Moncloa, el primer paso
QUE UNA negociaci¨®n como la de este fin de semana en la Moncloa, en la que intervienen varios interlocutores y en la que se van a discutir cuestiones de muy diferente orden comience de manera satisfactoria es un hecho positivo. Sin embargo, no hay que olvidar que, hasta el momento, s¨®lo han participado en la discusi¨®n el Gobierno y los estados mayores de los partidos pol¨ªticos, y que los acuerdos que adoptaron anteayer son de car¨¢cter muy general y afectan exclusivamente a la pol¨ªtica econ¨®mica.Se trata, as¨ª pues, del primer asalto de un combate entre el Gobierno y los partidos, y tambi¨¦n de la primera pelea de una velada en la que participar¨¢n, adem¨¢s, confederaciones patronales y centrales sindicales con el trasfondo de una mir¨ªada de empresarios independientes y trabajadores que no tienen militancia pol¨ªtica ni sindical. As¨ª, pues, los resultados del fin de semana en el palacio de la Moncloa dan base cierta para el optimismo. Pero ser¨ªa un grave error echar las campanas al vuelo; nada hay peor que la frustraci¨®n que sigue a las falsas euforias.
Todav¨ªa queda camino que recorrer antes de que el ?pacto de Gobierno? entre el Gabinete Su¨¢rez y los grupos parlamentarios quede rubricado. Anteayer se lleg¨® a un acuerdo sobre las grandes l¨ªneas del plan de saneamiento econ¨®mico y de medidas contra la crisis. Se trata de una articulaci¨®n coherente y sensata de los instrumentos y pol¨ªticas que la situaci¨®n requiere. No hay mucho donde elegir en coyunturas tan graves como la actual; s¨®lo la demagogia, inconcebible en las direcciones de partidos que se liafian en el Poder o pueden acceder al Gobierno en corto plazo de tiempo, podr¨ªa proponer planes alternativos que discreparan seriamente de los aprobados en el palacio de la Moncloa.
Pero las discusiones que comenzar¨¢n el pr¨®ximo jueves presentan un campo mucho m¨¢s amplio para las discrepancias y las contrapropuestas. La ley de defensa de la democracia contra el terrorismo no es una cuesti¨®n de f¨¢cil acuerdo; baste con recordar el agrio pleno del 14 de septiembre y la moci¨®n de censura dirigida por el PSOE contra el actual ministro de la Gobernaci¨®n. En esa misma l¨ªnea, el replanteamiento de la pol¨ªtica de orden p¨²blico y la nueva regulaci¨®n de los derechos de reuni¨®n y manifestaci¨®n permiten enfoques muy diversos e incluso contrapuestos. Tampoco la reforma de la ley de asociaciones es un tema f¨¢cil, y la actual ilegalidad de los partidos pol¨ªticos vascos que, aun renunciando a la violencia, defienden perspectivas independentistas, se relaciona, forzosamente, con la situaci¨®n en Euskadi.
Por lo dem¨¢s, la agenda de las negociaciones que se reemprender¨¢n el pr¨®ximo jueves puede ampliarse a otros puntos litigiosos de orden estrictamente p¨®l¨ªtico.
No es f¨¢cil predecir qu¨¦ consecuencias podr¨ªan tener eventuales diferencias surgidas en ese pr¨®ximo ?segundo asalto? entre el Gobierno y los grupos parlamentarios sobre los acuerdos alcanzados el pasado domingo. Pero, en cualquier caso, el ?pacto de la Moncloa? suscrito por las fuerzas pol¨ªticas tiene que ser refrendado ahora por las confederaciones patronales y las centrales sindicales. Las fuertes conexiones entre Comisiones Obreras y el PCE, por un lado, y UOTy el PSOE porotro, abren un cierto margen de confianza de que las dos centrales presumiblemente m¨¢s importantes se adhieran al pacto. En este terreno parecer¨ªa que el Gobierno ha estadojugando con fuego en las. ¨²ltimas semanas. Su retraso en dictar las normas electorales y convocar elecciones sindicales no tiene explicaci¨®n. Tampoco resultan f¨¢cilmente comprensiblessus vacilaciones a prop¨®sito del procedimiento a seguir -para designar a -los representantes. El coqueteo con los sistemas asamblearios pondr¨ªa a las empresas a merced de los agitadores que jugaran con mayor decisi¨®n al alza en la subasta demag¨®gica; y el sistema de listas abiertas, defendido por Comisiones frente a la papeleta cerrada propugnada por UGT, tal vez puede beneficiar a corto plazo a la central comunista frente a la socialista, pero terminar¨ªa por potenciar, a la larga, a los sindicatos que sirven de correa de trasmisi¨®n a los grupos extraparlamentarios. Indudablemente, aqu¨ª est¨¢ el gran peligro y el obst¨¢culo mayor para el cumplimiento del ?pacto social?: si Comisiones Obreras y UGT, aun adhiri¨¦ndose al acuerdo, no representaran las bases trabajadoras, todo el plan de medid¨¢s se vendr¨ªa abajo.
Tambi¨¦n el mundo empresarial tendr¨¢ que actuar con sensaiez, de forma coordinada y con perspectivas a largo plazo. La Espa?a de 1977 no es la de 1959, y un plan de estabilizaci¨®n en una sociedad democr¨¢tica necesita de mecanismos de di¨¢logo y de h¨¢bitos de negociaci¨®n bien distintos de los procedimientos autoritarios y de la mentalidad de anta?o. Si en el sector de los trabajadores la ofensiva contra el pacto vendr¨¢ de la extrema izquierda, cuya ¨²nica . esperanza de medro pol¨ªtico es la agudizaci¨®n de la crisis econ¨®mica, en el sector empresarial los ataques proceder¨¢n de los grupos de ultraderecha, deseosos de arruinar al pa¨ªs para ¨ªnculpar a la democracia y justificar el regreso de la dictadura.
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