La responsabilidad de los presidentes en la crisis del toreo
Habl¨¢bamos de que el toreo de capa est¨¢ en trance de caer en total desuso. Hay crisis de toreros, pero la hay, sobre todo, de toreo. El d¨ªa en que el toreo -su t¨¦cnica y su repertorio- se recupere, aparecer¨¢n, en legi¨®n, los toreros de calidad. Es una perogrullada, ya, y un c¨ªrculo vicioso, porque s¨®lo los propios toreros pueden traer de nuevo el toreo. Pero la cuesti¨®n est¨¢ en c¨®mo conseguirlo.En el reglamento que ahora quieren reformar est¨¢ la clave: ?La primera oreja la conceder¨¢ el presidente a la petici¨®n mayoritaria del p¨²blico; la concesi¨®n de la segunda oreja de una misma res ser¨¢ de la exclusiva competencia del presidente, que tendr¨¢ en cuenta la calidad de la res lidiada, la buena direcci¨®n de la lidia, la faena realizada tanto con el capote como con la muleta y la estocada.?
Cuando en una plaza hay entre el p¨²blico una mayor¨ªa de japoneses, suecos, italianos, ingleses y dem¨¢s clientela aportada por las agencias de viajes, es un contrasentido dejar al criterio de estas buenas gentes (que no pueden tener criterio en materia taurina, es obvio) la concesi¨®n de un trofeo. De manera que los reformistas del reglamento ah¨ª tienen d¨®nde reformar. Pero el criterio para la concesi¨®n de la segunda oreja ya no puede ser de nadie m¨¢s que del presidente, y si tuviera afici¨®n, conocimiento del reglamento, escr¨²pulo para cumplirlo y hacerlo cumplir, el criterio que se deriva de su competencia en materia taurina y sentido de la responsabilidad, no se le ocurrir¨ªa otorgar el segundo trofeo si no se cumplieran los requisitos de calidad de la res, lidia, faena de capote, la de muleta y estocada.
Lo habitual es que por una simple faena de muleta (antes, inhibici¨®n en los dos primeros tercios; despu¨¦s, el volapi¨¦ de cualquier modo) se concedan dos orejas. Empezar¨ªamos a citar casos y no acabar¨ªamos. Si los presidentes hubieran aportado a la fiesta la magnanimidad que derrochan para los toreros, si su sanci¨®n hubiera sido siempre como tienen ordenado, a estas alturas no habr¨ªa lugar para decir que casi nadie torea de capa, casi nadie lidia, casi nadie ejecuta el volapi¨¦ de forma correcta. Los propios toreros tendr¨ªan la preocupaci¨®n de superarse para conseguir el triunfo. En los presidentes de las corridas est¨¢ la mayor responsabilidad de la decadencia t¨¦cnica y art¨ªstica del espect¨¢culo.
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