como fragmentos de un tejido org¨¢nico. en parte desaparecido, y, por tanto, preservables con toda su carga de valores art¨ªsticos, humanos e hist¨®ricos, de contemplaci¨®n y de uso, de forma y de vida. En fin, no pueden ser transformados en simples manufacturas que se colocan en un museo (encerrados o al aire libre), sino que deben permanecer como organismos vivientes y habitados, en los cuales se puede custodiar -adem¨¢s de las formas y los colores- las costumbres y los comportamientos heredados del pasado.
Si su contenido humano se pierde, cesan de representar y de adelantar un sistema alternativo de asentamientos y son atra¨ªdos por el sistema vigente, como piezas complementarias sujetas a su l¨®gica y a sus intereses.
La conservaci¨®n de los centros hist¨®ricos como organismos unitarios, formados por un ambiente f¨ªsico y un cuerpo social integrados entre s¨ª, adquiere un valor construct¨ªvo con relaci¨®n a los asentamientos aleda?os, es decir, que vale como inicio y como muestra de un programa de remodelaci¨®n y de recuperaci¨®n de todo el patrimonio de los asentamientos actuales. El proceso de la restauraci¨®n urbana -que debe empezar por las casas, y debe garantizar a los habitantes la igualdad de las condiciones residenciales- puede ser extendido despu¨¦s a los barrios degradados de la periferia y a los barrios irregulares, a¨²n m¨¢s afuera.
Todos los que han estudiado seriamente el problema de las barriadas -desde John F. C. Turner, hasta Ivan Illich- han reconocido el enlace (v¨ªnculo) estructural entre el mecanismo de crecimiento de la ciudad regular y de la ciudad irregular. La gesti¨®n actual define como irregulares los asentamientos espont¨¢neos que los emigrantes construyen por s¨ª mismos y, al mismo tiempo, les impide construir asentamientos diferentes. Las caracter¨ªsticas de los asentamientos regulares seimponen como modelos obligados, pero inalcanzables para la mayor parte de la poblaci¨®n.
La pr¨¢ctica de la restauraci¨®n de las casas antiguas -que en muchos casos son precisamente las barriadas invisibles, escondidas detr¨¢s de las paredes de las calles antiguas- es una intervenci¨®n que se escapa a este contraste y puede volverse un campo de experimentaci¨®n -sociol¨®gico y tecnol¨®gico- para superar, en resumen, la divisi¨®n vigente entre las dos ciudades.
El desarrollo de estas consideraciones puede dar nueva luz, no s¨®lo sobre los problemas espec¨ªficos de las sociedades suramericanas, sino tambi¨¦n sobre los Problemas generales de la conservaci¨®n de los centros hist¨®ricos.
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