La p¨ªldora en los barrios
Me llaman unas feministas para decirme que quieren difundir la p¨ªldora en Vallecas, pero no ser¨¦ yo quien las ayude; que aqu¨ª a nuestro se?orito, o sea Juan Luis Cebri¨¢n, a poco lo llevan al trullo por hablar del tema o permitir que se hablase.No s¨¦ s¨ª la p¨ªldora es buena o mala, que yo no la tomo, pero lo que s¨ª s¨¦ y puedo decir y digo es que el uso de la p¨ªldora anti-baby supone hoy en nuestra sociedad una discriminaci¨®n m¨¢s, pues las estad¨ªsticas cantan que unos cuantos miles o millones de espa?olas la toman, pero esas espa?olas son siempre de clases altas o cultas, ya que nuestro pueblo sigue saludablemente preservado de los bienes y los males de la civilizaci¨®n y la ciencia. Nuestro pueblo se mueve, en el aspecto sentimental, entre la t¨¦cnica del alba?il y la del misionero. Otras opciones no tiene ni conoce, otras mutantes, le est¨¢n vedadas.
Digo yo, haciendo sociolog¨ªa, que es lo m¨ªo, que si la p¨ªldora es mala, ser¨¢ mala para todas, y si es buena, lo mismo. Porque lo que pasa ahora con la p¨ªldora es lo que pasaba antes con el can-can, que era pecado ir a verlo a Par¨ªs, pero los ricos iban, porque pod¨ªan, y para los pobres era m¨¢s pecado porque no pod¨ªan, pues ya dice t¨ªo Oscar que la mejor manera de vencer una tentaci¨®n es caer en ella. Lo que se le olvid¨® a t¨ªo Oscar fue a?adir que para caer en las tentaciones hace falta alg¨²n dinero suelto.
S¨¦panlo, pues, nuestras autoridades; no estoy a favor ni en contra de la p¨ªldora, pues no conozco ese invento ni lo disfruto, pero quiero subrayar que la anti-baby como y, todo nuevo invento, viene a establecer una nueva discriminaci¨®n en la discriminatoria vida espa?ola, que hasta el reciente premio Nobel, Vicente Aleixandre, ha dicho por la tele que la sociedad est¨¢ muy fragmentada en clases. Parece que ahora las feministas, o las que sean, quieren llevar la pildora a Vallecas, o, al menos, su conocimiento, con lo que van a sembrar la discordia en las familias, que la pre?ez es la garant¨ªa -relativa- de la fidelidad femenina, y con la anti-baby desaparece esa garant¨ªa.
Del mismo modo que algunas tribus todav¨ªa primitivas amputan el cl¨ªtoris a las mujeres para asegurarse su castidad, aqu¨ª, en esta tribu con pretensiones que es Espa?a, seg¨²n mi paisano Mac¨ªas Picavea, el embarazo y el miedo al embarazo han sido freno y reaseguro de la fidelidad de la hembra cantada por Gabriel y Gal¨¢n. Porque la anti-baby, en realidad, es un arma y un insulto contra Gabriel y Gal¨¢n, que es al que le ten¨ªan que haber dado el Nobel en su momento, y no a Vicente, que es rojo y ni siquiera se ha casado, o sea que tampoco necesita la cosa de la p¨ªldora.
Aqu¨ª hay dos clases que se reproducen insistentemente: los de muy arriba y los de muy abajo. Los de muy arriba por ganar el cielo y los de muy abajo por aburrimiento. Alguien dijo que el sexo es la ¨®pera de los pobres. Ahora que la televisi¨®n da tanta ¨®pera, porque Ans¨®n es filarm¨®nico de suyo, la ¨®pera de los pobres es la televisi¨®n, y el sexo lo tienen muy abandonado. Para eso vienen las feministas a record¨¢rselo con la neoginona.
Yo hice una vez estad¨ªstica de los hijos que ten¨ªan los ministros de Franco, porque siempre he sido perito en conocimientos in¨²tiles o especialista en ideas generales, como dec¨ªa d'Ors, y me sali¨® que, efectivamente, Franco no eleg¨ªa a sus ministros por ser el n¨²mero uno, de su promoci¨®n, como tanto se ha dicho, por salir en la orla o por estar especializados en algo, ser del Opus o tener la bendici¨®n especial de monse?or Escriv¨¢: Franco sacaba ministros a los que ten¨ªan m¨¢s ni?os. Para ¨¦l (aunque no dio ejemplo), los muchos ni?os eran una garant¨ªa de orden, adhesi¨®n al Movimiento y fidelidad en el cargo. Una garant¨ªa de que el se?or ministro no se iba de picos pardos ni de piculinas por la Costa Fleming (aunque a alg¨²n ministro franquista cac¨¦ yo por la Costa), sino que todas las energ¨ªas las dejaban en casa. 0 sea, que se aburr¨ªan. Y, con Franco, el aburrimiento era un grado.
Ahora las feministas, progres y rojas, quieren concienciar a las madres del pueblo en el uso de anticonceptivos, abortos y cosas. Hay que pararlas. Y, sobre todo, hay que empezar por concienciar a las se?oras de los ministros, que esos ni?os son los que pagamos entre todos los espa?oles.
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