Los viejos de Tel-Aviv
Si existe algo verdaderamente emocionante es coger un taxi en Jerusal¨¦n o en Tel-Aviv y que el conductor te ayude en tus intentos de ense?arle un trayecto habl¨¢ndote con un castellano semejante al que cuchicheaban por las callejas de Granada cuando se contaba la historia de las l¨¢grimas y los suspiros de Boabdil. Y es que es algo de pura fantas¨ªa salir hoy a la calle Ben Yehuda de Tel-Aviv y poder comprar en los quioscos de prensa La Luz de Israel, Semana o Aurora. Los dos ¨²ltimos son peri¨®dicos respectivamente de Jerusal¨¦n y de Tel-Aviv y redactados en lengua espa?ola; el primero aparece redactado en ladino con curiosa transcripci¨®n fon¨¦tica y en sus anuncios: ?Se damanda un joveno, aktivo, ke termin¨® la armada i ke konosse bueno el lvrit?, y ?Para fabrika de los se demanda dos bobinnardjias para lavorar en machina de bohinnar?. Y m¨¢s ins¨®lito todav¨ªa es entrar en una especie de discoteca de Haifa o conectar la radio del autom¨®vil camino de Beer Sheva y que te sorprendan con canciones judeo- espa?olas: ?Avre tu puerta cerrada?, ?Yo m'enamori d'un aire?, ?Arvolicos d'almendra?, canciones que se encuentran grabadas en discos y cassettes. Y esto es Israel.Porque en el nuevo Estado de Israel se producen dos fen¨®menos: el de los viejos que siguen hablando en ladino, con el uso de arca¨ªsmos semejantes a los que perviven en otras comunidades de Bosnia o Constantinopla y el de los j¨®venes que arriman su hombro a la construcci¨®n del nuevo Estado entre giros del espa?ol tra¨ªdo desde Argentina o Chile. Y, as¨ª, por una u otra causa, en este Estado, con el que Espa?a no mantiene relaciones diplom¨¢ticas, ni culturales por lo tanto, est¨¢ viva m¨¢s que en otros muchos lugares del mundo la presencia de la lengua espa?ola. Un d¨ªa fue la an¨¦cdota del taxista que se declara oriundo -oriundo de m¨¢s de cuatro siglos- de Arag¨®n; otro, la vonvivencia a lo largo de toda una jornada en el kibutz Ramot Menash¨¦; otro, la entrevista con un dirigente de la ?Histadrut?: en todas partes la lengua que hablamos fue el espa?ol, ese espa?ol mantenido arqueol¨®gica mente desde que sali¨® de Castilla o Arag¨®n y tra¨ªdo vitalmente ahora desde Am¨¦rica del Sur. Y ese viejo romance se acompa?a con restos de costumbres y comidas y sigue presentando aut¨¦ntico car¨¢cter espa?ol pese a m¨¢s de cuatro siglos de emigraciones y mudanzas de quienes lo hablan y contaminan de otros pr¨¦stamos ling¨¹¨ªsticos; y son muchos los que al hablar con uno, en cualquier sitio de Hebr¨®n o camino de Ramallah, te recuerdan aquel romance salvado por Pidal: ?Mi padre era de Francia, mi madre de Arag¨®n.? Estos jud¨ªos que han creado el moderno Estado de' Israel creen en la tierra, porque su operaci¨®n pol¨ªtica se basa en un retorno a la tierra tras el holocausto y entonces cobran fuerza las viejas ra¨ªces de Zaragoza, de Montilla o de Ja¨¦n. En esa operaci¨®n pol¨ªtica los constructores del nuevo Estado imponen, con los mismos talantes totalitarios que aprendieron en los campos de concentraci¨®n, una lengua nacional, porque sin lengua no cabe hablar de empresa pol¨ªtica com¨²n, pero realizan el milagro sin quemar los restos de la. vieja lengua de Castilla ni arruinar los modismos vivos de las j¨®venes lenguas de Latinoam¨¦rica que les dieron fuerzas para la aventura de retornar. Es decir, siempre est¨¢ al fondo la lengua espa?ola y esta realidad condiciona la pujanza en Jerusal¨¦n del Instituto Central de Relaciones Culturales Israel- Iberoam¨¦rica, Espa?a y Portugal por cuya tribuna pasaron nombres conocidos de las letras espa?olas y latinoamericanas y entre cuyas publicaciones figuran traducciones del Poema del Cid, Don Quijote o Niebla, de Unamuno. Pero esta es una instituci¨®n cultural creada por el Estado con fundamental proyecci¨®n a Latinoamerica. Pero no existe desde el norte del mar de Galilea hasta los lugares al sur que son desierto conquistado a la nueva agricultura, con los m¨¦todos del riego gota a gota, ni un solo instituto espa?ol, ni una sola biblioteca espa?ola, ni un solo centro cultural: y miles de j¨®venes espa?oles se encuentran en paro intelectual sabi¨¦ndose la sintaxis de Gili Gaya y la Gram¨¢tica de Pidal. Y Espa?a el insensible a esta presencia viva de la lengua espa?ola en las ciudades, los kibutzimy los moshavim del joven Estado de Israel. En las Universidades de Tel-Aviv, Bar Il¨¢n N¨¦guev, Beer Sheva, Haifa, Hebrea de Jerusal¨¦n, Tectinion, Instituto Weizmann y otros centros cient¨ªficos se habla el espa?ol y dominan los profesores latinoamencanos junto a algunas sorpresas espa?olas como la de aquellos j¨®venes m¨¦dicos procedentes de M¨¢laga y Granada con los que comimos junto al comedor estudiantil del Technon, que inclu¨ªa las escuelas de Medicina junto a las facultades de Ingenier¨ªa Agr¨ªcola. Porque Israel es un pa¨ªs en el que la agricultura juega preponderante papel pol¨ªtico y exporta a Europa flores, pero ¨¦stas se cultivan entre conversaciones tra¨ªdas de Buenos Aires.
La presencia de la lengua espa?ola en Israel es algo que debiera tambi¨¦n contar en las decisiones pol¨ªticas de Madrid. Los estudios sobre el judeo-espa?ol debieran estimularse con algunas becas, seria urgente abrir a los licenciados espa?oles las puertas de doctorados de espa?ol en los m¨²ltiples centros de estudios superiores de Israel, asomar a dicho Estado el escaparate de la cultura espa?ola. Nada es, de fronteras afuera, tan rentable como la lengua y la literatura cuando se trata de lo espa?ol que tiene audiencia en los pa¨ªses latinoamericanos. Los viejos de Jerusal¨¦n o de Tel-Aviv te siguen hablando con l¨¦xico y modismos de la Espa?a que expuls¨® a sus antepasados, y las mujeres y los hombres, curtidos en el trabajo de crear un nuevo Estado, surgido entre acarreos de emigraci¨®n y viejos textos b¨ªblicos, se expresan con tono rioplatense. La lengua espa?ola est¨¢ por todas partes, y como en los peri¨®dicos espa?oles de pricipios de siglo, los lunes y los jueves La Luz de Israel publica su foyet¨®n titulado ?Las sufriensas de una madre?, y el peri¨®dico en ladino se agota en los quioscos de prensa como Semana y Aurora. Son peri¨®dicos redactados en lengua espa?ola y con gran n¨²mero de lectores. Es una realidad no provocada artificialmente, pero que es urgente constatar y apuntalar desde Espa?a. Cualquier basti¨®n de la' lengua espa?ola en el mundo es algo que todo Gobierno espa?ol debe defender. Los enclaves geogr¨¢ficos pertenecen a un concepto mundial que se hundi¨® con el desmoronamiento de los colonialismos: Gibraltar es tan s¨®lo ya un anacronismo. Pero estos enclaves ling¨¹¨ªsticos, esta lengua espa?ola que encontramos viva por el mundo debe de condicionar gran parte de nuestra pol¨ªtica cultural. Porque la lengua espa?ola es algo mucho m¨¢s rentable que nuestros agrios o nuestras realidades industriales. Los viejos de Tel-Aviv, con su ladino a cuestas, son todo un s¨ªmbolo de un Estado que se construye alternando la conversaci¨®n entre el espa?ol y el ingl¨¦s con un friso cl¨¢sico del paciente hebreo forjado para dar unidad a la empresa. Pero lo vivo, lo c¨¢lido, es el espa?ol que los que retornan se han tra¨ªdo de Santiago y de Mendoza, como hace m¨¢s de cuatro siglos otros se trajeron de Valladolid o de Toledo. Y Espa?a parece ignorar estas realidades, y se sorprender¨ªan los pol¨ªticos cuando echasen a andar por el boulevard Rothschild de Tel-Aviv y se detuviesen ante un quiosco de prensa.
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