Italia: las dificultades de un Concordato
EL NUEVO proyecto de Concordato, que la comisi¨®n encargada de negociarlo con la Santa Sede ha presentado al Parlamento italiano en d¨ªas pasados, no parece que pueda significar otra cosa que un borrador muy provisional y algo as¨ª como la mera constancia de que esa comisi¨®n sigue sus tareas, aunque se encuentra ciertamente muy lejos de haber llegado a un punto de acuerdo m¨ªnimo aceptable por los partidos laicos que no desean ning¨²n equ¨ªvoco en el nuevo texto concordatario y que no parecen dispuestos a ceder en cuestiones tales como el r¨¦gimen jur¨ªdico de las instituciones eclesi¨¢sticas y los colegios religiosos, por ejemplo.A los partidos laicos italianos les pareci¨® siempre una dimisi¨®n de la soberan¨ªa del Estado la inclusi¨®n en la Constituci¨®n del reconocimiento de la religi¨®n cat¨®lica como religi¨®n del Estado y del reconocimiento de materias o ¨¢mbitos mixtos entre la Iglesia y Estado, tales como el matrimonio o la ense?anza, en los que, a sus ojos, el Estado no pod¨ªa sino quedar limitado en esa su soberan¨ªa. Ahora el proyecto de Concordato afirma solemnemente la laicidad del Estado italiano y la pluralidad de confesiones religiosas que pueden darse sin que ninguna de ellas ostente ninguna clase de privilegios sobre las otras, y una cosa as¨ª bastar¨ªa seguramente en cualquier pacto concordatario para garantizar la laicidad de una sociedad y la independencia mutua de Estado e Iglesia.
Los partidos laicos italianos se muestran, sin embargo, muy esc¨¦pticos; alegan su cansancio de seguir siendo laice per burla, es decir, laicos seg¨²n todas las definiciones jur¨ªdicas y constitucionales, pero sometidos realmente a una situaci¨®n de hecho teocr¨¢tica: Domenico Settembrini ha documentado, por ejemplo, a este efecto, hechos tan concretos como 343 intervenciones del Episcopado italiano con el Vaticano desde 1945 a 1963 en elecciones generales o regionales, contra la apertura ?a sinistra?, respecto a la libertad de prensa y expresi¨®n, sobre escuela confesional y de car¨¢cter general o las que califica de presiones sobre la magistratura y contra los ,cultos no cat¨®licos. Esta es quiz¨¢ tambi¨¦n la raz¨®n -mucho m¨¢s seguramente que su propia filosof¨ªa anticlerical, algo decimon¨®nica por otra parte- que les lleva ahora a mirar con desconfianza el reconocimiento autom¨¢tico de las instituciones eclesi¨¢sticas ?siempre que tengan finalidades religiosas, incluso si adem¨¢s de ¨¦stas se proponen fines educativos, culturales, asistenciales o de beneficencia?, pues estiman que eso puede significar la puerta abierta a toda una serie de privilegios financieros para las instituciones que el Vaticano deseara crear en el futuro. Y esta es la raz¨®n de que miren con igual recelo la paridad de las escuelas estatales y de las escuelas creadas por la Iglesia, mientras, por el contrario, se sienten m¨¢s tranquilos con el art¨ªculo treinta del mencionado proyecto, que establece el doble r¨¦gimen de separaci¨®n eclesi¨¢stica y divorcio civil y da consideraci¨®n de sentencias pronunciadas por tribunales extranjeros que necesitan el examen y el exequator de la judicatura italiana para su cumplimiento a las sentencias de la Rota.
El fondo de la cuesti¨®n est¨¢, sin embargo, en que los partidos laicos italianos no desean, en realidad, un Concordato, alegando que la Iglesia no precisa un r¨¦gimen especial, puesto que en una democracia se da una libertad total de opciones ideol¨®gicas, y para ellos, como hijos del iluminismo, la opci¨®n religiosa es una opci¨®n personal en el fuero de la conciencia, sin reflejo ni trasunto socio pol¨ªtico. Y en este plano filos¨®fico no van a ser seguidos por los comunistas, desde luego, pero tampoco quiz¨¢s en el plano estrat¨¦gico, puesto que los comunistas y, segura mente mucho m¨¢s despu¨¦s de la carta de Berlinguer al obispo de Ivrea, monse?or Pettazi, estar¨ªan dispuestos a firmar este mismo proyecto como Togliatti firm¨® incluso una Constituci¨®n que adjudicaba al Estado una confesionalidad cat¨®lica, aunque luego en la pr¨¢ctica, en regiones como la Emilia-Roniagna, la Toscana y la Umbria, donde ahora son mayor¨ªa o han copado las municipalidades, est¨¦n desapareciendo los colegios y escuelas con fesionales. Los comunistas, no obstante, tendr¨ªan que llegar a un acuerdo muy estricto con los democristianos para hacer pasar este proyecto y, por ahora, incluso por celos mutuos -sobre todo de los democristianos, que siempre temerrun entendimiento siquiera estrat¨¦gico entre los comunistas y la Iglesia-, no parece posible. El texto de este proyecto tendr¨¢, pues, que andar todav¨ªa un gran camino entre la desconfianza y el revanchismo de los partidos laicos y la desconfianza y el amargo temor de los dialogantes vaticanos. Si en algo significa una lecci¨®n para un futuro Concordato espa?ol es en las advertencias que nos proponen para no caer en los errores de la situaci¨®n italiana: las demasiadas sonoridades de un pasado que produce desconfianza y miedo y suscita viejos fan tasmas clericales o anticlericales. Dif¨ªcilmente podr¨ªa construirse de esta manera un texto concordatario o constitucional verdaderamente civil.
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