Falta de estructuras econ¨®micas y dependencia internacional
A lomos del subdesarrollo, obligada a gui?ar perpetuamente un ojo al turismo rico y opulento, de modo que le sea posible la supervivencia, Canarias busca en estos momentos recobrar su propia identidad. Pugna por hallar un modelo de desarrollo aut¨®ctono y viable, que la faculte para afrontar los estertores ag¨®nicos del modelo tecnocr¨¢tico-desarrollista espa?ol y subir al tren del nuevo despegue, sin depender b¨¢sicamente de los caprichos y avatares del exterior.Pero no es f¨¢cil.
Una torpe divisi¨®n provincial, auspiciada por los oligarcas en 1927, en plena dictadura primorriverista, se transforma hoy en rivalidad suicida, cuando los problemas insulares respectivos, son, fundamentalmente, canarios. A ello se unen una estructura social arcaica, un modelo econ¨®mico jam¨¢s diversificado, bajos niveles salariales y de cualificaci¨®n profesional y una omnipresente clase dirigente que, en perfecta connivencia con el poder centralista, ha propiciado una pol¨ªtica inhibitoria y abandonista hacia el archipi¨¦lago.
Durante d¨¦cadas Canarias ha sido el enclave paradis¨ªaco, de clima privilegiado, al que resultaba atractivo viajar en el invierno, con el gancho adicional de adquirir toda clase de art¨ªculos extranjeros a precio muy reducido, merced a su calificaci¨®n de puerto franco. Nunca lleg¨® a explicarse muy bien el apelativo de afortunadas, con que los manuales al uso defin¨ªan a esas ocho islas atl¨¢nticas, injustificadamente colocadas en el extremo inferior izquierdo del mapa peninsular, como junto a Huelva, cuando la distancia real supera los 2.000 kil¨®metros; es decir, el doble de la que separa C¨¢diz de Bilbao o La Coru?a de Barcelona.
Dentro del esquema filos¨®fico-pol¨ªtico del atado y bien atado, Canarias fue siempre un enclave sin complicaciones, donde en tiempos se destinaba a los funcionarios castigados y, m¨¢s recientemente, exist¨ªan pugnas por obtener un lugar burocr¨¢tico que permitiera permanecer all¨ª dos o tres a?os; los suficientes para optar a los beneficios de traslado del ajuar personal. Muchos representantes del Poder central en Canarias han circunscrito su labor a las operaciones de traslado de autom¨®viles a la Pen¨ªnsula, anipar¨¢ndose en ciertos privilegios, no del todo, abandonados. Todav¨ªa hoy, los funcionarios del Estado reciben cuantiosos pluses sobre su salario por residir en el archipi¨¦lago. Los canarios suelen referirse a estos ejemplos, no del todo anecd¨®ticos, para expresar la total falta de integraci¨®n del Poder central y sus representantes en los problemas reales de las islas. Sucesivas oleadas de funcionarios, que no llegaban a identificarse, con las aut¨¦nticas necesidades regionales, han tenido a su cargo el cometido de mitigar en lo posible las consecuencias de esos 2.000 y pico kil¨®metros que separan a los canarios del resto de los espa?oles.
Uno de los problemas seculares de la econom¨ªa canaria ha sido la escasa diversificaci¨®n de sus fuentes de riqueza y la consecuente dependencia exterior. Pobre en recursos propios, pero con una situaci¨®n privilegiada, Canarias ha sido siempre objetivo primordial de los movimientos especulativos -aut¨®ctonos y for¨¢neos- que, l¨®gicamente, no han revertido en la instrumentaci¨®n de un modelo econ¨®mico que, en las circunstancias actuales, aportara instrumentos de defensa frente a las consecuencias de la crisis internacional.
Tras varias d¨¦cadas de predominio absoluto del sector primario -agricultura-, una serie de circunstancias y comportamientos provocan un r¨¢pido trasvase de recursos y mano de obra al terciario -turismo-, incidiendo l¨®gicamente en el secundario -construcci¨®n-, como consecuencia directa del boom de equipamiento de plazas hoteleras. Todo ello, en un contexto de comportamiento especulativo del capitalismo aut¨®ctono y peninsular y una irreflexiva pol¨ªtica de entreguismo a sociedades extranjeras, que obtienen lo m¨¢s saneado de los recursos generados en las islas durante los ¨²ltimos a?os.
Nunca ha llegado a percibirse una aut¨¦ntica preocupaci¨®n de las clases dominantes -insulares, o peninsulares- por proveer un modelo econ¨®mico coherente, siquiera un equipamiento esencial que permitiera aproximar el archipi¨¦lago a la media nacional. El cap¨ªtulo de insuficiencias es, en Canarias, inagotable. Un aspecto esencial es la falta de estad¨ªsticas y estudios ponderados sobre la realidad socioecon¨®mica canaria. Con frecuencia, los datos que se barajan son aproximados, estimativos o, en el mejor de los casos, procedentes de estudios aislados, ultimados con un sinn¨²mero de problemas.
La presencia de las oligarqu¨ªas es inagotable. Desde el mercado financiero, monopolizado pr¨¢cticamente por las Cajas Insulares -cada una en su provincia-, hasta los distintos sectores, las decisiones est¨¢n en muy pocas manos, con claras implicaciones intersectoriales, de modo que se hacen posibles episodios como el de la aludida Caja Gran Canaria, comprometida en el asunto de Protucasa, y en cuyas actividades se diluyeron m¨¢s de 3.000 millones de pesetas, en circunstancias todav¨ªa no desveladas. El director general de la instituci¨®n en esa etapa, Juan Marrero, cuyo nombre aparece tambi¨¦n por todas partes, fue despedido por el actual asesor de Su¨¢rez, Lorenzo Olarte, pero est¨¢ todav¨ªa pendiente de sentencia su demanda de readmisi¨®n ante Magistratura. La creencia popular se?ala que en los asuntos de la Caja pueden estar implicados la mayor¨ªa de oligarcas insulares.
La carencia esencial: el agua
Las sucesivas etapas de sequ¨ªa, unidas a una inconcebible estructuraci¨®n del mercado del agua, han provocado un peligro de desertizaci¨®n que, siendo inminente en Gran Canaria, puede llegar a afectar a todas las islas.
En Gran Canaria -isla que puede tomarse como modelo-, el agua se encuentra en manos de escasas personas privadas, que distribuyen a su antojo y albedr¨ªo los suministros y cometen, al decir de los agricultores, todo tipo de arbitrariedades en precios, mediciones y dem¨¢s valoraciones del l¨ªquido elemento. La tenencia privada ha facultado tambi¨¦n a los oligarcas la utilizaci¨®n masiva de recursos acu¨ªferos -escasos- para el abastecimiento de n¨²cleos tur¨ªstico-residenciales, como es el caso de Maspalomas, Puerto Rico y Playa del Ingl¨¦s, provocando la desertizaci¨®n de la zona sur de la isla. Cualquier observador se pregunta de inmediato los ocultos motivos por los que el agua no ha sido todav¨ªa socializada, desprivatizada o, cuando menos, regulada su utilizaci¨®n por los poderes p¨²blicos. No hay respuesta.
Las propias circunstancias geol¨®gicas y clim¨¢ticas del archipi¨¦lago -con escasa pluviometr¨ªa-, la dificultad para embalsar y la ya mencionada explotaci¨®n privada de las corrientes subterr¨¢neas, otorgan un notable rol de futuro en Canarias a las potabilizadoras, de las que ya algunas se encuentran en servicio, otras proyectadas y las m¨¢s en el ¨¢nimo de todos. Sin embargo, su construcci¨®n ha chocado con innumerables problemas, desde la oposici¨®n previa de los tenedores de los caudales subterr¨¢neos hasta complejos sistemas de financiaci¨®n. Actualmente, Gran Canaria cuenta con una planta para abastecerse, pero ya precisa otra -proyectada-, y se estudia la construcci¨®n de algunas m¨¢s, especialmente en los n¨²cleos tur¨ªsticos, en los que actualmente se est¨¢n consumiendo grandes cantidades de agua procedente de manantiales subterr¨¢neos, provoc¨¢ndose la salinizaci¨®n de los pozos, por excesivo descenso de la altura fre¨¢tica. Tenerife se enfrenta al problema con menos urgencia, y las restantes islas cuentan con n¨²cleos m¨¢s reducidos de poblaci¨®n.
La altemativa sugerida por diversos grupos de oposici¨®n se refiere a la instalaci¨®n de potabilizadoras m¨¢s rentables -las actuales obtienen agua a muy elevado coste-, utilizaci¨®n de m¨¦todos de depuraci¨®n de aguas residuales y procedentes de regad¨ªos, m¨¢xima utilizaci¨®n de las posibilidades de embalse, cambio de t¨¦cnicas de riego en la agricultura y la ya mencionada desprivatizaci¨®n o control p¨²blico alternativo de los caudales y pozos subterr¨¢neos.
Suma de insuficiencias
Tampoco la dotaci¨®n energ¨¦tica es loable en Canarias. La red el¨¦ctrica es insuficiente y las centrales est¨¢n infradimensionadas -s¨®lo en Gran Canaria hay 220-, incluidas las que posee la empresa estatal Unelco, que aprovecha las posibilidades energ¨¦ticas de las potabilizadoras y posee veintis¨¦is plantas en todo el archipi¨¦lago. No obstante, el rendimiento no es ¨®ptimo, ya que las p¨¦rdidas por distribuci¨®n y transporte se estiman en el 25%, muy por encima de la media nacional. Adem¨¢s, el que las potabilizadoras y las centrales no pertenezcan a los mismos organismos -aqu¨¦llas est¨¢n regentadas por los cabildos- dificulta notablemente cualquier intento planificador.
Los derivados del petr¨®leo se obtienen exclusivamente a partir de la refiner¨ªa de Santa Cruz, en Tenerife, propiedad de DISA (CEPSA), aunque en el aspecto comercial no existe monopolio.
El transporte es, igualmente, deficiente. No hay ferrocarril, y la red viaria est¨¢ mal proyectada y en irregular estado de conservaci¨®n. La infraestructura portuaria tampoco es la que corresponde al enclavamiento estrat¨¦gico de las islas. El puerto m¨¢s importante es el de La Luz, en Las Palmas, pero est¨¢ muy mal dotado, careciendo inclusive de una terminal de pasajeros. El aspecto mejor atendido es el de las comunicaciones a¨¦reas, existiendo un aeropuerto en cada isla, bien dotado y con buenos sistemas de ayuda a la navegaci¨®n, con la sola excepci¨®n del nefasto Los Rodeos, incluido en todas las listas negras de las compa?¨ªas comerciales del mundo, pero que se espera sea sustituido por el del Sur, s¨®lo falto de los edificios terminales, y que, aunque con el importante inconveniente de estar situado en una zona de fuertes y constantes vientos, constituye la esperanza del futuro del transporte a¨¦reo de y hacia Tenerife.
Canarias cuenta actualmente con uno de los ¨ªndices demogr¨¢ficos m¨¢s importantes de Espa?a (+2,5% anual) y una tendencia a la concentraci¨®n urbana muy importante. La emigraci¨®n se ha reducido -Caracas es la segunda ciudad canaria del mundo, con m¨¢s de 300.000 habitantes procedentes del archipi¨¦lago- y la penetraci¨®n de las colonias extranjeras y peninsulares se ha acentuado. El 25% de la renta disponible est¨¢ en manos del 1% de la poblaci¨®n. Hind¨²es y marroqu¨ªes acaparan los circuitos comerciales. Los puestos ejecutivos est¨¢n en manos de peninsulares en buena parte de las empresas. El paro rebasa el 15%, seg¨²n fuentes laborales, y la renta no alcanza el 85% de la media nacional. El n¨²mero de analfabetos est¨¢ cifrado oficialmente en torno al 12%, pero diversas fuentes consultadas estiman que puede alcanzar incluso el 20%.
Por otra parte, la compleja sucesi¨®n de maniobras olig¨¢rquicas que concluyeron en el Tratado de Madrid, por el que se entreg¨®, en 1975, el Sahara occidental a Marruecos y Mauritania, unido al creciente inter¨¦s de Estados Unidos y la URSS por el continente africano, hacen del archipi¨¦lago una zona apetecible y explosiva, en la que pueden concurrir determinadas circunstancias, en contra de los propios intereses aut¨®ctonos.
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