El gran soporte econ¨®mico es el turismo
Canarias basa su actividad econ¨®mica en el turismo. Profundamente preocupados por una alarmante falta de instalaciones, los promotores -especuladores- canarios se lanzaron al inicio de esta d¨¦cada a construcciones masivas, promocionando paralelamente una imagen atractiva del archipi¨¦lago, a caballo entre el clima privilegiado, los bajos precios hoteleros y su condici¨®n de puerto franco. En l¨ªnea con el boom tur¨ªstico peninsular y balear, el crecimiento fue desordenado y con importante presencia de capital extranjero, que ha comprometido buena parte de las posibilidades presentes y futuras del turismo en toda Espa?a. Favorecidas por todo lo anterior, las islas reciben anualmente m¨¢s de un mill¨®n de visitantes, procedentes mayoritariamente de la Rep¨²blica Federal de Alemania -27 %- y la Pen¨ªnsula -26 %-, en porcentajes correspondientes a 1976.No es preciso descubrir aqu¨ª las actividades complementarias que genera un despegue tur¨ªstico de tal magnitud como el percibido en Canarias. De alguna manera, toda la actividad de las islas tiene el norte de atraer a ese turismo rico y opulento con que sue?an todos los pa¨ªses que dedican notables esfuerzos al sector y basan, de alguna manera, sus saldos anuales en los recursos aportados por los visitantes. La pregunta vital en el archipi¨¦lago -como en todo el resto de Espa?a- es: ?Cu¨¢ntos de esos recursos revierten realmente en la zona y cu¨¢ntos emigran hacia las grandes multinacionales del turismo? El car¨¢cter insuficiente y cr¨ªtico de otros sectores de la econom¨ªa canaria en estos momentos convierte all¨ª la cuesti¨®n en m¨¢s dram¨¢tica de lo habitual.
Ya nos hemos referido anteriormente al car¨¢cter marcadamente especulativo que ha guiado buena parte de los esfuerzos por trasladar recursos desde otros sectores productivos hacia el turismo. Igualmente hemos hecho menci¨®n de la incidencia abandonista y descapitalizadora que ello ha conllevado con respecto a otras actividades, ya fueran tradicionales -como la agricultura- o con opci¨®n de futuro -caso de la industria-. Sin embargo, es obvio que ning¨²n enclave puede acceder a los primeros lugares del escalaf¨®n tur¨ªstico sin dotarse de una infraestructura adecuada, por muy desordenada que se encuentre -que lo est¨¢-. No basta con un enclavamiento privilegiado y una sucesi¨®n de contrastes. Son precisas instalaciones hoteleras, comunicaciones accesibles, atractivos complementarios e incluso una cierta idiosincrasia, para la que -justo es decirlo- el canario parece especialmente dotado. Con todo ello no puede extra?ar que en estos momentos sea el tur¨ªstico el sector m¨¢s boyante y con mejor posici¨®n en la l¨ªnea de arranque hacia el inmediato futuro.
Los problemas que actualmente tiene planteados el sector difieren muy escasamente de los que el turismo espa?ol padece a escala estatal. Sin embargo, la configuraci¨®n estructura? de esta actividad en el archipi¨¦lago guarda algunas diferencias sustanciales Con el resto de Espa?a, que le confieren una mejor posici¨®n.
Predominio de plazas ?caras?
La oferta de plazas tur¨ªsticas en Canarias aparece centrada, tanto en su aspecto hotelero como en el extrahotelero, en un turismo de elevado poder adquisitivo, con claro predominio de profesionales liberales y funcionarios entre sus asiduos visitantes. La mayor¨ªa de plazas se han construido a partir de 1970, con un ligero retraimiento en los dos ¨²ltimos a?os, que lleva visos de conjurarse. Entre los hoteles, con unas 70.000 plazas en las ocho islas, hay un claro predominio de los clasificados en cinco, cuatro y tres estrellas, pr¨®ximo al 50 %. M¨¢s del 90 % de este tipo de establecimientos han sido construidos a partir de 1969, en tanto que los de menor categor¨ªa datan de d¨¦cadas anteriores y adolecen de deficiencias de instalaci¨®n y carencia de servicios.
La oferta parahotelera -b¨¢sicamente apartamentos y bungalows- tiene tambi¨¦n una calidad media de construcci¨®n por encima de la habitual en los n¨²cleos costeros de la Pen¨ªnsula y Baleares, aunqueba imitado las inclinaciones a la concentraci¨®n, cuyos m¨¢ximos exponentes son el Puerto de la Cruz, en Tenerife, y Maspalomas, al sur de Gran Canaria, con agobiante aprovechamiento del espacio vital en el primero y mejor configuraci¨®n urbana el segundo. No existen datos excesivamente fiables respecto al n¨²mero de plazas de este tipo existentes en el archipi¨¦lago, y los disponibles datan de 1974, referidos exclusivamente a la provincia grancanaria. Seg¨²n es tos indicadores, exist¨ªan en dicho a?o un total de 124.507 plazas, cifra que puede ser tomada como v¨¢lida actualmente, por cuanto una serie de circunstancias han frenado notablemente la expansi¨®n de este tipo de construcciones.
La especial orograf¨ªa canaria dificulta notablemente la existencia de grandes n¨²cleos tur¨ªsticos. No obstante, cada una de las islas mayores cuenta con, al menos, dos zonas de actividad tur¨ªstica. Tenerife posee mayor desarrollo por la zona norte -Puerto de la Cruz, Orotava y San Marcos de Icod-, aunque actualmente se estudian planes de expansi¨®n para el reducido n¨²cleo sure?o de Los Cristianos, sobre todo a la vista de la futura inauguraci¨®n del aeropuerto del Sur. Gran Canaria, por,su p¨¢rtel explot¨® intensamente las posibi lidades tur¨ªsticas de su capital, Las Palmas, sobre todo en torno a la extensa playa de Las Canteras, pero el crecimiento urbano y de mogr¨¢fico de la ciudad han propiciado un paulatino desplazamiento hacia la zona sur, donde enclavados Maspalomas, Playa del Ingl¨¦s, San Agust¨ªn y Puerto Rico. Entre las islas menores, Fuerteventura cuenta con algunas realizaciones, y La Gomera, La Palma y Hierro apenas han desarrollado actividad en el sector. Con todo, la gran esperanza del archipi¨¦lago es, en estos momentos, Lanzarote, donde est¨¢n reci¨¦n ultimados, o en v¨ªas de realizaci¨®n, grandes proyectos, financiados por capital multinacional y peninsular.
Problemas de financiaci¨®n
La estructura hotelera inicial de Canarias estuvo b¨¢sicamente centrada en la explotaci¨®n familiar de peque?os establecimientos, desbordados posteriormente por la incidencia de un turismo canalizado masivamente a trav¨¦s de las agencias de viaje y los tour operator internacionales. Estas explotaciones contaban, l¨®gicamente, con escasas posibilidades de aportar recursos para la dotaci¨®n masiva de nuevas instalaciones, por lo que el boom fue posible por el trasvase de recursos desde otras actividades y la en trada de abundante capital extranjero.
Estas dos modalidades financiadoras eligieron, con unas importantes consecuencias para el futuro, dos campos de actuaci¨®n perfectamente diferenciados, en t¨¦rminos generales. Mientras los promotores y sociedades dje extracci¨®n canaria se lanzaban a la construcci¨®n masiva de apartamentos y bungalows, e incluso a su explotaci¨®n, el capital for¨¢neo, especialmente procedente de la Rep¨²blica Federal de Alemania al amparo de la ley Strauss, se inclin¨® por la construcci¨®n de hoteles de las categor¨ªas superiores, en estrecha conexi¨®n con las agencias internacionales de turismo. Esta situaci¨®n ha ido transform¨¢ndose paulatinamente, a medida que los primitivos promotores de plazas parahoteleras han ido percibiendo las enormes dificultades y la escasa rentabilidad que genera su explotaci¨®n. As¨ª, el capital aut¨®ctono ha ido incorpor¨¢ndose a la industria estrictamente hotelera. No obstante, el predominio en el capital de las grandes cadenas sigue siendo germano, con discretas incursiones de las empresas peninsulares, como es el caso de la descalabrada Sofico, que posee edificaciones en el sur de Gran Canaria.
De hecho, el problema de la autofinanciaci¨®n persiste en gran medida, en tanto en cuanto la mayor parte de los recursos generados por el turismo va a parar a actividades marginales, allende la estricta actividad hotelera: ocio, restaurantes, comercio, espect¨¢culos y similares. La gran cuesti¨®n que los canarios se plantean es hasta qu¨¦ punto revierte en su propia econom¨ªa la actividad tur¨ªstica. La respuesta tropieza con la evidencia de que Canarias contin¨²a siendo un pa¨ªs perif¨¦rico, claramente subordinado a los intereses exteriores, con una gran presi¨®n olig¨¢rquica sobre sus estructuras. Y ello ser¨¢ dif¨ªcil de variar en tanto no se propicicie un cambio real en esas mismas estructuras. En cuanto a las magnitudes macroecon¨®micas, la participaci¨®n del sector servicios en el PIB canario fue en 1973 -¨²ltimo dato disponible- superior al 62 %, con preponderancia del comercio -14,6 % sobre el total-, los transportes -11 %- y la hosteler¨ªa -9 %-. Ninguno de estos porcentajes es sobrepasado por otros componentes, con excepci¨®n de la construcci¨®n -11 %-, estrechamente vinculada a la propia actividad tur¨ªstica.
La problem¨¢ tica del turismo canario es muy similar a la existente en el resto del sector, a nivel estatal. En principio, se observa una insuficiencia acusada de planificaci¨®n de la demanda, lo que crea innumerables desajustes zonales entre oferta y captaci¨®n de visitantes. Esta carencia deriva directamente de un exiguo acopio de datos estad¨ªsticos, m¨¢s acusado en Tenerife que en Gran Canaria.
Aunque el grado de ocupaci¨®n medio es actualmente superior al 40 %, y el gasto medio por turista es de ochocientas pesetas -ligeramente superior en los peninsulares-, la procedencia de los visitantes est¨¢ escasamente diversificada, hasta el punto de que cerca del 80 % de ellos proceden de tres zonas europeas: Rep¨²blica Federal de Alemania, Pen¨ªnsula y Escandinavia, con claro predominio de las dos primeras. Los patronatos provinciales -dependientes de los Cabildos- estudian actualmente posibles nuevos campos de promoci¨®n, aunque con el inconveniente de una falta de coordinaci¨®n interprovincial, que da?a en definitiva la imagen del archipi¨¦lago, duplica costes y resta efectividad. Una de las zonas objeto de estudio en la actualidad es el ¨¢rea de pa¨ªses del COMECON, con importantes posibilidades de turismo de masas, ubicables en las ¨¦pocas bajas. Esta promoci¨®n podr¨ªa arbitrarse a partir de la presencia de importantes contingentes de pescadores sovi¨¦ticos con base en Las Palmas de Gran Canaria. Las comunicaciones, la falta de profesionalizaci¨®n del sector a todos los niveles, as¨ª como algunas deficiencias de infraestructura, completan el cuadro gen¨¦rico de aspectos en v¨ªas de consideraci¨®n.
Otra de las caracter¨ªsticas primordiales del turismo que acude a Canarias es la dilatada estancia media del visitante -trece d¨ªas-, que otorga importantes posibilidades de coordinaci¨®n interprovincial, tanto a nivel de desplazamiento como de atracciones. El principal beneficiario de esta dilatada permanencia es, sin duda, el comercio, monopolizado esencialmente por la colonia india, que obtiene importantes ganancias y est¨¢ comenzando a reinvertir recursos en las islas, tras varias d¨¦cadas de exportar la mayor parte del capital generado. En el ¨¢mbito comercial han comenzado a hacer su aparici¨®n ciudadanos marroqu¨ªes, provocando numerosos recelos, tanto en la colonia india como entre los propios canarios, por causa de lo que se ha venido en llamar eventual marroquinizaci¨®n del archipi¨¦lago. Lo cierto es que su presencia en algunas zonas es ya claramente perceptible y que han hecho suyas las peculiares t¨¦cnicas indias de venta, basadas en el precio se?alado en jerogl¨ªficas composiciones alfab¨¦ticas y el perenne regateo.
Disfrutar del clima y comprar barato son, a tenor de las encuestas, los motivos principales que mueven a los peninsulares espa?oles a desplazarse hasta Canarias. Lo segundo, a pesar de la rigurosidad con que los servicios aduaneros controlan la llegada de pasajeros procedentes del archipi¨¦lago.
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