La izquierda francesa intensifica sus acusaciones mutuas
La degradaci¨®n de relaciones entre socialistas y comunistas se acentu¨® durante el ¨²ltimo fin de semana, tras la ruptura de las negociaciones, el jueves pasado, sobre la actualizaci¨®n del ?programa com¨²n? para los comicios legislativos de marzo de 1978. Las intervenciones p¨²blicas de los l¨ªderes de los dos partidos, Fran?ois Mitterrand y Georges Marchais, en apariencia al menos, no han dejado lugar para un posible compromiso.
En un debate p¨²blico sin precedentes, cada formaci¨®n explica y justifica ante los electores sus posiciones, intentando responsabilizar ?al otro? de la eventual explosi¨®n oficial de la ?Uni¨®n de la Izquierda?. Mientras una mayor¨ªa aplastante de electores comunistas desean que el PCF suba al poder con los socialistas y radicales de izquierdas.Mil veces, a lo largo del fin de semana, Marchais y Mitterrand, coreados por sus lugartenientes, han exclamado y dramatizado (en particular el l¨ªder comunista) hasta bordear la caricatura: ?Nosotros, los comunistas, queremos llegar alpoder, pero con un buen programa?. Y los socialistas, seg¨²n palabras textuales de Mitterrand: ?Ni formaremos un Gobierno homog¨¦neo, "a lo Soares", ni nos aliaremos con la derecha.?
?La l¨ªnea Cunhal forz¨®, quiz¨¢, la l¨ªnea Soares, pero la l¨ªnea Marchais no cambiar¨¢ a los socialistas, que no se separar¨¢n de la direcci¨®n que se fijaron en 1972.?
Ruedas de prensa, discursos, seis millones de ejemplares, ayer, de una p¨¢gina especial del diario comunista, L'Humanite, lucha callejera entre militantes de ambos partidos para explicar sus posiciones y de paso, entre ellos, tirarse los trastos a la cara. Pero la contradicci¨®n entre la inocencia y las buenas intenciones que predica cada cual, y la intransigencia absoluta cuando se trata de ceder en el tema central de divergencia (las nacionalizaciones), obliga a los comentaristas y a los franceses a dudar seriamente sobre los proyectos futuros de los unos y de los otros.
Sobre el porvenir inmediato se espera que digan algo: la conferencia de prensa de Mitterrand, el jueves, y el discurso de Marchais, el mismo d¨ªa, en un mitin preparado por el PCF. Entre tanto, ayer, fuentes bien informadas nos aseguraron que la central socialista autogestionaria, CFDT, propondr¨ªa un compromiso de manera m¨¢s o menos inmediata. En estos medios se estima que, tras la ruptura de la semana pasada, comunistas y socialistas, en privado, no han dejado de asegurar que desea un arreglo.
Los entrebastidores
Las dificultades se centrar¨ªan en las nacionalizaciones y en el reparto del poder si llegasen al Gobierno. El PCF no quiere s¨®lo dotarse de los medios necesarios (la nacionalizaci¨®n de las 720 filiales de los nueve grupos industriales que pasar¨ªan al sector p¨²blico) para dominar el poder econ¨®mico, sino que quiere tambi¨¦n ?contar a la hora de repartirse el poder pol¨ªtico. Los socialistas, en estas manifestaciones privadas, parece que han expresado los mismos deseos, pero no consideran necesarios los medios que exige el PCF.Los entrebastidores de las dificultades oficiales tambi¨¦n ser¨ªan elementos de peso en esta crisis cada d¨ªa m¨¢s grave. Si ?la mano de Mosc¨²?, ha influido en la testarudez melodram¨¢tica del PCF, seg¨²n algunos, "la mano de Washington, la de Alemania Federal, la de la OTAN y la de las multinacionales" habr¨ªa condicionado la actitud de los socialistas, seg¨²n Mitterrand.
Existen otras razones, que se adivinan detr¨¢s de la pompa oratoria que est¨¢ inundando al pa¨ªs: el PCF, gracias a la Uni¨®n, sali¨® del ghetto, pero, aunque lentamente, no ha hecho m¨¢s que perder, electores; contrariamente al PS que se ha convertido en el partido m¨¢s fuerte de Francia.
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