Tres d¨ªas que conmovieron al cine
Octubre es a¨²n hoy, una de las mejores obras de Eisenstein y a la vez uno de sus filmes m¨¢s conflictivos. Desde el punto de vista t¨¦cnico nos muestra a un autor en plena posesi¨®n de una serie de recursos absolutamente personales. Desde el punto de vista de la pura narraci¨®n, estos d¨ªas que conmovieron al mundo quedan a medio camino. No es de extra?ar que incluso ante el p¨²blico actual produzcan mayor entusiasmo entre los estudiosos que entre los espectadores y que su tensi¨®n emocional no llegue a culminar en secuencias como la de la famosa escalera de Odessa.Bien es verdad que en este Octubre las hay tambi¨¦n que evidencian una mano maestra. Los manuales las repiten con insistencia, desde la de Kerensky a la de los puentes sobre el Neva, la Galer¨ªa de los Dioses o la ametralladora. Aisladas, consideradas t¨¦cnicamente como muestras de estilo, valen, nos aparecen brillantes; unidas a lo largo de la narraci¨®n, carecen de una estructura com¨²n, de un aliento humano que llegue a darles intenci¨®n concreta. Tal aparece incluso su famoso montaje intelectual hoy pura arqueolog¨ªa objeto de estudio, raramente utilizado en su esencia, como tanto monumento cl¨¢sico.
Octubre
Gui¨®n y direcci¨®n: S. M. Eisenstein.Fotograf¨ªa: Edouard Tiss¨¦. M¨²sica: Dimitri Chostakovitch. URSS. Blanco y negro, 1927. Local de estreno: Bellas Artes
Realizado en 1927 y, como es sabido, para conmemorar la revoluci¨®n de diez a?os antes, el p¨²blico y la cr¨ªtica esperaba un nuevo Potemkin, algo como un documental reconstruido a prop¨®sito de unos hechos hist¨®ricos. Unos y otros se sintieron defraudados, pues como Sadoul afirma, no se trata de un documento ¨¦pico, sino de una epopeya l¨ªrica.
Para su realizaci¨®n Eisenstein se sirvi¨® de referencias fotogr¨¢ficas y f¨ªlmicas, de reportajes realizados sobre los acontecimientos que le interesaban y a los que dio nueva forma recre¨¢ndolos en un estilo apasionado, repleto de met¨¢foras, a medio camino entre la imagen y las artes musicales.
Conocida es tambi¨¦n la influencia de Vertov, su rechazo del hombre individual como protagonista en favor de las masas, que le llevar¨¢ a minimizar incluso la figura de Lenin sacrific¨¢ndolo a una especie de collage monumental inspirado en los movimientos de moda en la Europa de entonces, en sus corrientes literarias y pict¨®ricas.
El hombre singular, el h¨¦roe tradicional, desaparece borrado, empujado fuera de la pantalla, se dir¨ªa, por otros h¨¦roes: muebles, ruedas y l¨¢mparas convertidos en s¨ªmbolos y alusiones, reemplazado incluso por los aut¨¦nticos protagonistas de la revoluci¨®n triunfante en el Palacio de Invierno de los Zares. Pues para la realizaci¨®n de esta epopeya se pusieron a disposici¨®n de Eisenstein no s¨®lo los lugares donde sucedi¨®, sino obreros y soldados que volvieron a interpretar su papel de diez a?os antes. Contra todo pron¨®stico, el fin result¨® un fracaso. El gran p¨²blico no le entendi¨®. El p¨²blico nunca espera otra cosa que la repetici¨®n de un ¨¦xito anterior, y Octubre ten¨ªa poco que ver ni con la realidad vivida tiempo atr¨¢s ni con Potemkin. Y, sin embargo, estos tres d¨ªas que conmovieron al mundo, conmovieron a su vez al cine de la ¨¦poca. Pocos filmes se hallan tan repletos de sugestiones cinematogr¨¢ficas como este Octubre admirable a¨²n hoy, a pesar de los a?os.
Alg¨²n cr¨ªtico afirm¨® que su realizador se hab¨ªa equivocado crey¨¦ndose un genio. El tiempo, como siempre, ha venido a demostrar que quien tal cosa dijo, s¨ª que se equivoc¨®, tanto como la burocracia sovi¨¦tica cuando, a?os m¨¢s tarde, pasando de la teor¨ªa a la pr¨¢ctica, alteraba gravemente La l¨ªnea general provocando la marcha de su autor a Am¨¦rica.
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