Televisi¨®n y democracia
ITenazmente -yo dir¨ªa que con una tenacidad freudiana-, el Gabinete Su¨¢rez insiste, una y otra vez, en poner zancadillas a determinados proyectos de ¨ªndole democr¨¢tica; o si prefieren, por aquello de que ?zancadilla? es un t¨¦rmino que sugiere ilegalidad, ?cargas reglamentarias? que eran legales s¨ª, pero que daban pie al ejercicio de la barbarie deportiva.
?Un ejemplo?: Radio Televisi¨®n Espa?ola.
Cuando los ya m¨ªticos acuerdos de la Moncloa, la izquierda parlamentaria gan¨® una peque?a batalla: la creaci¨®n de un ¨®rgano provisional de control de RTVE. Victoria un tanto p¨ªrrica, pues aunque al fin se ha constituido un Consejo Rector, poco se asemeja al proyecto de los socialistas que con la adhesi¨®n expresa de pr¨¢cticamente todos los partidos mayoritarios, excepto UCD, ven¨ªan defendiendo desde el mismo d¨ªa de las elecciones legislativas.
La civilizaci¨®n democr¨¢tica se salvar¨¢ ¨²nicamente si se hace del 1 lenguaje de la imagen una provocaci¨®n a la reflexi¨®n cr¨ªtica, no una invitaci¨®n a la hipnosis
Umberto ECO
Del nuevo Consejo Rector fue delicadamente excluida cualquier forma de representaci¨®n de los trabajadores del medio. Y en cuanto a su composici¨®n, el Gobierno se reserv¨® el derecho a designar un n¨²mero de consejeros igual al total de consejeros de representaci¨®n parlamentaria, quienes, a su vez, deber¨ªan ser elegidos proporcionalmente al n¨²mero de esca?os de cada grupo.
II
El acuerdo de creaci¨®n del Consejo Rector de RTVE es un hecho de naturaleza inequ¨ªvocamente pol¨ªtica. Huelgan, pues, expresiones del tipo ?pacto entre caballeros?, ?esp¨ªritu deportivo? o similares, dadas las circunstancias del caso.
Lo que ya no huelga es el sentido com¨²n. Y me atrever¨ªa a decir que sentido com¨²n ha sido precisamente lo que ha faltado en el remate de esta historia p¨ªcara.
Dicen que la avaricia rompe el saco. Si es as¨ª, muy tirantes andar¨¢n los fondillos de los bombachos gubernamentales -o ucedistas, que tanto monta-, pues es el caso que el Gobiernono satisfecho con sus siete leales parlamentarios, procedentes de la hornada representativa,se ha liado la manta a la cabeza y tirando de aqu¨ª y de all¨¢ ha colocado otros diez abnegados pol¨ªticos de UCD, sensu stricto, y otros cuantos m¨¢s in pectore (o pr¨®ximos, o simpatizantesi, o sujetos a disciplina), entre los de libre designaci¨®n gubernamental. Y a¨²n aseguran las malas y bien informadas lenguas que alg¨²n ilustre consejero, con intereses en el medio, ha sido nombrado a petici¨®n propia...
III
No por elegancia pol¨ªtica, sino por responsabilidad; no por es.trategia, sino por sentido com¨²n, cab¨ªa esperar que los dieciocho miembros de libre designaci¨®n por el Gobierno para el Consejo Rector de RTVE no fuesen pol¨ªticos al uso, sino personas de exquisita y reconocida neutralidad, cabezas destacadas del mundo del pensamiento, la Universidad y la cultura, te¨®ricos solventes de los medios de comunicaci¨®n social, profesionales expertos en el medio.
Pues no. Ni, una fisura. A por todas.
Y as¨ª, pasito a pasito, echando la cuenta de la vieja, resulta que de los 36 miembros del Consejo Rector, Solamente once no son de UCD o aleda?os, y de estos once, tan s¨®lo ocho pertenecen a laizquierda.
En otras palabras: la composici¨®n del reci¨¦n estrenado Consejo Rector de RTVE no se corresponde ni con el espectro pol¨ªtico parlamentario ni con la correlaci¨®n de fuerzas reales del pa¨ªs.
M¨¢s a¨²n, al representar casi ¨²nicamente al Gobierno y al partido en el Poder, reduce a la Oposici¨®n a un papel meramente testimonial y la excluye de toda responsabilidad en el proceso de saneamiento de la Radio Televisi¨®n Estatal, perpetuando, una vez m¨¢s, el car¨¢cter gubernamental de la misma. Todo ello, por supuesto, con las leyes en la mano. Civilizadamente.
IV
Los socialistas no estamos por una televisi¨®n gubernamental. Estamos en contra:, como es obvio, de la televisi¨®n privada; pero no estamos a favor -ni aun en una perspectiva de poder a corto plazo- de una televisi¨®n gubernamental.
Nosotros pensamos en la televisi¨®n como instrumento de cultura al servicio de toda la comunidad, y no como instrumento de poder al servicio del gobernante de turno o de los intereses que lo auparon. Mientras sea esta ¨²ltima la actitud que prevalezca -sea cual sea el disfraz adoptado, haya o no haya una capa de barniz democr¨¢tico sobre el conjunto-, no ser¨¢ posible ese maridaje de televisi¨®n y democracia que la sociedad espa?ola necesita.
?Qu¨¦ hacer, pues?
Hemos contra¨ªdo un compromiso y lo vamos a cumplir, aunque las cartas est¨¦n legalmente marcadas. Vamos a estar en el Consejo Rector. Vamos a estar para hacemos o¨ªr, para recordar de cuando en cuando las verdades del barquero, y para poco m¨¢s. Porque -no nos enga?emos- con este Consejo Rector el viaje ha de ser inevitablemente corto, y no muy seguro. Y nosotros no estamos para achicar el bote.
V
Una televisi¨®n que provoca, frente a una televisi¨®n que hipnotiza: he aqu¨ª un, hermoso, un tentador poryecto. Un proyeco harto m¨¢s ambicioso que el de copar la m¨¢quina de ganar eleccion es para luego, quiz¨¢, quemarla en la pira y que de sus cenizas nazca, imparable, la televisi¨®n privada -que esa es otra historia-. Y en mitad del tinglado eterno convidado de piedra el es pa?ol de a pie, que paga la fuci¨®n y recibe a cambio confusi¨®n, aburrimiento y mercanc¨ªa averiada.
La imprescindible, urgente, renovaci¨®n de RTVE necesita de un marco jur¨ªdico. El Consejo Rector ha dejado de ser, en el preciso instante de su nacimiento, el instrumento limitado, pero oportuno, que en alg¨²n momento nos atrevimos a imaginar. Y, claro est¨¢, tampoco hay que poner muchas esperanzas en el proyecto de estatuto jur¨ªdico que, por ?ni mayor¨ªa obvia?, vaya a salir de ?tan equilibradamente democr¨¢tica? instituci¨®n.
La batalla de la televisi¨®n -que no ha hecho sino comenzar- tiene un terreno espec¨ªfico para ser librada: las Cortes. A ellas nos remitimos.
Por lo dem¨¢s, el tema escapa a los l¨ªmites de un mero estatuto jur¨ªdico para insertarse, si es que queremos unos resultados racionales y duraderos, en el conjunto de una ley de Radiodifusi¨®n.
Sobre cu¨¢les deber¨ªan ser las l¨ªneas maestras de esa ley que, por supuesto, tenemos m¨¢s que elaborada, ya habr¨¢ ocasi¨®n de hablar en otro momento.
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