El "romance" de la maestra de Sussex apasiona y perturba a los gleses
La historia del romance entre una maestra de escuela de Sussex, Inglaterra, y su alumno de once a?os, apasiona y perturba a los ingleses. Toda la prensa, la del coraz¨®n, la popular y la seria, han dedicado amplio espacio al tema, en el que se hallan complicados otros estudiantes, un polic¨ªa -que es el padre del ni?o protagonista- y un fiscal cuyas preguntas quedaron registradas ayer, en detalle en un diario tan formal como el Daily Telegraph.
La maestra -Sandra Mayhew, ha negado que haya tenido relaciones sexuales con el muchacho, quien insiste que esos contactos no s¨®lo se produjeron una vez sino que ten¨ªan efecto cada semana, los viernes antes de las seis, al final de sus entrenamientos futbol¨ªsticos. Para demostrar el car¨¢cter del romance, que dur¨® nueve meses del a?o pasado, el alumno, que ahora tiene doce a?os, ha descrito el color del vello p¨²bico de la maestra, una cicatriz en el abdomen y un lunar en el trasero.Lo que ocurre, dice Sandra Mayhew, una rubia de -veintis¨¦is a?os que ha acudido al juzgado vestida de color claro y acompa?ada de su marido, Keith, un empleado p¨²blico, es que ella sufri¨® una operaci¨®n de apendicitis y el vello p¨²bico siempre le ha crecido desproporcionadamente. Tanto esos detalles como el lunar del que habl¨® el muchacho se pueden apreciar cuando ella est¨¢ en bikini. Muchas veces la maestra llev¨® a sus disc¨ªpulos a la piscina, para ense?arles nataci¨®n. Ese pudo ser el lugar y el momento de los descubrimientos hechos por el alumno, que ha sido actor en su escuela y que ha interpretado en una ocasi¨®n el papel de Oliver Twist, el personaje de Dickens.
Otros ni?os en la historia
Han aparecido otros ni?os en la historia. Al menos dos han alegado que Sandra Mayhew les besaba en los labios cuando ambos la visitaban. Era una costumbre que se repet¨ªa cuando llegaban y sal¨ªan. No hab¨ªa nada m¨¢s. En el caso del alumno de once a?os que ha explicado sus presuntas relaciones sexuales con la maestra hubo detalles m¨¢s profundos. El fiscal ha querido conocerlos, presionando a la maestra para que ella misma describiera lo ocurrido: ?Hubo al guna vez coito entre ustedes? No, absolutamente no, respondi¨® Sandra. ?Se produjo entre ustedes algo parecido a lo que ¨¦l ha descrito? ?Se besaban apasionadamente? No, seguro que no, fue de nuevo la respuesta de la maestra. ?Introdujo usted alguna vez su lengua en la boca de ¨¦l? No, ciertamente no, volvi¨® a decir Sandra Mayhew.Los rasgos er¨®ticos del interrogatorio llenan las p¨¢ginas de los diarios populares. Hasta ayer no se sab¨ªa muy bien c¨®mo este hecho salt¨® a la luz p¨²blica y c¨®mo los padres del protagonista principal conocieron que pod¨ªa haber algo entre la maestra y el ni?o. La respuesta est¨¢ en el car¨¢cter investigador del padre, que es polic¨ªa. Un d¨ªa el muchacho lleg¨® a su casa con problemas urinarios. El padre pens¨® que ten¨ªan origen ven¨¦reo. Era, seg¨²n su apreciaci¨®n, lo que los ingleses llaman VD, Venereal Disease. una enfermedad ven¨¦rea. Interrog¨® a su hijo ?de la manera que hubiera usado para interrogar a un criminal?, dedujo que hab¨ªa tenido contactos con chicas y termin¨® ratificando lo que luego el muchacho cont¨® formalmente ante el juez: sus relaciones sexuales se produjeron con la maestra. El padre cancel¨® las visitas, la madre le dijo a la profesora que ella sabr¨ªa por qu¨¦ el alumno no la iba a ver ya.
El m¨¦dico que estudi¨® las molestias del muchacho no refrend¨® los temores del padre sobre el car¨¢cter ven¨¦reo de la dolencia de su hijo. Puede pasar que sean las relaciones sexuales las que transmitan la infecci¨®n que sufr¨ªa, pero puede haber otras causas, dijo el doctor en el juzgado. Siete de cada 100.000 chicos pueden padecer tales molestias, indicios de sangre en la orina antes de alcanzar la pubertad, y a veces ocurre que no hay origen claro que justifique tal anomal¨ªa.
Para el padre, el testimonio del m¨¦dico debi¨® resultar perturbador, porque contradec¨ªa su experiencia: ?los s¨ªntomas se asemejaban a los de una enfermedad ven¨¦rea. Estuve destinado una vez en las Fuerzas A¨¦reas Brit¨¢nicas en Singapur y all¨ª se nos instruy¨® muy bien en los s¨ªntomas de VD.
La camarader¨ªa escolar en el centro donde ense?aba Sandra Mayhew era ejemplar. Al final, cuando sus alumnos, entre ellos el protagonista de esta historia, tuvieron que pasar a otros cursos superiores, hubo una despedida en la que se produjeron l¨¢grimas, aut¨®grafos y promesas. A partir de entonces, las visitas semanales o quincenales a la maestra no se interrumpieron. Las m¨¢s frecuentes eran las de este muchacho. Cuando dej¨® de ir, Sandra Mayhew se lo coment¨® a la madre y ¨¦sta aconsej¨® a su hijo que la fuera a ver de vez en cuando.
El muchacho era un chico malhumorado, silencioso y poco sociable, seg¨²n la descripci¨®n de la maestra. No era un car¨¢cter muy especial. Ella no deseaba fervientemente sus visitas ni las rechazaba. Insisti¨® en que se produjeran porque le preocupaban informaciones sobre los h¨¢bitos fumadores que su ex alumno hab¨ªa adquirido. En una ocasi¨®n, el chico fue a verla con su hermana.
Un problema entre trescientos
Sandra Mayhew puede ser condenada por corrupci¨®n de menores. Se ha sugerido en el juzgado que quiz¨¢ el muchacho ha exagerado y que todas las acusaciones que ha hecho son producto de una imaginaci¨®n, que por otra parte la maestra no hab¨ªa descubierto en ¨¦l durante sus meses escolares.En Inglaterra la edad del consentimiento sexual se limita en los diecis¨¦is a?os. Las penas que se producen por transgredir la norma son graves. El ¨²ltimo caso que recordamos es el de un hombre condenado a siete a?os de prisi¨®n por haber tenido contactos sexuales con una menor de edad con respecto a ese l¨ªmite. La chica, de catorce a?os, ten¨ªa una figura cuyas dimensiones fueron se?aladas en el juzgado para justificar la imposibilidad de distinguir entre su f¨ªsico y el de una joven de diecisiete o de veintitr¨¦s. Cuarenta y dos era la dimensi¨®n de su busto. No es muy corriente que las acusadas, como en el caso de Sandra Mayhew, sean mujeres.
El juicio en el que ella ha tenido que defenderse de lo que se denominar¨ªa pederastia con premeditaci¨®n y alevos¨ªa no se pod¨ªa haber producido en un momento m¨¢s oportuno, o inoportuno, seg¨²n desde donde se mire.
Ha coincidido con la controversia creada por los trescientos miembros de una sociedad llamada Paedophile Information Exchange (PIE), dedicada al intercambio de informaci¨®n entre ped¨®filos, que es el nombre que ellos dan a quienes en los diccionarios se llama pederastas. Entre ellos hay personalidades del mundo de la pol¨ªtica y la educaci¨®n. El presidente ocupaba un cargo importante en la Universidad a Distancia brit¨¢nica y ahora est¨¢ en per¨ªodo de excedencia, pero no porque la Universidad le haya impedido continuar sus actividades acad¨¦micas. M¨¢s all¨¢ del consentimiento, los miembros de PIE son m¨¢s avanzados que otras organizaciones que piden la reducci¨®n del l¨ªmite en la edad del consentimiento sexual. Ellos no quieren barreras. Londres est¨¢ lleno de librer¨ªas er¨®ticas donde se pueden comprar revistas en las que los protagonistas suelen ser ni?os menores de diez a?os. En sus reivindicaciones, PIE ha recibido apoyo de asociaciones de homosexuales, aunque en general su prop¨®sito de celebrar una asamblea abierta en la que se discutieran estrategias para hacer valer sus opiniones ha causado una profunda indignaci¨®n en la sociedad brit¨¢nica. Varios hoteles les han cerrado las puertas, pero ellos insisten en que la asamblea se efectuar¨¢ y que un pol¨ªtico holand¨¦s, el diputado Edward Brongersma, experto en sexualidad infantil, va a ser uno de los oradores.
A pesar de las negativas de centros hoteleros a permitir tal reuni¨®n en sus locales, PIE quer¨ªa seguir adelante y para hoy tienen previsto celebrar el congreso. Va a ser secreto, pero sus conclusiones se har¨¢n p¨²blicas. De hecho no hace falta porque ya se sabe el prop¨®sito: presionar para que el amor, con sus componentes f¨ªsicos, sea legalmente posible a cualquier edad, por muy tierna que ¨¦sta sea. Para los brit¨¢nicos la sugerencia no puede ser m¨¢s perturbadora.
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