Violencia f¨ªsica y moral
Ante los recientes sucesos que han tenido en vilo a la opini¨®n p¨²blica mundial (secuestro del avi¨®n alem¨¢n de la Lufthansa, muerte del industrial alem¨¢n Hans-Martin Schleyer y los sospechosos suicidios de Andreas Baader, Jan Carl Raspe y Gudrun Ensslin) que nos afectan a todos de alguna manera, nosotros, dos j¨®venes no violentos asturianos, queremos salir al paso de todas las versiones oficiales y oficiosas que sobre estos hechos se han dado. as¨ª como situarlos en el contexto social que merecen.1. Declaramos que por encima de todo estamos en contra de la violencia, porque creemos que es en primer lugar una falta de respeto a la vida del pr¨®jimo v seaundo por entender que no es el camino adecuado para satisfacer todo tipo de aspiraciones (ideol¨®gicas, sociales, econ¨®micas, etc¨¦tera). La violencia s¨®lo engendra violencia.
2. Por tanto, queremos manifestarnos en contra de estos actos llevados a cabo por organizaciones armadas que aspiran a un cambio revolucionario de la sociedad de manera cruenta. Pero queremos dejar claro que en lo que no estamos de acuerdo es en los medios que emplean (sangrientos) y no en los fines (cambio revolucionario de la sociedad).
3. Nuestra anterior repulsa ser¨ªa parcial si no conden¨¢ramos en¨¦rgicamente la violencia de todo tipo que el Estado y el capital ejercen sobre el individuo y la sociedad para mantener un orden injusto. Debemos separar la violencia-causa de la violencia -efecto. Ideol¨®gicamente consideramos tambi¨¦n violencia no s¨®lo a la ejercida fisicamente (penas de muerte por ejemplo) por medio de los aparatos represivos de los que dispone el sistema (polic¨ªa, ej¨¦rcito, tribunales ... ) sino que incluimos la violencia moral, mucho m¨¢s sinuosa y refinada, que supone por ejemplo: pel¨ªculas violentas, una educaci¨®n alienante e irracional, la emigraci¨®n, salarios injustos, etc¨¦tera, que producen individuos frustrados y por ello agresivos.
4. Ante el tr¨¢gico desenlace del avi¨®n de la Lufthansa, creemos que siguen teniendo actualidad las palabras pronunciadas hace unos 1.400 a?os por San Cipriano, obispo de Cartago: ?El mundo chorrea sangre y, llama homicidio a un crimen cuando ¨¦ste es cometido por un particular, pero le llama virtud gloriosa cuando es cometido en nombre del Estado.?
5. Ante el desagradable fin del conocido industrial alem¨¢n H. M. Schleyer, queremos se?alar que toda muerte es lamentable, aunque ¨¦sta sea la de un explotador al servicio de los intereses capitalistas. Tambi¨¦n queremos indicar lo que los medios de informaci¨®n no han publicado, o sea:,
-H. M. Schleyer ingres¨® voluntariamente en las Juventudes Hitlerianas.
-Fue miembro de las desgraciadamente conocidas unidades ?SS? con el n¨²mero 227.014.
-En la Universidad de Heidelberg fue dirigente de una organizaci¨®n estudiantil nazi.
-Durante la guerra, en Praga, se encarg¨® de ?depurar? la Universidad checoslovaca.
- Ya al Final de la guerra era jefe, en Bohemia y Moravia, de requisas e industrias de ocupaci¨®n.
-Con la derrota del nazismo fue encarcelado tres a?os por sus responsabilidades como alto funcionario del III Reich.
-En 1963 entr¨® en el consejo de direcci¨®n de la conocida multinacional Daimler-Benz.
6. Sospechamos, no sin fundamentos, que los ?suicidios? de los tres dirigentes alemanes del grupo Baader-Meinhof, lo mismo que el de Ulrike Meinhof, en mayo de 1976, tambi¨¦n en muy extra?as circunstancias, no sean sino represalias del mismo sistema, que se ve incapaz de detener por medios democr¨¢ticos y pac¨ªficos que, sin embargo, preconiza, las repercusiones de violencia que con su funcionamiento engendra.
7. Por ¨²ltimo, queremos se?alar que, nos preocupa seriamente la creciente falta de los m¨¢s elementales derechos humanos en Alemania y otros pa¨ªses (Francia, por ejemplo), que podemos constatar en la persecuci¨®n de que son objeto los abogados defensores de estos grupos (abogado Croissant, por ejemplo) y nos preguntamos si las autotituladas ?democracias occidentales? no pondr¨¢n como excusa estos hechos para intentar justificar de esta manera la instauraci¨®n de un Estado policiaco.
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