La apuesta de Sadat
EL PRESIDENTE de Egipto, Anuar el Sadat, ha concluido un viaje a Israel al que, sin lugar a dudas, se le puede atribuir el car¨¢cter de hist¨®rico. Ante todo, porque supone una nueva f¨®rmula de negociaci¨®n pol¨ªtica en un conflicto, como el de Oriente Pr¨®ximo, que desde hace cuatro a?os se arrastraba en una situaci¨®n que ni era de paz, ni de guerra, con unas negociaciones languidecientes, que, si bien serv¨ªa serv¨ªan para evitar el desencadenamiento de una nueva conflagraci¨®n b¨¦lica, se estrellaban una y otra vez a la hora de plantear los problemas de fondo, como son la retirada israel¨ª de los territorios ocupados a los ¨¢rabes en 1967, exigida por las resoluciones de las Naciones Unidas, y la soluci¨®n del problema de la ent,idad nacional palestina.Pasado el impacto espectacular de la visita de Sadat a Jerusal¨¦n, queda el estilo nuevo impuesto por el viaje, un nuevo esp¨ªritu de negociaci¨®n y el acercamiento f¨ªsico, por medio de los medios de comunicaci¨®n, entre dos pueblos irreconciliables. Sin embargo, permanecen los problemas de fondo citados, y tanto el presidente egipcio como el ultranacionalista primer ministro israel¨ª, Menahen Begin, han insistido en sus posiciones anteriores al encuentro hist¨®rico, y que, hasta el momento, no se han movido un ¨¢pice, a menos que lo hayan sido mediante acuerdos secretos, alcanzados en conversaciones sobre las que a¨²n ha trascendido poco.
El presidente egipcio corre con el mayor riesgo, porque es el que m¨¢s fuerte ha apostado. Su viaje supone, en primer lugar, un reconocimiento de hecho del Estado de Israel y de la controvertida capitalidad de Jerusal¨¦n. Por otro lado, ha ofrecido, de manera unilateral, a los Israel¨ªes una renuncia a la guerra con el Estadojud¨ªo.
Si los resultados concretos tardan en llegar y el impasse de la negociaci¨®n de paz se mantiene, el gesto del presidente egipcio puede costarte muy caro. La apoteosis de su regreso a El Cairo puede dejar paso a una decepci¨®n, susceptible de ser aprovechada por grupos fan¨¢ticos musulmanes, en auge en el mundo isl¨¢mico, para desalojarle del poder. Ya la decisi¨®n de trasladarse a Jerusal¨¦n provoc¨® una crisis en su Gobierno, con la renuncia consecutiva de los ministros de Asuntos Exteriores. Luego, el ej¨¦rcito y el Gabinete respaldaron su decisi¨®n, pero si los hechos no siguen a las intenciones...
Tambi¨¦n corre el peligro de un aislamiento en el mundo ¨¢rabe. Mientras los Estados m¨¢s radicalizados y la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina le han acusado inmediatamente de ?traidor?, mientras desde estas filas se hacen llamamientos para su derrocami¨¦nto, s¨®lo Sud¨¢n, Jordania (el rey Hussein puede ser el pr¨®ximo peregrino ¨¢rabe a Jerusal¨¦n) y Marruecos han levantado su voz en defensa del coraje pol¨ªtico de Sadat. Arabia Saudita y los Emiratos Arabes guardan, por ahora, silencio, y fueron estos pa¨ªses, con sus petrod¨®lares, los que forjaron el giro hacia Occidente de los dirigentes egipcios.
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