La peligrosidad de la f¨®rmula 1

de automovilismo no es nueva. Por mucha seguridad que se ha dado en los ¨²ltimos tiempos a los circuitos, las altas velocidades que alcanzan los coches pueden muchas veces con todo. La culpabilidad de los muertos del domingo en el Gran Premio de Jap¨®n parece ser debida a la invasi¨®n del p¨²blico en sectores prohibidos. De cualquier forma, ya se especula en Italia sobre el acierto o desacierto en el fichaje por Ferrari del joven piloto canadiense Villeneuve, causante inicial de la tragedia al embestir con su coche el Tyrrell del sueco Petterson. Se recuerda que Villeneuve sufri¨® otro accidente parecido en Mosport, durante el ¨²ltimo Gran Premio de Canad¨¢, a causa de otro error. El hecho real, al menos por esta vez, es que Villeneuve, al que se ve volar con su coche por encima de Petterson, ha vuelto a vivir tras un accidente que casi inexplicablemente no le ha hecho perder la vida. No ha ocurrido as¨ª con otras dos personas