M¨¦xico y Espa?a, con una tarea com¨²n
Director General del "Diario de M¨¦xico?Existe en M¨¦xico, hacia Espa?a, el concepto de hermandad que ahora me complazco en reproducir y que alienta en mi voz y mi sangre. No puede hablarse de pueblos divididos ni dispares; la misma historia nos une y aproxima m¨¢s y m¨¢s conforme afrontamos problemas id¨¦nticos y circunstancias equivalentes. Ahora, cuando el hombre ha aprendido a vencer la distancia y el tiempo, es cuando se produce con la mayor amplitud posible este fen¨®meno fraternal que encabezan, para nuestro orgullo, el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Jos¨¦ L¨®pez Portillo, y el Rey de Espa?a, Juan Carlos de Borb¨®n.
El hombre tiende a olvidar las horas aciagas, las del quebranto y la angustia; lo hace en forma inconsciente porque es imposible vivir en las sombras sin que se hunda el esp¨ªritu, pero es menester que la prudencia, patrimonio de los pueblos viejos, atempere nuestros actos y rija nuestras conductas a efecto de que no vuelvan a surgir los fantasmas que amedrentan a los ni?os en sus cunas. Por eso estamos ahora aqu¨ª los mexicanos en torno a nuestro primer mandatario, porque no deseamos ni para ustedes ni para nosotros la zozobra y el dolor, que fueron patrimonio ayer liquidado. Pienso que la forma de borrar ese pasado funesto es entregarnos con entusiasmo y fe a una tarea com¨²n: el trabajo, que es el camino de la grandeza de los pueblos.
Hemos seguido en M¨¦xico, paso a paso, el camino que Espa?a recorre, hacia su luminoso futuro, Confieso que s¨®lo aquellos que son herederos de S¨¦neca, Averroes y Unamuno son capaces de tanto en tan corto tiempo. Del estoico extraen serenidad y firmeza; del viejo mago de las matem¨¢ticas, sabidur¨ªa profunda, y l¨²cido y claro pensamiento, de quien los mexicanos juzgamos el espa?ol completo, que sella dos ¨¦pocas y resume una historia, el salmantino por mil razones ilustre y noble.
Nuestros pueblos comparten sangre, historia, alfabeto e ideales.Para los mexicanos, las figuras de Francisco Javier Mina y Juan Prim resumen la vieja hidalgu¨ªa de Espa?a, como para los espa?oles, Benito Ju¨¢rez y L¨¢zaro C¨¢rdenas representan la fe inquebrantable de los pueblos en su independencia y su soberan¨ªa.
He vivido aqu¨ª la fiesta jubilosa de mi coraz¨®n, que parece retomar a viejos sitios donde fluy¨® antes mi vida. No creo en el retorno, pero s¨ª en la presencia invisible de los antepasados que hablan por nuestra boca y dicen sus viejos pensamientos. De ah¨ª, que la frase natural sea en mis labios: ?Amo a Espa?a!, como en muchos compatriotas de ustedes sea el ?Amo a M¨¦xico! A trav¨¦s de estas horas de tan intensas emociones hablan, pues, hombres y siglos; deseo que mis hijos, y sus hijos, reciban esta herencia de amor acumulado y contribuyan a acrecentarla por acciones de paz, de cordura y de sabidur¨ªa.
En particular, como director de un peri¨®dico, Diario de M¨¦xico, que tiene como credo la libertad y como sendero la juventud, siento que es urgente el fortalecimiento de los m¨¢s s¨®lidos lazos de intercomunicaci¨®n, que nos hagan conocernos m¨¢s ¨ªntima y vitalmente. Creo que la designaci¨®n por nuestro Gobierno de un agregado cultural del mayor prestigio posible, al que corresponder¨ªa el Gobierno de Espa?a en igual forma, ser¨ªa una buena forma de comenzar a recorrer el camino que sugiero.
Aqu¨ª, ahora, deseo rendir homenaje a los espa?oles ilustres que contribuyeron a fundar en la capital de mi patria el Colegio de M¨¦xico, un a instituci¨®n que ha conseguido, en el breve lapso de su existencia, la afirmaci¨®n de nuestras esencias, el andamiaje s¨®lido de nuestra cultura, la exploraci¨®n de campos que han de florecer para bien de los m¨ªos. Y, trascendiendo en el tiempo, traigo a colaci¨®n los asombrados ojos de Bernal D¨ªaz al asomarse al prodigio que fue Tenoctitlan, para decirles que Espa?a es el mosaico generoso de color, firme de trazo, donde el arabesco traza el enigma del tiempo por venir. Que nos encuentre juntos, como su poeta dijo, ?a la espera del alba?.
S¨ª, porque en M¨¦xico vivimos el tiempo de la esperanza, aguardamos el milagro que represente pan, salud y educaci¨®n para todos los nuestros, y no lo hacemos con las manos y las mentes in¨²tiles, sitio dedic¨¢ndonos a sembrar amistad, trigo y auroras. Ese es el significado de nuestra presencia aqu¨ª, en espera de que pronto correspondan nuestra visita y podamos franquearles las puertas del hogar y de la patria, como hermanos que son, y compa?eros en la ascensi¨®n de la monta?a, hacia el mar, que es vivir.
Madrid, Espa?a, 8 de octubre de 1977.
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