La negociaci¨®n de los problemas agrarios
Existe casi total unanimidad entre los campesinos sobre los males b¨¢sicos que aquejan a la actividad agraria. Desde la Confederaci¨®n Nacional de Agricultores y Ganaderos a la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos del Estado Espa?ol est¨¢n de acuerdo en el problema de fondo, que repetidamente se ha expresado desde estas p¨¢ginas: el abandono del medio rural en beneficio del urbano. Y por ello sacan sus tractores a la carretera una y otra vez, sin que medien en ello consignas ideol¨®gicas.Cuando el sector muestra reivindicaciones com¨²nmente aceptadas sobre seguridad social agraria, seguros de cosechas, precios, c¨¢maras agrarias, mejora del habittata rural, etc¨¦tera, s¨®lo falta encontrar los cauces v¨¢lidos de negociciaci¨®n y alcanzar y cumplir acuerdos que se encuentren en los l¨ªmites que impone la delicada situaci¨®n de la econom¨ªa. La sociedad no puede segregar de su preocupaci¨®n un sector que da de comer al resto de la poblaci¨®n y del que vive directamente m¨¢s del 20 % de los espa?oles.
La clave est¨¢, pues, en negociar una soluci¨®n realista; pero faltan por consolidarse unos cauces de negociaci¨®n apropiados y ello puede retrasar peligrosamente el tratamiento de los muchos problemas pendientes. Son bien conocidas las dificultades de las propias organizaciones campesinas para Regar a un acuerdo sobre la representatividad de cada una de ellas. Pero hoy queremos tratar m¨¢s bien las dificultades que proceden del propio Gobierno para el establecimiento de una clara l¨ªnea negociadora con las fuerzas sindicales del sector.
Empecemos por el principio. El Gobierno formado a ra¨ªz de las elecciones de junio tiene un equipo econ¨®mico que, si en econom¨ªa general resulta indeciso, en econom¨ªa agraria es simplemente ignorante. El grupo de Fuentes Quintana, gran parte del cual se form¨® a la sombra de L¨®pez Rod¨®, no cuenta con una sola cabeza que entienda la problem¨¢tica agraria. Por su parte, el actual ministro de Agricultura se ha encontrado siempre falto de fuerza y prestigio en el Gabinete; durante muchos meses ha dejado que el vicepresidente pol¨ªtico, Abril Martorell, dedicara los ratos libres a practicar su profesi¨®n de agr¨®nomo, recibiendo a las numerosas representaciones agrarias que de provincias llegaban a la capital, de forma que era ya sabido en esos medios que por la ma?ana hab¨ªa visita de cortes¨ªa al ministro del ramo, y por la tarde, sesi¨®n ser¨ªa en Castellana, 3.
Cuando los agricultores se dieron cuenta de este panorama decidieron, un buen d¨ªa, sentarse a las puertas de la Moncloa para que el presidente los recibiera y les aclarara la situaci¨®n; pero acabaron siendo detenidos por la polic¨ªa y multados por el Ministerio del Interior. Con esta decisi¨®n irresponsable, tomada pocas horas antes de manifestaciones convocadas en todas las provincias, se daba pie, una vez m¨¢s, al desarrollo de acciones violentas que, afortunadamente, no llegaron a producirse gracias a la moderaci¨®n de los propios agricultores. Por fin, el Consejo de Ministros celebrado el pasado 9 de diciembre acord¨® encomendar al ministro de Agricultura el inicio inmediato de negociaciones formales con las organizaciones campesinas para desarrollar los acuerdos de la Moncloa en materia agraria.
Mucho nos gustar¨ªa equivocarnos, pero esas negociaciones -que ya han comenzado- podr¨ªan estar salpicadas de incidentes si el Gobierno no rectifica su l¨ªnea de inhabilidad y negligencia demostrada repetidamente en el tratamiento de los temas agrarios. Cuando no se entiende el fondo de la cuesti¨®n es dif¨ªcil superar fases de ?tractorismo? como la presente, y mucho m¨¢s dificil, por tanto, pasar a acometer seriamente la reforma estructural del campo espa?ol.
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