El campeonato de Europa, fracaso espa?ol
El Campeonato de Europa reci¨¦n celebrado en B¨¦lgica, de tan triste balance para la selecci¨®n espa?ola, debe servir para mover reflexi¨®n. Tanto para el m¨¢ximo organismo, la FIBA -la organizaci¨®n fue p¨¦sima- como para la Federaci¨®n Espa?ola, que ha visto descender varios enteros su papel en el baloncesto europeo.La organizaci¨®n, queda dicho fue lamentable. Baste decir que desde el lugar destinado a la prensa no era visible m¨¢s que la mitad de la cancha, y que resultaba incluso dificil buscar un emplazamiento entre el p¨²blico. Es de esperar que la FIBA haya tomado buena nota a fin de no confiar nunca m¨¢s campeonato de tal envergadura a quien es in capaz de organizarlos seg¨²n unas exigencias m¨ªnimas.
Por lo que respecta a la selecci¨®n espa?ola, ya es sabido que su clasificaci¨®n final fue la de novena entre doce, cuando a priori se estimaba su puesto l¨®gico como el tercero o el cuarto. Espa?a cay¨® ante rivales de menor entidad, y alguna vez con estr¨¦pito, como ocurri¨® en el caso de Holanda.
Se pens¨® que tras el fracaso caer¨ªa la cabeza del seleccionador, Antonio D¨ªaz Miguel, como suele suceder. Los m¨¢ximos responsables del equipo espa?ol no han incurrido en tal tentaci¨®n, y hay que alabar su buen criterio. Antonio D¨ªaz Miguel, un enamorado del baloncesto, un gran trabajador y hombre de amplios conocimientos, ha fracasado esta vez, pero eso no debe mover a olvidar su excelente labor durante a?os y las posibilidades de que en lo sucesivo su trabajo vuelva a verse acompa?ado por, el acierto.
D¨ªaz Miguel intent¨® en este torneo ?americanizar? el juego de la selecci¨®n espa?ola, y el ensayo result¨® un fracaso. Ten¨ªa, en este sentido, confianza ciega en el grupo de hombres escogidos, pero ¨¦stos le han fallado en su mayor¨ªa. O no hab¨ªa elegido bien o no supo inculcarles debidamente el aprendizaje preciso para practicar ese baloncesto ?americanizado?.
Ello aparte, hay otro error que cabe imputarle: la escasa utilizaci¨®n de Gonzalo Sagi-Vela. El alero estudiantil debi¨® jugar en todos los encuentros, visto que el equipo estaba como apagado y desangelado y habida cuenta de que este hombre era el ¨²nico de los doce capaz de encender la mecha del coraje que falt¨® al conjunto. Todos tuvieron la ocasi¨®n de fallar hasta el aburrimiento menos ¨¦l. Dado que es un hombre de entrega y nervio y un buen anotador desde la media distancia, pudo resultar muy ¨²til.Los bases, tanto Cabrera como Corbal¨¢n, no rayaron a su mejor altura, si bien el segundo mejor¨® el rendimiento del primero. Entre los hombres altos, Rull¨¢n se ha constituido enjugador insustituible. Cuando no est¨¢, no hay nadie que entre a los rebotes; s¨®lo Prada dio una lecci¨®n de pundonor y acierto hasta convertirse en uno de los pocos hombres destacados. De la Cruz luch¨®, pero sin acierto; a Santillana y Filb¨¢ no se les apreci¨® m¨¢s que apat¨ªa y falta de capacidad para cumplir las misiones encomendadas. Brabender estuvo desconocido por su falta de tino. Fern¨¢ndez fue, simplemente, cumplidor. Margall y Flores comenzaron muy bajos para ir afianz¨¢ndose a medida que adquir¨ªan confianza, pero lo consiguieron demasiado tarde.
En resumen, la selecci¨®n fall¨® de punta a cabo. Todo, no obstante tiene soluci¨®n. Lo m¨¢s dificil acaso sea lo de los hombres altos y, como ya se ha hecho en otros casos, la pr¨®xima vez habr¨¢ que pedir entrega y que la promesa se cumpla. Si no, mejor ser¨¢ que el puesto lo ocupen otros.
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