Ram¨®n, Jardiel Mihura
Miguel Mihura, hijo de gente del teatro, se pasa la infancia mirando los grandes escotes de las grandes actrices y me contaba una vez:
-Mi primer empleo en el teatro consist¨ªa en repartir bonos gratis bajo un letrero que advert¨ªa: ?No se dan bonos?.
Guti¨¦rrez es la tentaci¨®n del periodismo de humor para aquel hijo del teatro, y en Guti¨¦rrez se perfila, entre los veinte y los treinta, esa generaci¨®n mal estudiada de humoristas y comedi¨®grafos que se mueven entre Madrid y Hollywood, entre Pitigrilli y G¨®mez de la Serna. Es la generaci¨®n de Neville, L¨®pez Rubio, Mihura, Herreros (que tambi¨¦n ha muerto hace poco) y algunos otros escritores y dibujantes, y que tiene como delf¨ªn tard¨ªo, ilustre y duradero a Alfonso
S¨¢nchez. Son una generaci¨®n con un vago estigma de se?oritos que quer¨ªan pasarlo bien o que Espa?a lo pasase bien con ellos.
-Cuando Jardiel vino de Italia nos trajo las primeras cosas de Pitigrilli, que eran las verdaderamente revolucionarias. Rompi¨® Jardiel todo lo que ten¨ªa hecho, porque hab¨ªa que empezar de nuevo.
En el teatro de Mihura, pues, hay mucho Jardiel, pero con un significativo paso adelante que he explicado muchas veces: as¨ª como Jardiel explica el absurdo al final de sus obras (¨²ltimo tributo a la sensatez burguesa). Mihura ya no lo explica. En Tres sombreros de copa o Ni pobre ni rico, el absurdo queda ya en el aire, inexplicado, y este es el gran salto cualitativo del teatro espa?ol del siglo.
-Quiero reponer Tres sombreros de copa quit¨¢ndole todos los disparates, dej¨¢ndolo en una comedia normal.
Afortunadamente no lo hizo nunca. En los ¨²ltimos tiempos, todo el mundo, incluso Raphael, le ped¨ªa esta comedia para hacer un musical. Y ¨¦l me preguntaba:
-T¨² sabes. Paco, por qu¨¦ co?os todo el mundo quiere hacer un musical con Tres sombreros de copa.
Pero as¨ª como, en el teatro, Mihura supone un salto cualitativo respecto de Jardiel, en la prosa, en los art¨ªculos, ¨¦l est¨¢ muy cerca a veces de Ram¨®n G¨®mez de la Serna. Yo se lo hice ver cuando ¨¦l me dec¨ªa que no, que de quien ven¨ªa era de Fern¨¢ndez-Fl¨®rez, en su gusto por las tragedias de la vida vulgar. Y hube de descubrirle a Mihura sus propias greguer¨ªas: ?Las palomas las hacen en Correos con las cartas sobrantes del d¨ªa anterior?. En primeras y mejores prosas, reunidas luego en el volumen Mis memorias, que no son tales memorias, hay mucha greguer¨ªa. As¨ª, se establece la continuidad Ram¨®n-Jardiel-Mihura, los tres grandes humoristas espa?oles del siglo, los tres grandes renovadores. (Fern¨¢ndez Fl¨®rez o Camba est¨¢n todav¨ªa en un humorismo tradicional y casi dieciochesco, un poco entre Diderot y V¨®ltaire).
La ametralladora y La Codorniz son sus felices creaciones period¨ªsticas de la guerra y la postguerra. No hay que creer que La Codorniz de los a?os cuarenta era tan inocente como se ha dicho, porque hay en ella una subversi¨®n idiom¨¢tica y una puesta en cuesti¨®n del estatus burgu¨¦s que son muy corrosivas. Digamos que aquellos humoristas tiraban por elevaci¨®n. Pero Mihura se mete definitivamente en el teatro y a¨²n hace otra innovaci¨®n, que es no escribir el segundo, acto de una obra hasta que no ha visto ensayado el primero. Lo ¨²ltimo que me dijo fue esto: ?El m¨¦dico me ha dicho que pasee, pero paseando por mi calle de General Pardi?as me siento un pobre, as¨ª que me voy a pasear a El Corte Ingl¨¦s?.
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